somnofilia

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Era una tarde tranquila en el hogar de Toto Wolff, después de una semana agotadora en la pista. Las luces del hogar estaban suavemente atenuadas, y un silencio reconfortante llenaba el aire. Max Verstappen, su novio y estrella de la Fórmula 1, se movía de un lado a otro, ansioso por la llegada de su amante.

Max disfrutaba de jugar con Toto, especialmente cuando el mayor llegaba cansado después de un día largo. Sabía que había algo en la vulnerabilidad de Toto, en esos momentos en que el cansancio lo vencía y lo sumía en un profundo sueño, que despertaba un lado travieso en él. Esa noche, las ganas de hacer de las suyas lo dominaban.

-¿Ya llegaste, amor? -preguntó Max al oír el sonido de la puerta al abrirse.

Toto entró en la habitación, dejando caer su maletín en el suelo. Sus ojos estaban medio cerrados, y una ligera sombra de cansancio marcaba su rostro.

-Sí, ha sido un día largo -respondió Toto, dejando escapar un suspiro. -Solo necesito un momento.

Max se acercó a él, envolviendo sus brazos en torno a su cintura.

-Venga, tú mereces descansar. ¿Por qué no te acuestas? Yo prepararé algo para ti -dijo Max con una sonrisa traviesa.

Toto asintió, sintiendo cómo el agotamiento se apoderaba de él. Se movió hacia la cama y, antes de que pudiera cambiarse, se dejó caer sobre las sábanas, cerrando los ojos con un murmullo de agotamiento. Max sonrió mientras lo observaba, sintiéndose cada vez más excitado por la idea de jugar con su pareja.

Mientras Toto se acomodaba, Max pensó en cómo podría llevar su juego al siguiente nivel. Se acercó silenciosamente, asegurándose de no hacer ruido. Cuando estuvo junto a la cama, se inclinó sobre su amante, observando su rostro sereno. La idea de usar a Toto mientras dormía era una mezcla de nervios y excitación. Su corazón latía con fuerza.

Max se deslizó bajo las sábanas, tomando un momento para admirar a Toto. A medida que su mente se llenaba de pensamientos traviesos, sintió un hormigueo en su estómago. Deslizó sus manos sobre el cuerpo de Toto, sintiendo la calidez de su piel, y empezó a dejar suaves besos en su cuello.

-Toto... -murmuró Max, sabiendo que su voz no lo despertaría.

Sin embargo, al hacerlo, una parte de él anhelaba que el mayor reaccionara, aunque solo fuera un poco. Pero Toto continuaba profundamente dormido, su respiración rítmica y relajada. Max se sintió como un niño travieso robando galletas de la cocina.

Finalmente, Max se sintió lo suficientemente audaz como para tomar la iniciativa. Se deslizó hacia abajo, colocando sus labios en el abdomen de Toto. Besó suavemente, sintiendo cómo su cuerpo reaccionaba a cada caricia. Se detuvo por un momento, admirando el cuerpo de su amante, deseando probarlo, explorarlo.

Sin poder resistirse más, se movió más abajo, hasta que sus labios estaban justo encima de la parte inferior de la camiseta de Toto. Con una sonrisa de picardía, Max levantó la tela, dejando al descubierto la piel suave y cálida. Besó la línea del ombligo, disfrutando de la forma en que la piel se tensaba bajo su toque.

Max sabía que debía ser cuidadoso. No quería que Toto despertara de repente y lo sorprendiera en medio de su travesura. Pero, al mismo tiempo, la idea de hacerlo lo excitaba aún más.

Con manos temblorosas, Max comenzó a desabrochar el pantalón de Toto. La cremallera se deslizó con facilidad, y, aunque su corazón latía con fuerza, se sintió completamente en control. La adrenalina le daba un impulso extra.

Cuando el pantalón estuvo lo suficientemente bajo, Max se permitió admirar el bulto que se asomaba. Sin pensar más, tomó el miembro de Toto entre sus manos, sintiendo el calor y la rigidez. Era una sensación embriagadora.

Max inclinó la cabeza hacia adelante y dio un pequeño lametón, disfrutando del sabor que le provocaba una oleada de placer. Toto se movió ligeramente, pero no despertó. La sensación de triunfo envolvió a Max mientras continuaba jugando, dándole suaves lamidos y caricias.

-Max... -murmuró Toto, pero su voz era un susurro. Max sonrió, sabiendo que estaba en el camino correcto.

Decidido a llevar las cosas más lejos, Max se desnudó, sintiendo la excitación recorrer su cuerpo mientras sus movimientos eran cada vez más audaces. Al sentir su propia necesidad, decidió que ya era suficiente juego.

Con cuidado, Max se posicionó sobre Toto, sintiendo la calidez de su cuerpo. Se aseguraba de que su amante continuara en su profundo sueño, y entonces, lentamente, comenzó a descender. La presión contra su entrada era intensa, pero la anticipación superaba cualquier duda.

Con un movimiento suave y controlado, Max se dejó caer, sintiendo cómo la longitud de Toto lo llenaba. Cerró los ojos, dejando escapar un pequeño gemido. El placer lo inundó mientras se acomodaba, sintiendo la conexión entre ellos. Sabía que esto era un juego, pero la sensación era tan real, tan electrizante.

Comenzó a moverse lentamente, encontrando el ritmo que lo hacía sentir bien. Mientras su cuerpo se movía, Toto seguía profundamente dormido, y eso solo hacía que Max se sintiera más atrevido.

-Toto... -susurró, pero no obtuvo respuesta. El sonido de la respiración de Toto era su única compañía.

Con cada embestida, Max se permitía dejarse llevar. El placer crecía, y el sonido de su cuerpo chocando contra el de Toto llenaba la habitación. A medida que aumentaba la intensidad, Max se sintió más y más cercano al clímax, y las sensaciones lo arrastraban a un abismo de deseo.

-Dios, sí... -gimió, sintiendo cómo su propio cuerpo respondía al ritmo de su amante. Las manos de Toto se movieron levemente, pero no se despertó. Eso solo alimentó más su deseo.

Max se inclinó hacia adelante, sintiendo la piel de Toto contra su pecho. Sabía que estaba cruzando una línea, pero la emoción de hacerlo solo aumentaba su placer. Era como si los dos estuvieran en un mundo propio, donde solo existían ellos y sus deseos.

-Esto se siente tan bien... -murmuró Max para sí mismo, dejándose llevar por las olas de placer que lo atravesaban.

Finalmente, cuando la presión se volvió casi insoportable, Max supo que estaba cerca. Se movió con más determinación, sintiendo cómo su cuerpo respondía. Un último empuje, y su clímax lo envolvió, dejándolo sin aliento.

Con el cuerpo temblando de placer, Max se dejó caer sobre Toto, sintiendo la suavidad de las sábanas y el calor de su pareja debajo de él. El silencio de la habitación se sentía eterno, y el mundo exterior se desvanecía. Había algo increíblemente íntimo en ese momento.

Cuando finalmente abrió los ojos, Toto parpadeó, recuperándose del sueño.

-Max... ¿qué...? -preguntó, confundido pero claramente intrigado por lo que acababa de suceder.

Max sonrió, sintiendo una mezcla de nervios y satisfacción.

-Solo estaba jugando, amor. Espero que no te haya molestado.

Toto se echó a reír, su expresión cambiando de sorpresa a diversión.

-¿Molestarme? Me parece que te has tomado la libertad de jugar a tu manera, ¿no?

Ambos se rieron, y Max se sintió más vivo que nunca. El juego había comenzado, pero había mucho más por explorar. Mientras se abrazaban en la cama, sabían que su conexión era más fuerte que cualquier juego. La noche apenas comenzaba.

A year in Mercedes WOLFFTAPPEN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora