Antoine Bourdeau
Antoine salió de la oficina pasado el mediodía, puso todo en orden ntes de largarse, papeles, documentaciones, se encargó de que cada uno de los documentos pendientes por firma compras, ventas y procesos legales estuvieran en orden.
Lo que tenía que hacer necesitaba que él estuviera concentrado, lo que él ameritaba hacer iba a capturar toda su atención, Por ende necesitaba pensar, necesitaba enfocarse.
Se subió en su automóvil y condujo directo hasta el apartamento de su hermano, al ser pasado el mediodía estaba seguro que lo encontraría allí. Joseph no era más que un niño rico que aún sus 30 años seguía comportándose como un adolescente incapaz de mantener un trabajo, aunque fuera en su propia compañía.
Su madre se lo había dicho una y otra vez a medida de que Antoine iba encargándose de todo en la empresa.
Su hermano era la prueba viviente de que se podía hacer rico de cuna y aún así estúpido en sobremanera.
Aún teniéndolo todo carecía de las cosas importantes: Decencia, respeto, deseo de superación.
Antoine se subió en el automóvil y condujo deprisa, en 10 minutos estuvo frente al edificio Grianddigh que era donde vivía su hermano. Tomó el ascensor y llegó el quinto piso, pocas veces había visitado a Joseph en el tiempo que lleva viviendo allí, no era de hacer visitas sociales, prefería trabajar y en caso de no estar laborando día y noche, escogía escaparse a un lugar donde nadie lo conociera, donde no tuviera el foco de la cámara persiguiéndolo y pisándole los talones.
—¡Abre la puerta! —gritó.
Lo había estado llamando toda la mañana.
No obtuvo respuesta pero estaba seguro, absolutamente seguro que el estaba allí. Su hermano se levantaba tarde, almorzaba aún más tarde y después de las 4, cuando el sol se ponía, era muy probable que lo encontrara en algún bar tomando hasta perder la conciencia o en su defecto Maquinando alguna idea para alejarlo de su esposa.
SÍ, pensó con rabia.
Definitivamente su hermanito había cambiado a las ligas mayores y ahora era tan irritante como un despreciable desconocido.
—¡Abre la maldita puerta! ¡sé que estás ahí! ¡Joseph abre la puerta y da la cara! —golpeó la puerta con el puño una y otra vez, hasta que el ruido fue tan incómodo de soportar que su hermano se vio obligado a dejarlo pasar.
—¿Qué diablos quieres? te dije que no estoy disponible..
—Y yo te dije que vas a hablar conmigo Ahora mismo.
—Hablamos más tarde.— Su hermano no se movió de la puerta y Antoine lo empujó haciendo que se cayera de culo y que el golpe sonara como si un edificio se hubiese colapsado.
Su hermano era igual de alto que él pero no con tanta fuerza como para enfrentarse. Ambos ya lo habían visto en su enfrentamiento una semana atrás cuando él había llegado y se había burlado de su esposa, ofendiéndola hasta que Antoine había terminado golpeándolo, hasta hacerlo sangrar.
De no haber sido porque Ana lo detuvo su hermano no estaría aquí contándola.
—Estoy ocupado— le dijo levantándose del suelo y arreglándose el pantalón corto de algodón que llegaba hasta sus rodillas.
Su hermano estaba desnudo de la cintura para arriba, pies descalzos, cabello rubio desarreglado y Antoine sospechó que no había estado durmiendo cuando lo interrumpió.
Una voz salió de la habitación de él y Antoine supo de inmediato que esa voz la había escuchado antes.
—¿Muy ocupado, no? —dijo abrió los ojos y enarcó las cejas con gesto molesto.
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AMANTE DEL FRANCES (EN EDICION ORTOTIPOGRAFICA)
RomanceAnnette Maréchal a sus veinticuatro años, ha entendido por fin la diferencia entre: ser amada y ser utilizada. Al conocer a Antoine Bourdeu, creyó que su vida iba a estar finalmente completa. Contrajo matrimonio con él, a los dos meses después de co...