Capitulo 17. Ella es la culpable

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—¿Qué diablos estás haciendo aquí? —que le preguntó a su hermano, cubriendo a Ana lo más posible con su cuerpo.

Su pene que estaba duro hacía un momento, se volvió flácido entre sus piernas, por la ira y deseos de golpear que sintió al ver a su hermano Joseph.

Al darse cuenta que el hombre que tenía enfrente era un completo desconocido, un hombre capaz de hacer daño... ¿Que cual propósito? ¿Qué demonios ganaba él con alejarlo de Ana?

—Será mejor que te cubras hermano. No estoy interesado en ver las joyas de la familia.

—Vete a la mierda. Tú fuiste quien entró a mi departamento. .

—Sí, ya noto que entré en muy mal momento. —él sonrió y levantó un poco la cabeza para ver detrás del cuerpo de Antonio. —Aunque no me molesta...

—Ni se te ocurra moverte de ahí— le dijo.

—¿O qué? ¿vas a pegarme por ver el cuerpo desnudo de tu esposa? —Joseph volvió a sonreír. Sus ojos azules centellearon y Antoine apretó los puños. —.. Bueno, casi ex esposa. —se corrigió el dando una carcajada sarcástica.

—¿Te divierte esto, Joseph?— escuchó que decía Ana detrás suyo.

Antoine se tensó de pies a cabeza al escuchar a su mujer dirigirse en ese tono a su hermano.

No porque Joseph fuera a hacerle daño d e alguna forma, te dirá que matarlo a él antes de ofender o lastimar a Annette.

Pero le preocupaba algo más, porque el sabía lo que iría después de ese tono.

—No me divierte. La verdad lo encuentro desagradable..

—¡Jódete!

—¡Eso es! ¡Sácalo! Saca la cualquiera que llevas dentro!

—Cuida tus palabras, Joseph. —gruñó Antoine dando un paso hacia el.

—¡Uy! cuidadito. No estoy interesado en ver el cuerpo de Annette. Aunque si me lo pones en bandeja de plata..

—¡Joseph! — rigió su mujer y se deshizo de su agarre, moviéndose veloz, pasó por el lado de Antoine sin que el pudiera agarrarla.

Ella levantó la toalla del suelo y se la colco alrededor del cuerpo.

—¿Te crees muy hombre, no? ¿Muy superior a mi, cierto? ¿Crees que me intimidas? ¡Vete al carajo!

—Annette... —Antoine se acercó a ella de dos zancadas y puso una mano alrededor de su nuca. —Tranquila, arañita —le susurró. —Ya me encargo yo.

—¿Que? ¿que vas a hacer Antoine? ¿Que hará el conservador y metódico herededor de la fortuna Bourdeau?

Antoine perdió la compostura al escuchar la sorna en sus palabras.

Se acercó a su hermano y le estampó un puño en el rostro, seguido de un segundo que hizo que Joseph se trastabillara y perdiera el equilibrio cayéndose estrepitosamente.

Él tenía razón. Era el Heredero de toda la fortuna Bourdeau, porque su padre así lo había dispuesto esto antes de morir, y por más que él sabía que su madre quería repartir entre ambos hermanos las empresas y terrenos, no había podido hacerlo. Antoine incluso en algunas Noches de soledad, había meditado y sentido que podría cederle algunos de los terrenos para que su hermano hiciera uso de aquellos. Pero entonces Joseph cometía una cargada tras otra y todo volvía a su curso natural. Antoine siendo el único representante de la familia.

—¡Antoine!!

Escuchó la voz de Annette, pero no quiso hacerle caso.

No. No deseaba prestarle atención. No quería ver su rostro tampoco, porque al verlo, sabía que iba a detenerse, que iba a controlarse, y su hermano no merecía que se controlara.

AMANTE DEL FRANCES (EN EDICION ORTOTIPOGRAFICA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora