Capítulo 92. Zafiro azul de precio exorbitante.

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He Yang tenía la intención de levantar al joven del sofá, pero éste abrió los ojos y miró al hombre frente a él durante unos segundos, luego apartó la mano del hombre y volvió a acurrucarse en el sofá.

──Yan Yan──, el hombre se acercó, se inclinó sobre el joven y susurró──: Vamos a casa──. Qin Zhou simplemente dijo──: Aún no he terminado de celebrar.

──¿Qué? ──Respondió He Yang

──Cuéntame una historia.

El hombre fue muy paciente, se agachó frente al sofá y preguntó──: ¿De qué estás hablando?

Qin Zhou volvió a quedarse callado, sin moverse, absorto en sus pensamientos, por lo que He Yang preguntó──: ¿Volvemos a casa y luego te cuento una historia?

Esperó un momento y al ver que el actor no se oponía, extendió la mano y lo levantó por la cintura.

Esta vez, el joven no se resistió, simplemente se apoyó en el hombro de He Yang y repitió──: Cuéntame una historia──. El hombre asintió y lo llevó en brazos hacia la salida.

Una vez en el coche, se apoyó en el respaldo del asiento y cerró los ojos como si estuviera dormido. No pasó mucho tiempo antes de que el coche se detuviera frente al edificio de apartamentos.

La dirección de su apartamento fue proporcionada por el agente, pero He Yang también la conocía. Llevó a Qin Zhou al frente del apartamento y preguntó──: ¿Las llaves?

El joven abrió los ojos y se tomó su tiempo para entender lo que le estaban preguntando, luego sacó las llaves del bolsillo y abrió la puerta.

El apartamento estaba completamente oscuro, He Yang encendió las luces y llevó al pequeño borracho al sofá. Después se levantó de nuevo para preparar una taza de agua caliente. Sin embargo, en el sofá, Qin Zhou de repente extendió la mano y lo agarró de la muñeca. El hombre detuvo sus pasos, se agachó frente al sofá y preguntó──: ¿Qué pasa?

─¿Dónde están las fresas? ──La voz de Qin Zhou era suave──. Mis fresas.

──Te las compraré mañana──, He Yang le acarició la cabeza.

──Las quiero ahora──. Exigió el cumpleañero.

──Las compraré mañana──. Reiteró el hombre.

──Las quiero hoy──, el pequeño borracho se enfadó.

He Yang se sintió algo impotente, acarició la mejilla del joven con la palma de su mano y dijo──:¿Por qué te comportas como un niño?

──Fresas──, dijo el pequeño borracho terco. El hombre sólo pudo tomar el teléfono y enviar un mensaje a su asistente. Pronto, esa persona las trajo.

He Yang llevó las fresas al sofá y le entregó una diciendo──: Fresa.

Qin Zhou tomó la fruta y dio un mordisco quejándose al instante──: Amarga.

──¿Amarga? ──Se sorprendió ligeramente, por lo que sacó una de la bolsa y la probó──. Está dulce──, dijo mientras le entregaba otra.

El joven la tomó, dio un pequeño mordisco y se quejó──:Todavía sabe amarga──. He Yang miró más de cerca y se dio cuenta de que se estaba comiendo la hoja de la fresa; así que tomó otra, le quitó la hoja y se la pasó para que la comiera.

El pequeño borracho finalmente se comió la dulce fresa, se levantó del sofá, se apoyó en el hombro de He Yang e instó──: Cuéntame una historia.

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