—Madre— murmuró cuando vio a la mujer embutida en un vestido beige con encaje en los hombros, que le llegaba hasta las rodillas y mostraba unos tacones blancos con destellos plateados.
Su madre siempre vestía elegante, su familia en general tenía un estatus muy importante que mantener y el cual había pasado de una generación a otra, su hermano y él no era la excepción.
Supo en la instante en que Annette se tensó, sus hombros se cuadraron y no tuvo que verle la cara para saber que no esperaba ver el rostro de su madre al abrir la puerta.
—Cecile— murmuró entre los dientes vio el gesto de su madre de desagrado.
Antoine tuvo que intervenir poniéndose delante de Annette y haciéndose cargo de la situación.
—Madre, como podrás notar, Ahora mismo estoy ocupado con mi esposa. Te agradezco que si no es importante lo que vas a decirme, lo dejemos para otro día. —sabía que había sido muy brusco pero tampoco tenía interés en escuchar a su madre. En ese momento lo único que quería era arrodillarse frente a Annette y pedirle perdón una y mil veces por el error que había cometido. Merecía ser lacerado con un látigo hasta que su espalda sangrara.
—¡Pero qué cosas dices, Antoine! ¿Te has vuelto loco? ¿como eres capaz de hablarle así a tu propia madre? ¡has perdido el respeto por la mujer que te ha traído al mundo! Ya veo que juntarte con personas poco educadas te ha cambiado
Su madre hizo el último comentario y el casi pudo jurar que escuchó un flamante "oh" de los labios de Annette.
Era cierto, él jamás le hablaba así a su madre. Siempre manteniendo una línea de respeto, pero dada la circunstancia en que su matrimonio se había visto afectado por seguir con los estigmas y con los reglamentos que su madre le había instaurado desde pequeño, no deseaba perder el tiempo. Si tenía la oportunidad de evitar su divorcio, iba a hacer lo que estuviera en sus manos.
Toda su vida se había visto reducida al momento en que pensó que su mujer le había sido infiel, por una treta de su hermano. En ese momento no tenía nada más que pensar, lo único que se imaginaba al cerrar los ojos era el cuerpo desnudo de Annette junto al suyo y él apoderándose de su virginidad.
No. Aquel no era un buen momento para recibir a su madre. Terminaría ofendiéndola aún más de lo que ya había hecho.
—Me trajiste al mundo, puedes decirlo una y mil veces, es cierto. Tienes razón. —habló apresuradamente y sintió como Annette se alejaba. No escuchó sus pasos, pero tampoco fue necesario girar la cabeza para darse cuenta que su esposa ya no estaba allí. Su madre seguía parada frente a él afuera de su apartamento y lo miró con las cejas levantadas.
—Así que es cierto—dijo al cabo de unos segundos. —La oveja negra ha regresado con su esposo.
—No la llames así. —la defendió en automático.
—¡Te ha sido infiel! ¡te ha puesto los cuernos con ese hombre que fue a tu propia boda! ¿cómo es posible que la tengas en tu departamento? ¿no tienes vergüenza? ¿tan mal te criado y educado como para que le aguantes estas vulgaridades a esa mujer?
—Esa mujer de la que habla, es mi esposa, y no voy a aceptar que hables así de ella. Si no tienes nada importante que comunicarme te pido que vuelvas luego. Ahora tengo muchas cosas que tratar con mi mujer.
—¿En esas fachas? ¿Qué clase de ropa estas usando? ¿Vas al gimnasio a esta hora? — su madre ignoró su comentario, lo empujó haciéndolo a un lado y se adentró en el departamento.
Antoine apretó la mandíbula.
¡Que Calvario! ¿qué diablos había hecho para merecer tal atropello por parte de su madre?
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AMANTE DEL FRANCES (EN EDICION ORTOTIPOGRAFICA)
RomanceAnnette Maréchal a sus veinticuatro años, ha entendido por fin la diferencia entre: ser amada y ser utilizada. Al conocer a Antoine Bourdeu, creyó que su vida iba a estar finalmente completa. Contrajo matrimonio con él, a los dos meses después de co...