Capitulo 20: Herida. Parte 1

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—Está bien, iré contigo —acepté la oferta de mi padre.

—Solo una cosa —dijo Daryl—. No pases tanto tiempo con Carl—

—¿Por qué lo dices? —pregunté con extrañeza.

—Rick se está volviendo loco. Cree que serían buena compañía el uno y el otro, y, por un lado, tiene razón, es bueno tener personas fuertes en el equipo, pero él no se refería a eso. —

Las palabras de mi padre me confunden un poco; sin embargo, no me sorprendieron, pues ya suponía algo así de parte del padre del castaño. Recuerdo la plática que tuve con Rick hace tiempo.

—Carl coincidiría contigo, deberían darse la oportunidad de hablar, sus actitudes se parecen. —

—¿Una oportunidad? —dije, me sorprendió mucho lo que dijo Rick— No hay oportunidad para hablar y hacer amistad, solo hay oportunidad para sobrevivir —

—Recuerdo que cuando eran niños jugaban y platicaban mucho, no veo porque ahora no puedan hacerlo. No pueden pasar toda la vida solo sobreviviendo, tienen que disfrutar la vida mientras lo hacen —

—No te preocupes —respondí.

—Vendré más tarde, ayudarte con tus cosas —fue lo último que dijo antes de salir de la habitación.

Carl salió de su escondite y regresó nuevamente a recostarse sobre mi cama.

—¿Qué haces? —pregunte.

—Estoy siendo una buena compañía —respondió Carl. Se acomodó sobre mi cama y cerró sus ojos. —Dormiré un poco antes de regresar, deberías hacer lo mismo —

Acomodé mi almohada, me recosté en ella e intenté dormir de nuevo, deseando que las pesadillas desaparezcan

[...]

«3 semanas después»

El día se había pasado completamente lento. Mi pierna, aunque no había sanado por completo, ya me permitía tener un poco de movilidad; sin embargo, mi padre me mantenía en la casa aun descansando. La férula ya había sido retirada y solo mantenía un leve vendaje para evitar algún tipo de infección y rozaduras con mi pantalón.

Mi vida desde aquel día había cambiado, el tiempo pasaba frente a mí en cámara lenta, mi ánimo estaba por los suelos y no tenía ganas de salir, más allá de sobrevivir por mí misma, solo veía como los demás lo hacían. Mi estado de ánimo recayó aún más cuando mi padre me trajo con él a su hogar, pues me mantenía en constante vigilancia, no podía salir de mi habitación ni siquiera a caminar un poco para darle movilidad a mi pierna. Estaba cansada, necesitaba salir, despejarme, pensar en todo lo ocurrido y sanar en silencio. Necesitaba respirar y soltar todo mi dolor sola.

Por otro lado, Carl se acercaba con frecuencia a mi habitación, pero en cada oportunidad mi padre aparecía, no nos había permitido tener una charla como la última vez. Hablar solo con mi padre de la cantidad de ardillas que cazaba a diario era tedioso.

Estaba por amanecer y nuevamente había tenido esa pesadilla. Debía alejarme de Alexandria y poder llorar tan fuerte sin miedo a que mi padre entrara por la puerta. Haber aceptado venir aquí en estos momentos había sido un error.

Me levanté de mi cama, tomé mi mochila y guardé un cambio de ropa, poca comida y mis armas. Salí de mi habitación sin hacer ruido y caminé hacia la puerta de Alexandria.

[...]

Tres días fuera de Alexandria serían suficientes para liberar parte de mi dolor reprimido. Pude llorar a gritos y en esta pequeña casita del árbol ubicado en medio del bosque, estaba a salvo de los caminantes que se acercaran. Lo había localizado hace pocos años y gracias a la altitud que tiene y la gran cantidad de hojas que crecen sobre él, es prácticamente imposible encontrarlo si no hay nadie buscándolo.

El viaje más largo | Carl Grimes |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora