Días después
—¿Sabías que este es uno de los lugares más visitados de todo Burdeos? es conocido por las grandes cantidades de ostras que se comercializan al año.
—¿Vienes mucho aquí? —le preguntó ella intrigada mientras iban caminando agarrados de la mano. La sensación era pletórica, hermosamente adictiva.
—Tanto como puedo.
—No sabía de esta parte de Francia. No suelo salir mucho. —Por no decir que no había tomado un avión hasta que lo conoció a él.
—Me imagino que no, arañita. Tú cabecita siempre está en otras partes.
—¿Es turístico esto aquí, entonces?
—Toma —le dijo él sacando una de las galletas de la bolsa que habían comprado en uno de los mercados. —Sí, vienen muchos turistas. Tanto por los viñedos como por la zona de pesca y mariscos. Aquí cultivamos la Cabernet Sauvignon y la Merlot.
—No sabía...
—Sé que no. Siempre tienes metida la cabeza en los libros y en los problemas de los demás.
—Gracias por la galleta, están buenísimas. —le respondió ella sonriendo y obviando el comentario.
Aunque él tenía mucha razón.
Annette nunca había sacado tiempo para ella.
Se encontraba perdida cuando tenía tiempo libre.
Estaba acostumbrada ayudar a otros, fueran de su familia, de su círculo social o no.
—Me gusta tenerte a mi lado. —le dijo él sonriendo de vuelta y aquello le trajo una felicidad indescriptible.
Estaba tan enamorada de su esposo que no tenía tiempo de pensar en nada más. Pero debía hacerlo. Debía sacar el tiempo porque un hombre le estaba esperando en New York, un hombre con el que se suponía debía casarse.
Pero ellos no habían hablado de eso.
Aún no.
Así que decidió que debía hacerlo pronto, pues debía tener una respuesta para Pierre.
—¿Qué vamos a hacer con los papeles del divorcio? —Antoine no respondió y ella se preparó para lo peor. Evidentemente él podía encontrar una y mil razones para decirle que el divorcio debía llevarse a cabo y que quería tenerla en su vida sólo como su Amante.
Era obvio que en el sexo se compenetraban y estaban hechos el uno para el otro, aunque él decía amarla, los miedos seguían estando allí, su familia seguía sin tolerarla, sin contar con que no había regresado a su pueblo, a donde su padre desde hacía meses, por miedo a que este la odiara por él haber perdido su compañía.
Dentro de 2 días iban a regresar a la ciudad y no sabía qué iba a encontrar cuando llegara. Su teléfono celular no había parado de sonar, tanto su amiga Maya como Pierre, ambos buscando respuesta de ella, saber cuándo regresaba.
Respuestas que ella aún no estaba lista para darles.
Era mágico estar allí, alejados de todos, de sus malas opiniones y cizañas.
Pero era casi tiempo de regresar.
Antoine se dirigió hablar con el dueño de una tienda de mariscos y la dejó allí de pie sintiendo como las piernas le temblaban.
Cuando él regreso le preguntó de inmediato a que había ido, pues ella le había hecho una pregunta importante y necesaria.
Uno de los dos debía tocar el tema.
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AMANTE DEL FRANCES (EN EDICION ORTOTIPOGRAFICA)
RomanceAnnette Maréchal a sus veinticuatro años, ha entendido por fin la diferencia entre: ser amada y ser utilizada. Al conocer a Antoine Bourdeu, creyó que su vida iba a estar finalmente completa. Contrajo matrimonio con él, a los dos meses después de co...