|| PRIMER LIBRO COMPLETO.
|| SEGUNDO EN PROCESO.
En el brillante y encantado reino de Auradon, dos príncipes, cada uno con un legado poderoso, han estado en una constante rivalidad desde que tienen memoria. Ben, el heredero carismático y noble del R...
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SOLEIL.
El sol se levantaba una vez más sobre Auradon Prep, marcando el inicio de otro día lleno de compromisos y responsabilidades. Aunque Ben y yo habíamos decidido hacer pública nuestra relación, el verdadero desafío estaba apenas comenzando: equilibrar nuestra vida personal con nuestras numerosas obligaciones.
Mi agenda estaba repleta de clases, reuniones del comité y ensayos para la próxima obra escolar. Ben, por su parte, no tenía menos compromisos. Entre sus deberes reales, reuniones con embajadores y estudios, apenas nos quedaba tiempo para nosotros. Pero cada vez que nos encontrábamos, incluso en los pasillos abarrotados de la escuela, una simple sonrisa suya hacía que todo valiera la pena.
Esa mañana, mientras repasaba mis notas para la clase de matemáticas, recibí un mensaje de Ben:
—"Encuéntrate conmigo en el jardín durante el almuerzo. Necesito un respiro. —Ben"
Sonreí ante la pantalla de mi teléfono y respondí rápidamente:
—"Allí estaré. —Soleil"
Las clases pasaron volando y, finalmente, llegó la hora del almuerzo. Me dirigí al jardín, donde encontré a Ben esperándome bajo nuestro árbol habitual. Parecía cansado, pero al verme, su rostro se iluminó.
—¡Hola, Sol! —exclamó, levantándose para abrazarme.
—Hola, Ben. ¿Todo bien? —pregunté, preocupada por su expresión.
—Solo ha sido una mañana larga. Reuniones interminables sobre los acuerdos comerciales y luego una discusión sobre la seguridad en la próxima recepción. A veces siento que no tengo un momento para respirar —dijo, dejándose caer en la hierba.
Me senté a su lado y tomé su mano.
—Lo sé, Ben. Ambos estamos ocupados, pero siempre encontraremos tiempo el uno para el otro. Estamos juntos en esto —respondí, mirándolo a los ojos.
Ben suspiró y sonrió débilmente.
—Gracias, Sol. No sé qué haría sin ti.
Pasamos el almuerzo hablando de nuestras respectivas jornadas, riéndonos de los pequeños detalles que nos habían estresado y disfrutando de la tranquilidad del jardín. Estos momentos robados eran nuestro refugio, un escape del caos que nos rodeaba.
Después del almuerzo, me dirigí a la reunión del comité, mientras Ben se preparaba para su clase de diplomacia. Nos despedimos con un rápido beso y una promesa de vernos más tarde.
•••
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