(88) A prueba de balas

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Nuestros corazones son a prueba de fuego, a prueba de balas y todo lo que en ellos se atraviese.

Varias semanas más tarde...

Me miré por última vez en el espejo observandome de pies a cabeza, traía una blusa negra transparente de mangas largas, una falda negra corta con una abertura en la pierna y unas botas de igual color que llegaban hasta mis muslos.

Un labial intensamente rojo pero maquillaje sencillo, me rocíe con un nuevo perfume delicioso al que no me pude resistir y los pendientes que no podían faltar.

Tomé mi bolso y mi teléfono, bajé las escaleras apresurada y avisé a Sandra que volvería para la comida, el chófer ya me estaba esperando y al verme agachó rápidamente la cabeza desviando su mirada.

Con eso comprobé que mi look había funcionado a la perfección. Sonreí con malicia y me pedí llevarme a la empresa, mis hermanos también estarían allí íbamos a tener una reunión pero familiar.

Al llegar mande a pedir un café con Omero mientras yo subía al último piso, llamé la atención de todos que se quedaron murmurando a mis espaldas. Acomodé mis lentes y subí al ascensor, al llegar pregunté a la secretaria por el señor y me dijo que ya estaban en la sala de juntas.

Esperé mi café y caminé con la cabeza en alto por ese largo pasillo hasta que esa puerta se abrió y todos giraron sus sillones pero el, se encontraba de espalda observando por el gran ventanal.

- Buenos días familia - Ironice la última palabra

Al escuchar mi voz se dió vuelta y su mirada me devoró de pies a cabeza hasta que nuestras miradas se encontraron y pasó saliva con dificultad, sin embargo su expresión cambió repentinamente.

- ¿Usted considera que es una vestimenta apropiada para esta ocasión?

Lo miré incrédula y no pude evitar reír, en realidad no era solo mi familia habían más personas allí específicamente hombres que no apartaban la mirada de mi, pero no me importaba.

- Pero que tiene - Di media vuelta - Yo considero que es precio...

Mis palabras se vieron interrumpidas por la sorpresa cuándo me cubrió con su saco y tomó mi mano arrastrandome hacia la puerta que daba a su oficina.

Me soltó bruscamente y caí sobre el sillón pero cuando intenté levantarme para enfrentarlo su cuerpo cayó sobre el mío y su mano atrapó mi mentón, su errática respiración chocó contra mi cara.

Estaba furioso.

- Que demonios crees que haces vistiendo de esa manera - Gruñó - ¿Acaso intentas sacarme de mis casillas?

Sus labios entreabiertos temblaban de rabia sobre los míos cerré los ojos conteniendome, su cuerpo estaba tenso y sus manos empuñadas hasta más no poder.

Por un lado quería reír, gritar la maldita emoción tan excitante que estaba sintiendo pero por otro lado no podía caer tan fácil, debía darle una lección a este hombre.

- A ver, quítate de encima - Interpuse mi brazo entre nosotros

- No me voy a quitar nada hasta que no me digas que rayos pretendes.

- Es suficiente José - Empujé de su cuerpo logrando escapar - Esto no tiene que ver contigo, es mi cuerpo y yo decido como visto.

- Eres mi mujer - Me tomó fuertemente de la cintura pegandome a él - Y le arrancaré los ojos al primero que te mire, maldición Kathia por qué me haces esto - Volvió gruñir apretando su agarre.

- Suéltame o voy a gritar y sabes que mi hermano te romperá la cara

- Adelante, no me importa - Pise su pie y corrí lejos de él - M-maldicion - Gimió de dolor yendo al mueble.

LOS CHICOS DEL PROCESO ⏳ (Editando&Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora