C40: La compañía silenciosa.

177 11 0
                                    

Desde nuestra conversación en el jardín, Soleil y yo habíamos empezado a pasar más tiempo juntos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Desde nuestra conversación en el jardín, Soleil y yo habíamos empezado a pasar más tiempo juntos. No era algo planeado, simplemente sucedía. Nos encontrábamos en los pasillos, en la biblioteca, en los jardines, y cada encuentro parecía natural, como si siempre hubiéramos estado destinados a estar juntos.

Hoy, nos habíamos escabullido a la biblioteca después de clases. Era un refugio tranquilo, lejos de las miradas curiosas y los susurros constantes que parecían seguirnos a todas partes. Nos acomodamos en una esquina apartada, rodeados de estantes llenos de libros antiguos.

—¿Alguna vez has leído esto? —pregunté, sosteniendo un libro de cuentos clásicos que encontré en una de las estanterías más altas.

—Sí, cuando era niña. Mi mamá solía leerme esos cuentos antes de dormir —respondió Soleil con una sonrisa nostálgica—. Me encantaba especialmente la historia de Rapunzel. Siempre me hacía sentir conectada con mis padres.

Me reí suavemente, recordando las historias que solía escuchar de niño. Había algo reconfortante en compartir estos pequeños momentos del pasado.

—¿Y cuál era tu favorita? —preguntó Soleil, inclinándose un poco más cerca.

—Probablemente la de Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda. Siempre soñé con ser un caballero valiente —respondí, sintiendo una calidez en mi pecho al ver la sonrisa en su rostro.

Pasamos la tarde leyendo y hablando en voz baja, disfrutando de la compañía del otro. A medida que el sol comenzaba a ponerse, la luz dorada de la tarde iluminaba suavemente el rostro de Soleil, resaltando sus ojos verdes y su perfil perfecto. Me encontré observándola, sintiéndome increíblemente afortunado de tenerla a mi lado.

Cuando la biblioteca comenzó a vaciarse, supe que era hora de irnos. Nos levantamos y, justo cuando estábamos a punto de salir, nuestras manos se encontraron brevemente. Fue un toque ligero, pero sentí una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo.

—Nos vemos mañana, Sol —dije, tratando de mantener mi voz casual.

—Sí, Ben. Hasta mañana —respondió ella, con una sonrisa que hizo que mi corazón se acelerara.

Mientras caminaba de regreso a mi habitación, no podía dejar de pensar en lo increíble que había sido nuestro día. Estaba empezando a enamorarme de Soleil, y aunque trataba de mantenerlo en secreto, sabía que nuestros amigos y compañeros comenzarían a darse cuenta tarde o temprano.

 Estaba empezando a enamorarme de Soleil, y aunque trataba de mantenerlo en secreto, sabía que nuestros amigos y compañeros comenzarían a darse cuenta tarde o temprano

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

SOLEIL.

Desde aquella conversación en el jardín, Ben y yo habíamos empezado a pasar más tiempo juntos. Cada día, encontrábamos un momento para estar solos, compartiendo risas y confidencias. Intentábamos ser discretos, pero sabía que nuestros amigos empezaban a sospechar.

—¿Qué pasa entre tú y Ben? —preguntó Jane un día, con curiosidad en los ojos.

—Nada, Jane. Solo somos buenos amigos —respondí, intentando sonar convincente.

—¿Solo amigos? —repitió, levantando una ceja—. Porque parece que hay algo más.

—Te prometo que no hay nada —dije, aunque el tono de mi voz no era tan seguro como esperaba.

Las preguntas de Jane eran solo el comienzo. Lonnie y Evie también empezaron a hacer comentarios y, aunque intentaba mantener la calma, no podía evitar sentirme cada vez más nerviosa. No quería que nuestras familias se enteraran antes de que estuviéramos listos para contarles.

Una tarde, después de nuestras clases, Ben y yo nos encontramos en los jardines. Nos sentamos bajo el roble que se había convertido en nuestro lugar especial. Era un refugio tranquilo, lejos de las miradas inquisitivas de nuestros amigos.

—¿Cómo ha ido tu día? —pregunté, intentando mantener la conversación ligera.

—Ha sido intenso, pero bien. He tenido que atender algunos deberes reales, y me he reunido con algunos consejeros —respondió Ben, suspirando—. Pero ahora que estoy aquí contigo, me siento mejor.

—También he tenido un día ajetreado. Jane y Lonnie no dejan de preguntarme sobre nosotros —dije, sintiéndome un poco abrumada.

—Lo sé. Evie me ha estado haciendo preguntas también. Es difícil mantener esto en secreto —dijo Ben, tomando mi mano entre las suyas.

—Pero debemos intentarlo, Ben. No quiero que esto se arruine antes de que tengamos la oportunidad de descubrir qué es realmente —dije, apretando su mano con fuerza.

Pasamos el resto de la tarde hablando de todo y de nada, disfrutando de la compañía del otro. Cada momento que pasaba con Ben se sentía especial, y aunque intentaba mantener nuestros sentimientos en secreto, sabía que no podría hacerlo por mucho tiempo.

Un día, mientras caminábamos por los pasillos, Evie se nos acercó con una sonrisa maliciosa.

—Hola, chicos. ¿Qué están haciendo? —preguntó, con un tono que sugería que sabía más de lo que decía.

—Nada, solo dando un paseo —respondí rápidamente, intentando sonar despreocupada.

—¿Solo un paseo? Porque últimamente parece que siempre están juntos —dijo Evie, arqueando una ceja.

—Somos amigos, Evie. No hay nada más que eso —dijo Ben, aunque pude notar un ligero temblor en su voz.

—Claro, amigos. Bueno, los dejaré a sus "asuntos de amigos" entonces —dijo Evie, guiñando un ojo antes de alejarse.

Suspiré, sintiendo el peso de la situación. Sabía que no podríamos mantener esto en secreto para siempre, y cuanto más tiempo pasaba, más complicado se volvía.

Esa noche, mientras estaba en mi habitación, recibí un mensaje de Ben.

—"Necesitamos hablar. ¿Puedes venir al jardín?"

Salí rápidamente, encontrándome con él bajo el roble que se había convertido en nuestro lugar especial.

—¿Qué pasa, Sol? —preguntó, preocupado por la expresión seria en mi rostro.

—No sé cuánto tiempo más podemos seguir así, Ben. No quiero que nos descubran y arruinen lo que tenemos —dije, con lágrimas en los ojos.

Me abrazó, sintiendo su cuerpo temblar ligeramente.

—Lo sé, Sol. Pero encontraremos una manera. No dejaré que nada nos separe —dijo, acariciando mi cabello.

Nos quedamos así durante un rato, disfrutando de la tranquilidad del jardín y la calidez de nuestra cercanía. Sabía que enfrentaríamos muchos desafíos, pero estaba decidida a estar con Ben, sin importar las dificultades que se presentaran.

Durante las semanas siguientes, Ben y yo continuamos encontrándonos en momentos robados, siempre buscando un lugar donde pudiéramos estar solos. Nuestros amigos y compañeros seguían observándonos con curiosidad, y cada pequeño gesto que compartíamos parecía ser analizado minuciosamente.

Herederos del destino | Ben Bestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora