Annette
Se sentía estúpida.
Por un momento había creído que podía pasar una semana completa con él.
inocente.
Había pensado que deseaba hacer algo por sí misma, tomando ella la decisión, deseaba experimentar lo que se sentía tener sexo con Antoine, pero le había salido el tiro por la culata.
¿cómo era posible que ese hombre con sólo respirar junto a ella pudiera desestabilizar su mundo completo y hacerla repensar en la decisión de casarse con Pedro?
Pedro era su amigo desde hacía tantos años, lo conocía en todas sus versiones, no había sorpresas estando a su lado. No habia mentiras, no había falacias.
Al menos eso había pensado hasta ese momento, porque si un hermano era capaz de crear una mentira tan grande, como que ella le había sido infiel a Antoine, ya no sabía si era posible confiar en alguien.
No quería que la sorprendieran siendo inocente, siendo tan crédula.
Sr había ido a New York con Maya meses atrás, después del rompimiento con Antoine, intentando escapar de su poder.
Vivía en un apartamento ligeramente acomodado y era maestra en un colegio de escasos recursos, trabajando con infantes entre 4 y 8 años.
Le gustaba su vida tranquila, pretendía regresar a Francia al momento de casarse con Pedro.
Pero maldita sea, ahora ya no sabía qué hacer.
Quería quedarse allí, quería probar del fruto prohibido, ese que le habían negado... que ella misma se había negado al irse en su Noche de bodas.
Si ella iba a casarse con un hombre que no quería, lo justo era disfrutar una semana con ese al que ella tanto amaba.
Después pasar página y si era necesario cambiar de libro, lo haría. Borraría a Antoine de su vida.
Pero antes de hacerlo, algo le decía, una pequeña parte de ella le exigía darse el gusto de ser poseída por su esposo.
Sin darse tiempo a madurar la alocada idea, se quitó la ropa rápidamente y cruzó el pasillo a toda velocidad, desnuda de cuerpo completo, mirando de reojo para que nadie observara su cuerpo. No había nadie cerca del pasillo, escuchaba voces pero no sabía de quién.
Antoine se llevaría una sorpresa.
Si ella deseaba que Antoine le hiciera el amor, lo justo era tomar el control de la situación, sólo así podía convencerlo y convencerse a sí misma de que aquello era lo correcto.
Quizá no lo correcto, pensó entonces.
Pero si lo que deseaba, se dijo.
Se acostó en la cama de Antoine, retirando suavemente el edredón y cubriéndose hasta la cintura con la sabana blanca. Tenía los senos pequeños usaba copa A de sostén, cosa que siempre la había avergonzado, pero que Antoine había resaltado su belleza, una que ella no había sentido hasta el momento en que lo conoció. Tenía los labios ligeramente finos, el de arriba más grueso de lo común, de lo que las revistas del corazón mostraban en sus modelos y eso lo había había avergonzado por muchos años, hasta que Antoine le dijo que era la boca más hermosa que había visto jamás la boca más suave que había tocado, ese hombre era un infierno con traje y corbata, uno que deseaba que la quemara.
Escuchó el click de la puerta y luego los pasos de los pies descalzos de Antoine, su corazón comenzó a latir deprisa.
¿quién había ido a esa hora de la noche? ¿quién había hablado con Antoine? ¿sería una mujer? le había dicho que ninguna había ido a su apartamento, era su espacio, y ella quería creer en sus palabras, aunque se dijo que no era necesario creer en sus palabras mucho más que en sus acciones, ya nada podía cambiar, el divorcio era inminente, se iba a casar con Pedro, lloviera, tronara o cayera un diluvio.
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AMANTE DEL FRANCES (EN EDICION ORTOTIPOGRAFICA)
RomansaAnnette Maréchal a sus veinticuatro años, ha entendido por fin la diferencia entre: ser amada y ser utilizada. Al conocer a Antoine Bourdeu, creyó que su vida iba a estar finalmente completa. Contrajo matrimonio con él, a los dos meses después de co...