C2: La llegada de los nuevos invitados.

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SOLEIL.

Desde la ventana del castillo, observé cómo las limosinas de lujo se acercaban por el camino principal. El sol de la tarde brillaba sobre los vehículos que transportaban a los jóvenes de la Isla de los Perdidos. Sentía un nudo en el estómago mientras me preparaba para la bienvenida que Ben, Audrey y la Hada Madrina ofrecerían. No podía evitar preguntarme cómo sería todo.

Vi cómo Ben, con su traje aún resplandeciente, se adelantaba para dar la bienvenida. A su lado estaba Audrey, vestida con un vestido rosa que hacía juego con su cabello castaño. Aunque su sonrisa parecía cálida, yo detectaba una mezcla de arrogancia y superficialidad en su expresión. El Hada Madrina, sin varita y con un conjunto moderno, se mantenía cerca, mostrando una sonrisa amistosa pero con un leve toque de preocupación en sus ojos.

Cuando las limosinas se detuvieron y las puertas se abrieron, los jóvenes comenzaron a bajar. Observé al hijo de Jafar, Jay, quien bajó primero. Era musculoso, con cabello castaño que caía desordenadamente sobre su frente. Su presencia era imponente, y su actitud desafiante no dejaba lugar a dudas de que estaba acostumbrado a hacerse notar.

Luego descendió la hija de la Reina Malvada, Evie. Con su cabello azul brillante y su porte elegante, no parecía una típica residente de la Isla de los Perdidos. Su actitud y su apariencia estaban más en línea con la imagen de una princesa que con la de una villana. Evie caminaba con una gracia natural, y su apariencia refinada contrastaba con el ambiente que se esperaba de ella.

El siguiente en bajar fue el hijo de Cruella de Vil, Carlos. Era delgado, con cabello blanco como la nieve, que se peinaba en un estilo llamativo. Aunque su apariencia era atrevida, lo que realmente me llamó la atención fue su expresión: parecía asustado y nervioso, como si estuviera a punto de enfrentar algo mucho más grande que él mismo.

Finalmente, apareció la hija de Maléfica, Mal. Con su cabello en un llamativo tono morado, lacio y su estilo algo callejero, Mal no parecía preocuparse demasiado por las primeras impresiones. Su forma de vestir y su actitud desafiante indicaban que no estaba interesada en encajar, al menos no de inmediato. Su presencia imponente y su actitud provocadora contrastaban con la calidez que Ben y Audrey intentaban ofrecerles.

El Hada Madrina se adelantó para darles la bienvenida con un tono cálido, aunque se podía notar un leve temblor en su voz. —Bienvenidos a Auradon. Espero que se sientan cómodos en su nuevo hogar.

Ben, con su sonrisa sincera, añadió. —Estamos muy contentos de tenerlos aquí. Auradon es un lugar de segundas oportunidades y queremos que encuentren un nuevo comienzo.

Audrey, con su sonrisa que encontré especialmente irritante, dijo. —Estamos emocionados de conocerlos y de ver qué aportarán a nuestro reino. Por favor, siéntanse como en casa.

"Nuestro reino" pensé. Ridícula.

El ambiente se tensó cuando Mal se adelantó con una actitud desafiante y mirada fija en Audrey. —¿Qué tal, Princesa?— preguntó con un tono sarcástico que hizo que los alrededores se volvieran aún más silenciosos. —¿Cómo te sientes al tener que compartir el centro de atención?

Audrey frunció el ceño, su sonrisa se volvió más rígida. —Creo que sería mejor que todos nos comportáramos con respeto, Mal. No estamos aquí para peleas.

Mal soltó una risa seca. —¿Respeto? Qué interesante, viniendo de alguien que siempre se preocupa más por su imagen que por la verdad. Pero si eso es lo que esperas, tal vez deberías prepararte para desilusionarte.

No podía evitar escuchar la conversación que se desarrollaba. La tensión era palpable mientras Mal y Audrey se enfrentaban en un duelo de palabras. Decidí dar un paso más cerca para observar mejor.

Audrey, con una sonrisa tensa, continuó. —Creo que no me conoces. Soy Audrey, hija de Aurora, la bella durmiente. La chica a la que tu madre casi mata. —se presentó para calmar un poco la creciente tensión. Pero logró lo contrato. — No culpo a Maléfica por sus decisiones. Lo que hizo fue su propia elección. Pero entiendo que eso no hace que el pasado sea menos doloroso.

Mal la miró con una mezcla de enojo y sorpresa. —Ah, sí. Porque tu abuela realmente hizo una gran jugada al invitar a todos en el reino a su fiesta, menos a mi madre. No culpo a tu familia por eso, Audrey, pero me parece curioso que siempre estés tan dispuesta a defender el legado de tu familia mientras condenas el de los demás.

El comentario de Mal dejó a Audrey sin palabras por un momento. La sonrisa de Audrey se desvaneció, y su expresión se tornó en una mezcla de enojo y sorpresa. —Eso fue hace mucho tiempo, Mal. Las cosas han cambiado.

Mal se encogió de hombros. —Las cosas pueden haber cambiado, pero el resentimiento no siempre se olvida tan fácilmente. Solo espero que no estemos aquí para repetir los errores del pasado.

A medida que la conversación se intensificaba, pude ver que la situación se estaba volviendo aún más tensa. Me volví hacia Ben, que estaba tratando de intervenir, pero sus esfuerzos parecían infructuosos. Miré a Audrey, con su aire de superioridad, y a Mal, con su desafío ardiente. La falta de cordialidad entre ellas solo aumentaba la incomodidad de la situación.

Mientras observaba, sentí una creciente frustración con Ben. Su constante intento de mostrar una fachada perfecta y su necesidad de parecer siempre el héroe me resultaban irritantes. No podía soportar cómo se esforzaba por mantener una imagen impecable mientras ignoraba las verdaderas tensiones que se desarrollaban. No me agradaba en absoluto.

Me acerqué a Ben y Audrey, tratando de mantener una expresión neutral a pesar de mi desdén hacia Audrey. —¿Cómo va todo hasta ahora?— pregunté, intentando sonar casual.

Ben, con una mirada esperanzada, respondió. —Estamos haciendo todo lo posible para que se sientan bienvenidos. —finalizó con los chicos para que ellos siguieran saludando a las personas. —¿Qué opinas hasta ahora?

Vacilé antes de responder, con mis pensamientos llenos de inquietud. —No estoy segura. Parecen estar tratando de adaptarse, pero hay algo en la forma en que actúan que me pone un poco nerviosa. Solo espero que no causen problemas.

Audrey, con un tono que me resultó particularmente hipócrita, asintió con una sonrisa artificial. —Es natural tener preocupaciones. Ben y yo estamos intentando mantener la mente abierta. A veces, la primera impresión no es la que cuenta.

Pude ver que Audrey estaba más preocupada por cómo se veía ante los demás que por la verdadera integración de los jóvenes. —Claro.— Dije, intentando no dejar que mi desdén se notara. —Haré lo que pueda para mantener una actitud positiva. Espero que esto funcione para todos.

Mientras el grupo se dirigía al salón de recepción, me quedé atrás, observando con una mezcla de esperanza y escepticismo. Sabía que el camino hacia la aceptación y la integración no sería fácil, especialmente con personas como Audrey que parecían más interesadas en su propia imagen que en el bienestar de los nuevos residentes. Con una resolución silenciosa, me preparé para afrontar los desafíos que se avecinaban, decidida a contribuir a construir un futuro mejor para Auradon, a pesar de los obstáculos que pudiera enfrentar.

Herederos del destino | Ben Bestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora