Toto estaba revisando unos papeles importantes cuando Max entró en la oficina. Max tenía el ceño fruncido, y parecía molesto por tener que estar allí. Toto, al verlo, sonrió con una mezcla de desafío y diversión, levantando la mirada con aire de superioridad. Sabía que su "baby boy" era un completo brat cuando se lo proponía, y hoy parecía que era uno de esos días. Max se dejó caer en el pequeño sofá, mirando distraídamente sus manos.
— ¿Puedo? — Max suspiró, visiblemente inquieto. Sabía que lo que venía no podía evitarse.
— Claro, cariño. ¿Qué necesitas? — Toto había dejado claro que, a menos que él lo permitiera, Max no podía hablar libremente y fuera de su rol de sumiso.
— ¿Es cierto? — Max levantó la vista, pero no la suficiente para encontrarse con la de Toto. — ¿Es cierto que me voy un año a Mercedes?
— Claro, cariño — respondió Toto sin inmutarse. Max se levantó bruscamente, frustrado.
— Max Emilian — Toto lo llamó por su nombre completo, un tono que siempre lo hacía temblar, pero que también significaba que estaba dispuesto a escucharlo.
— No quiero, Toto... Estoy bien en Red Bull. No quiero dejar a Sergio. Soy el único que evita que Helmut le saque el asiento. Además, sabes bien que no es solo estrategia. Quieres tenerme a tu merced para poder hacer lo que quieras conmigo.
Toto se levantó tranquilamente y caminó hasta donde estaba Max. Se quedó a su lado, tomó su cara con firmeza y le acarició las mejillas con una ternura que contrastaba con la seriedad de la situación.
— Max, sabes bien que le prometí a tu padre que te cuidaría — dijo Toto, su voz suave pero firme. — En cuanto a lo de Sergio, hablaré con Marko. Si no afloja, lo traeremos también. Y en cuanto a lo de hacer lo que quiera...
Toto le acarició los labios con un dedo, una caricia que estaba cargada de una mezcla de posesividad y deseo.
— No quieres, acaso? — le preguntó, su voz ahora un susurro cargado de insinuación.
Max sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Sabía que Toto no estaba hablando solo de su futuro en la Fórmula 1, sino de su relación, de cómo Toto siempre tenía la última palabra en todo.
El dominio de Toto sobre él era una mezcla de autoridad y ternura, y Max no podía evitar sentirse atrapado en ese enredo de control y cariño.
— Sabes que me haces querer lo que me niegas — dijo Max, su voz temblorosa pero cargada de una necesidad que no podía ocultar.
Toto lo miró fijamente, sonriendo con satisfacción. Era claro que, a pesar de la frustración de Max, había algo en esa dinámica que ambos disfrutaban profundamente.
Toto sabía cómo manejar a su "baby boy", cómo mantenerlo justo al borde de la obediencia y la rebelión, y eso era exactamente lo que lo mantenía interesado.
— Entonces — dijo Toto, bajando su mano de los labios de Max y dejándola reposar en su nuca —, ¿qué te parece si lo discutimos mientras te recuerdo quién manda aquí?
Max estaba jodido ...y amaba estarlo
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A year in Mercedes WOLFFTAPPEN
FanfictionPequeños one shots sin seguimiento (algunos) de este ship todo esquizofrénico