C11: En busca de respuestas.

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Soleil.

Me pasé todo el día buscando a Ben, esperando poder intercambiar información con él y ver si tenía algo nuevo que pudiera ayudarnos a desentrañar este embrollo. Pero alguien me dijo que había salido a una cita con Mal. Esa noticia me desconcertó. No sabía si Ben había caído completamente en el hechizo o si seguía teniendo momentos de lucidez. Había investigado sobre lo que un hechizo de amor así podía causar, y todo apuntaba a que era uno de los más poderosos, con una efectividad casi completa. Me resultaba extraño que Ben pudiera tener momentos lúcidos en los que descubría que algo pasaba con él.

Mientras esperaba a que Ben me buscara, decidí apoyar a Jane con algunas cosas que faltaban para el Día de la Familia, que sería al día siguiente. Jane estaba nerviosa, preocupada porque los familiares de los chicos de la Isla de los Perdidos no podrían asistir al evento. Tranquilizarla fue un reto, pero le recordé que era imposible que sus padres salieran de la isla. Aun así, queríamos que se sintieran incluidos.

—Jane, ¿te parece si organizamos una videollamada para que los chicos de la isla puedan hablar con sus familias ese día? —le sugerí mientras revisábamos los preparativos.

Jane asintió, aunque sus manos temblaban un poco. —Sí, creo que eso les haría sentir mejor. Gracias, Soleil. No sé qué haría sin tu ayuda.

Sonreí, aunque por dentro mi mente estaba en otro lugar. Ben. Necesitaba saber qué estaba pasando con él. El hecho de que Mal y él estuvieran en una cita me ponía nerviosa. ¿Y si el hechizo ya lo había atrapado completamente?

Pasé la tarde ayudando a Jane y hablando con el Hada Madrina para organizar la videollamada. La idea era buena, y sabía que significaría mucho para los chicos de la isla. Sin embargo, mi mente seguía en Ben. Intenté concentrarme en el trabajo, pero mis pensamientos siempre volvían a él y a Mal.

Finalmente, la noche cayó y me dirigí a mi habitación, esperando que Ben me buscara pronto con alguna actualización. Necesitábamos descubrir qué estaba pasando antes de que fuera demasiado tarde. La coronación se acercaba rápidamente, y con ella, la posibilidad de que los chicos de la isla consiguieran lo que querían.

Me senté en mi escritorio y saqué mis notas, repasando todo lo que había aprendido sobre los hechizos de amor. Necesitaba estar preparada para cualquier cosa. Porque, aunque odiara admitirlo, Ben necesitaba mi ayuda. Y yo haría todo lo posible por Auradon, incluso si eso significaba trabajar junto a alguien que apenas podía soportar.

La verdad era que Ben siempre me había caído mal. Su actitud altanera y su constante necesidad de demostrar que era un líder natural me sacaban de quicio. A veces, parecía que todo lo que hacía era para llamar la atención y mantener su imagen perfecta. No podía soportar su sonrisa engreída ni la manera en que hablaba con esa condescendencia velada.

—Soleil, ¿puedes creerlo? ¡Una cita con Mal! —dijo Morven, mi mejor amiga, mientras nos encontrábamos en el comedor.

—Me cuesta imaginarlo —contesté, tratando de sonar neutral.

—Sé que no te gusta Ben, pero esto es raro incluso para él —dijo Morven, jugueteando con su pelo castaño.

Asentí. —Es raro, y muy preocupante. Pero haré lo que tenga que hacer por Auradon. No es como si él fuera la razón por la que estoy haciendo esto.

Morven me miró con simpatía. —Sé que lo haces por el reino, pero aún así, lidiar con Ben debe ser un dolor de cabeza.

—Más que eso —respondí, con una mueca—. Pero alguien tiene que hacerlo, y parece que me ha tocado a mí.

Después de la cena, me dirigí a la biblioteca para continuar investigando. Me sumergí en los libros, buscando cualquier pista sobre cómo podríamos revertir el hechizo o, al menos, entenderlo mejor. Cada página que leía aumentaba mi frustración. ¿Por qué Ben no podía manejar esto por sí mismo? Siempre tenía que ser el héroe, el que solucionaba todo, pero ahora, cuando realmente importaba, estaba completamente perdido.

Horas más tarde, cuando finalmente regresé a mi habitación, estaba agotada pero determinada. El Día de la Familia era al día siguiente, y necesitábamos tener todo bajo control. Si Ben necesitaba mi ayuda, se la daría, pero no sin recordarle lo incompetente que era en este asunto. No podía permitir que su arrogancia y su incapacidad para ver más allá de su propia nariz pusieran en peligro a Auradon.

Me tumbé en la cama, cerrando los ojos y esperando que el día siguiente trajera alguna respuesta. Porque, aunque Ben me cayera mal, sabía que nuestro objetivo común era más grande que cualquier animosidad personal. Y yo estaba dispuesta a soportar su compañía por el bien del reino, aunque tuviera que morderme la lengua para no decirle exactamente lo que pensaba de él.

Pero, justo cuando empezaba a caer en un sueño profundo, me desperté sobresaltada. Había soñado con Ben y Mal. En mi sueño, Ben estaba bajo el hechizo de amor, actuando como un tonto enamorado, mientras Mal reía a su lado, disfrutando de su control sobre él. Me senté en la cama, tratando de calmarme y entender por qué había soñado con ellos. ¿Por qué mi subconsciente se enfocaba en esa situación? ¿Qué me estaba tratando de decir?

Me desconcertaba no poder sacar esa imagen de mi cabeza. ¿Por qué soñaría con Ben y Mal? No era como si me importaran sus asuntos personales, pero algo en ese sueño me había dejado intranquila. ¿Sería una señal de que las cosas estaban peor de lo que pensaba? ¿O simplemente mi mente estaba jugando trucos conmigo?

Respiré hondo y me recosté de nuevo, decidida a no dejar que un sueño me afectara. Pero en el fondo, sabía que algo estaba cambiando. Y tenía que estar preparada para enfrentar lo que fuera, incluso si eso significaba lidiar más de cerca con Ben y sus complicaciones.

Me giré en la cama, intentando encontrar una posición cómoda mientras mis pensamientos se arremolinaban. Finalmente, el cansancio me venció y volví a quedarme dormida, con la esperanza de que el nuevo día trajera alguna claridad a este enredo.

Herederos del destino | Ben Bestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora