Capítulo 78. Nunca fue un sustituto.

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La escena del accidente de tránsito era todo un caos. Jiang Lin sostenía al joven actor en sus brazos, su mente estaba en blanco, sin tener idea de qué hacer. Fue entonces cuando una mano se extendió desde un lado y se llevó a Qin Zhou. El chico levantó la cabeza instintivamente y vio a He Yang.

El hombre abrazó al joven que ahora estaba en sus brazos, pero él seguía con los ojos abiertos y sin mostrar reacción alguna.

──¿Yan Yan? ──susurró suavemente.

El actor aún no respondía, solo movía ligeramente los labios como si tratara de decir algo, por lo que He Yang inclinó ligeramente la cabeza y escuchó la voz del joven:

──Lo siento mucho... lo siento...mucho──. El joven repetía esas tres palabras una y otra vez.

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...Hospital privado...

El médico ya había examinado a Qin Zhou y no tenía ninguna lesión, sin embargo, seguía inmóvil, con los ojos abiertos, pero completamente aislado del mundo exterior, sin ninguna reacción a estímulos.

El médico se encontró con He Yang y preguntó delicadamente──: ¿El paciente ha experimentado alguna situación estresante anteriormente?

El hombre guardó silencio por un momento y respondió──: Hace algún tiempo tuvo un accidente automovilístico.

El médico sugirió──: Sería mejor que lo viera un psicólogo, He Yang, y también que lo acompañes durante este tiempo.

──De acuerdo──, aceptó el hombre.

Luego se acercó a la puerta de la habitación y vio al joven sentado al borde de la cama, mirando hacia afuera, sin saber en qué estaba pensando. Sin pedir permiso, entró y se acercó a él, agachándose a su altura y tomando su mano susurró suavemente──: Yan Yan.

El joven parecía no haber escuchado, pero después de un tiempo reaccionó y lentamente bajó la cabeza mirando a He Yang. Sus hermosos ojos de melocotón estaban llenos de lágrimas contenidas, que al momento de parpadear, soltaron una lágrima que se deslizó por su mejilla. El hombre extendió la mano y acarició la comisura del ojo del joven.

──No llores──. He Yang limpió lentamente las lágrimas derramadas, pero estas seguían aumentando y no se detenían de ninguna manera.

Qin Zhou tenía los ojos enrojecidos y repetía en voz baja una y otra vez──: Lo siento... lo siento...

El hombre se levantó y abrazó al joven, sobando suavemente su espalda con la palma de la mano para tranquilizarlo──. Está bien.

──Lo siento... lo siento... ──El joven seguía disculpándose, atrapado en una pesadilla de la que no podía salir.

He Yang lo tranquilizó durante un buen rato hasta que por fin, después de mucho tiempo el joven se quedó dormido de cansancio.

Antes de despertar, durmió hasta la noche. Luego, cuando abrió los ojos, su estado de ánimo mejoró un poco y recuperó la lucidez. Sin embargo, todavía se sentía muy deprimido y no mostraba interés por nada a su alrededor.

Yuan Lie se puso la bata blanca y entró en la habitación del hospital para intentar comunicarse con Qin Zhou, pero no pasó mucho tiempo con él, saliendo después de unos instantes.

El psicólogo suspiró y le dijo a He Yang──: Se siente un poco desconfiado de mí──. Yuan Lie se quitó la bata blanca mientras continuaba hablando──: Será mejor que durante estos días evites estresarle. Acompáñalo en otras actividades para distraer su atención, o también puedes pedirle a sus amigos que lo acompañen.

El sustitutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora