C31: Duelo en el pasado

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SOLEIL

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SOLEIL.

El día de la competencia de esgrima había llegado, y la emoción en el aire era palpable. Auradon estaba preparado para el torneo anual, una tradición que ponía a prueba nuestras habilidades y nuestra determinación. No había ninguna duda: este evento significaba mucho para todos nosotros, pero especialmente para mí y Ben.

Me vestí con mi uniforme de esgrima, sintiendo el peso de la espada en mi mano. Los recuerdos de competiciones pasadas se arremolinaban en mi mente, y no pude evitar pensar en el torneo que cambió todo entre Ben y yo. Habíamos sido amigos, rivales amistosos que se desafiaban mutuamente. Pero aquel torneo, y el accidente que ocurrió, lo cambió todo.

Mientras me dirigía al gimnasio, mi mente viajaba a ese día fatídico.

Cuando éramos niños, Ben y yo compartíamos un vínculo especial. Nuestras familias, ambas parte de la realeza, solían organizar eventos juntos, lo que nos permitió pasar mucho tiempo juntos. Crecimos siendo amigos cercanos, compartiendo sueños y secretos, explorando los rincones del castillo y planeando nuestras propias aventuras.

Recuerdo cuando teníamos diez años y decidimos construir una casa en el árbol en el jardín del castillo. Pasamos días trabajando en ella, riendo y discutiendo sobre el diseño perfecto. Ben siempre tenía ideas grandiosas y yo encontraba formas prácticas de llevarlas a cabo. Esa casa en el árbol se convirtió en nuestro refugio, un lugar donde podíamos escapar de las expectativas de la realeza y ser simplemente niños.

Sin embargo, a medida que crecimos, las expectativas y las presiones de nuestros roles comenzaron a afectarnos. La competencia entre nosotros se intensificó, alimentada por nuestras familias y la necesidad de destacar. Los pequeños desacuerdos se convirtieron en grandes conflictos, y nuestra amistad se fue desmoronando lentamente.

Un punto de inflexión fue cuando ambos participamos en un importante torneo de esgrima. Era un evento significativo, y ambos queríamos ganar. Durante el combate final, accidentalmente lo herí. Aunque no fue grave, la cicatriz física sanó pero la emocional quedó entre nosotros. Ben lo vio como una traición, y yo sentí una culpa profunda. Nuestra relación nunca se recuperó del todo.

A medida que los años pasaron, nuestras interacciones se volvieron cada vez más frías y hostiles. Nos encontramos en lados opuestos en muchos asuntos, compitiendo constantemente en eventos escolares y sociales. El niño que una vez fue mi mejor amigo ahora se había convertido en mi mayor rival.

Cuando Ben anunció su relación con Mal, mi frustración y confusión se intensificaron. No podía entender cómo el chico que conocía podía estar con alguien que tenía una herencia tan oscura. Y ahora, con la coronación a la vuelta de la esquina, nuestras diferencias parecían más insuperables que nunca.

El gimnasio estaba lleno de estudiantes, todos ansiosos por ver los combates. Me uní a mis amigas, que ya estaban animadas y emocionadas.

—¡Soleil, vas a hacerlo genial! —dijo Morven, dándome una palmada en la espalda.

—Gracias, Morven —respondí, tratando de mantener la calma.

En el otro lado del gimnasio, vi a Ben preparándose. Estaba rodeado de sus amigos, pero por un momento, nuestras miradas se encontraron. Hubo una chispa de reconocimiento, una comprensión silenciosa de lo que este torneo significaba para ambos.

Nos encontramos en el centro del gimnasio, las espadas en alto. El ambiente estaba cargado de tensión. No era solo una competencia de esgrima, era una batalla de voluntades, un enfrentamiento con nuestro pasado.

—¿Lista para perder otra vez, Soleil? —dijo Ben con una sonrisa sarcástica, tratando de aliviar la tensión.

—No contarías con eso, Benjamín —respondí, manteniendo mi mirada fija en la suya.

El combate comenzó, y nuestros movimientos eran rápidos y precisos. Cada golpe, cada parry, era una reminiscencia de nuestros duelos pasados. El público observaba en silencio, cada uno de nosotros empujando al límite.

En un momento, nuestras espadas se encontraron y quedamos cara a cara, respirando pesadamente. Ben me miró intensamente, y por un segundo, el odio y la rivalidad parecieron desvanecerse, reemplazados por algo más complejo.

—Me di cuenta de que últimamente te he estado mirando de manera diferente... y no sé por qué —dijo Ben en voz baja, apenas audible para el público.

Sus palabras me tomaron por sorpresa, pero antes de que pudiera responder, continuó.

—Tal vez porque nunca nos hemos dado una verdadera oportunidad de arreglar las cosas —respondí, sorprendida por mi propia sinceridad.

Nos separamos y continuamos el combate, pero algo había cambiado. Ya no era solo una cuestión de ganar o perder, sino de entendernos. Finalmente, en un movimiento fluido, Ben logró desarmarme. La espada cayó al suelo, y el público estalló en aplausos.

—Bien jugado, Soleil —dijo Ben, extendiendo su mano.

Tomé su mano, y por un momento, sentí una conexión que había estado ausente durante mucho tiempo.

—Tú también, Ben —respondí, y por primera vez en mucho tiempo, sonreí sinceramente.

Mientras salíamos del gimnasio, mis amigas vinieron a felicitarme. Aunque no había ganado, sentí que había logrado algo mucho más importante. La rivalidad con Ben no se había resuelto del todo, pero habíamos dado un paso hacia la reconciliación.

A medida que nos alejábamos del gimnasio, Ben se volvió hacia mí una vez más.

—Tal vez deberíamos hablar más a menudo, Soleil. No solo como rivales, sino como... amigos.

—Quizás deberíamos —dije, sintiendo que algo nuevo estaba comenzando a surgir entre nosotros.

El torneo de esgrima había revivido viejas heridas, pero también había abierto la puerta a nuevas posibilidades. Y aunque el camino hacia la reconciliación aún era largo, estaba dispuesta a intentarlo. Después de todo, en Auradon, incluso las rivalidades más feroces pueden convertirse en las amistades más inesperadas.

Al día siguiente, mientras caminábamos por los jardines del castillo, Ben se detuvo de repente y me miró con una intensidad que nunca había visto antes.

—¿Qué pasa, Ben? —pregunté, sintiendo un nudo en el estómago.

—Nuestro odio es solo una máscara para ocultar el amor que no nos atrevemos a confesar —dijo Ben, sus palabras resonando en el silencio del jardín.

Mi corazón se aceleró, y por un momento, no supe qué decir. Pero en el fondo, sabía que tenía razón. Toda la rivalidad, la competencia, eran solo una fachada para esconder lo que realmente sentíamos el uno por el otro.

—Tienes razón, Ben. Creo que siempre lo he sabido —dije, dando un paso hacia él.

Nos miramos a los ojos, y en ese momento, supe que las cosas nunca volverían a ser las mismas. Habíamos dado un paso hacia la reconciliación, y ahora estábamos listos para explorar lo que realmente significábamos el uno para el otro.

Herederos del destino | Ben Bestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora