Capitulo 7. Apagó la intención

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Annette

Annette salió del vehículo vuelta una furia, con una seguridad que en verdad no sentía, pero quería demostrarte que él no manejaba su vida. Era más grande la necesidad de demostrarle al mundo que ella no era La inocente damisela en peligro, en una ciudad grande sin familiares que la defendiera quería demostrarle al mundo que ella podía ser fuerte si la situación lo ameritaba.

Pero la realidad fue otra.

Los flashes comenzaron a deslumbrar sus ojos parpadeó intentando acostumbrarse a la cantidad de flash que se accionaban frente a ella, tomando fotos de su rostro, vestimenta, todo sobre ella.

—Pero qué.... —murmuró y se le humedecieron los ojos.

A eso se refería él cuando le dijo que iba a cuidarla.

Sólo que ella no se lo había permitido.

—Señora Bourdeu, ¿porque regresó? ¿que sucedió entre usted y Antoine Bourdeu? ¿por qué no están viviendo juntos en el mismo apartamento? ¿él le fue infiel? ¿usted ya no lo quiere? —la periodista que tenía enfrente amenazaba con invadir por completo su espacio personal y bombardearla a preguntas irritantes.

—Quítame las manos de encima. No sea maleducada —le dijo y dio un paso hacia atrás, pero chocó contra un una pared de cemento humana. Al subir el rostro para disculparse por haber pisado los lustrosos y brillantes zapatos, se encontró con el rostro de su esposo frente a frente.

—Mi esposa acaba de decirle que se aleje. —La voz de Antoine se hizo escuchar de inmediato y la mujer se alejó de ella al instante.

Pero no detuvo las preguntas.

—Señor Antoine, ¿es cierto que ahora van a retomar su relación? ¿porque se alejaron? necesitamos respuesta.

—Lo que necesita es alejarse de mi mujer.

Ella se sintió respaldada y resguardada algo que por meses había escaseado en su vida.

la soledad era su mejor compañía en el tiempo que estuvo separada de Antonio y debía recordarse que iba a seguir siendo, así pues esa semana que ella le había aceptado a él, era solamente un medio para un fin: conseguir su libertad y separarse de una vez por todas del hombre que la había manipulado para hacerte por la compañía de su padre.

La mujer le sonrió a Antonio con los ojos brillantes de un color azul intenso y su pelo rubio acabado de salir del salón de belleza.

Esa era el efecto que el causaba en las mujeres.

—¿Ya no se aman? —preguntó la mujer con toda la intención de ofenderla.

Anette respiró profundo y fue ella quien respondió antes de que Antonio le dijera unas cuantas imprecaciones.

—Ese no es su problema. ¿cierto, señorita... —Ella miró el gafete que tenía la joven pegado a la camisa negra mangas largas y le sonrió igual d e hipócrita a la mujer —... Carola? No creo que sea su problema si mi esposo y yo estamos juntos o no.

—Usted se fue y lo dejó en su noche de bodas. Justo el día que se casaron, haciendo una boda en la iglesia San Bennet. ¿por qué lo dejó? ¿por que regresa ahora? Hace 6 meses que no está viviendo con su esposo...

—Me tiene muy bien cogida la pista, Carola. — ella sonrió y se acercó a la joven, el camarógrafo la enfocó de lleno, estaban rodeados de periodistas pero no se dejó amedrentar.

El nombre le resultaba familiar. En algún lugar lo había visto, pero no lograba a recordar donde.

Entonces, como por arte de una varita mágica, recordó en donde había escuchado sobre una periodista llamada Carola.

Carola Roghe.

Ella hizo un artículo bastante extenso y superficial sobre su escapada el día de la boda.

Tal parecía que la información de su ruptura se hizo de manejo público de inmediato, casi la misma noche en la que ella se fue.

Carola Roghe fue la autora de ese artículo tan despreciable y ofensivo.

—¿Se entretiene metiéndose en donde eno le llaman? ¿Haciendo preguntas hirientes?

—Le duele mucho la verdad, señora Bourdeu ¿no? ¿Sigue siendo Bourdeu o los rumores de su boda precipitada son ciertos? ¿Van a divorciarse?

El cuerpo de Annette se estremeció y abrió los ojos de par en par al escuchar las palabras de esa mujer tan despreciable.

¿Tan publica era su vida?

¿Tanto habían hablado de ella?

Al irse de la gran ciudad donde Antoine era bastante conocido, pensó estando triste y siendo inocente, que al alejarse de esa ciudad que tan malos recuerdos le traía, también se alejaba del foco de las camaras.

Sintió la smanos de Antoine apretarse más junto a su cuello y supo que aquello lo había molestado también.

—¿Es cierto que va a contraer matrimonio con su amigo de la infancia? — Annette se giró hacia la voz de otra mujer que masticaba goma d e mascar de manera exagerada. —¿Se va a divorciar del Bourdeu para casarse con él? ¿Pará eso vino?

Eran buitres.

Daba gracias al cielo que Antoine estaba allí.

¿Pero porqué no intervenía?

¿Por qué se quedaba allí escuchando como todas esas personas la atacaba y acribillan a preguntas?

—Mi vida personal no les concierne. —respondió subiendo la barbilla y mirando a los focos de manera furiosa. —Ustedes se alimentan de los sentimientos y desgracias de los demás, lucrandose de la tristeza de otros. ¿No les avergüenza pasar la vida de ustedes viviendo la vida de otros ? — puso los ojos sobre Carola y le miró con desprecio. Algo le decía que ella era quien había conseguido la información y corrido la voz. —¿no le da vergüenza, Carola? ¿Llegar a casa y encontrarse sola a pesar de pasarse el día sufriendo por otros? ¿Me sufre, no? ¿Por qué? ¿Porque siente que no soy suficiente para mí esposo? —Annette dejó salir un suspiro de lo más fingido. — Tenga por seguro que usted lo es menos.

Antonio tenía las manos alrededor de su cuello y el calor de las palmas de él, iba trasladándose a través de su espina dorsal e infundadole tranquilidad.

—Yo... Yo.. .

—Más le vale que se mantenga alejada de mi y de mi esposo, si quiere seguir conservando su carrera como chismosa. —los periodistas de poca monta quedaron en shock al escuchar las palabras que ella le lanzó a la mujer.

Carola parpadeó y miró encima de su cabeza.

El cuerpo de la mujer se estremeció y dio un paso atrás, lo que sea que había visto en los ojos de Antoine no le dio paz, la asustó.

—Debo... Si me disculpan..

—Hágale caso a las palabras de mi mujer. —Antoine se colocó a su lado y agarró su mano. Annette no se alejó.

Sin él allí a su lado, se hubiera desmayado.

Subió los ojos hacia él y no pudo determinar lo que cruzaba por su mente en ese momento.

—Ahora, si nos disculpan. Tenemos cosas que hacer. Le spido de la manera más cordial que se muevan o me veré en la obligación de olvidar mi educación. —Los hombres comenzaron a temblar y a guardar las cámaras así como las grabadoras de color gris.

En menos de dos minutos la calle estaba desierta y lista para que ellos pudieran irse por fin.

—Gracias... —murmuró mientras se acercaba a la puerta del carro y tiraba del manubrio.

Sin embargo, la mano de Antoine no le permitió entrar al vehículo.

Él se acercó a ella y le colocó las manos en su mandíbula y cuello.

Sin darle oportunidad a entender su intención, Antoine la besó con fuerza.


AMANTE DEL FRANCES (EN EDICION ORTOTIPOGRAFICA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora