La tarde estaba impregnada de una mezcla de sudor y gasolina. El rugido de los karts llenaba el aire mientras los niños giraban en las curvas del pequeño circuito en el que se celebraba una de las carreras más importantes para los jóvenes pilotos.
Entre ellos, un niño de nueve años llamado Max Verstappen brillaba por su habilidad y concentración. Sus ojos azules estaban fijos en la pista, la determinación en su rostro delataba su deseo ardiente de ganar. Sin embargo, el peso de la presión parecía cargar aún más sobre sus pequeños hombros.
Jos Verstappen, el padre de Max, estaba en el pit lane, una figura imponente que no podía pasar desapercibida. Su rostro estaba tenso, sus ojos fijos en el monitor del cronómetro.
Jos había sido un piloto exitoso en su tiempo, pero su legado estaba cargado de impulsividad y explosiones de temperamento. Su reputación había llegado tan lejos que era conocido por sus reacciones desmedidas y por cómo trataba a aquellos que no cumplían sus expectativas.
Max había terminado la carrera en un meritorio segundo lugar. Aunque el niño había dado todo lo que tenía, el primer puesto le había escapado por un estrecho margen.
Estaba en el parque cerrado, su pequeño cuerpo cubierto de sudor, su cabello desordenado, y el cansancio era visible en su expresión. Sabía que Jos no se tomaría bien la noticia.
La figura de Jos se acercaba, su andar era firme y rápido, cargado con la furia de la derrota.
Los ayudantes del circuito trataban de evitar que el ambiente se volviera hostil, pero era claro que el padre estaba enfurecido. Max levantó la vista al escuchar el sonido de pasos pesados, su corazón comenzó a latir con más fuerza.
Jos se plantó frente a Max con una mezcla de desdén y rabia. "¡¿Por qué no ganaste?! ¡Solo quedaste segundo!" rugió Jos, su voz era una mezcla de frustración y desilusión. La multitud a su alrededor intentaba ignorar el conflicto, pero la tensión era palpable.
Max se encogió, sus manos temblorosas intentaron proteger su rostro, y en un acto desesperado, levantó ambos brazos para cubrirse. Sabía lo que venía y su instinto le decía que debía protegerse.
Jos levantó la mano, y el silencio que siguió al gesto se sintió como una condena en sí misma. Pero antes de que pudiera descargar su golpe, un brazo fuerte y firme se interpusó.
Toto Wolff, el jefe de pista y antiguo piloto, estaba en el lugar por casualidad. Había venido a ver la carrera y, sorprendido por la escena, se movió rápido.
Toto había sido una figura de autoridad respetada y temida, y su presencia en ese momento era imponente.
Se acercó con determinación, colocando su mano en la muñeca de Jos justo en el momento en que iba a golpear a Max. La fuerza que Toto usó para detenerlo era evidente; el hombre estaba decidido a evitar que el niño sufriera.
"¡Eso es suficiente!" gritó Toto con una firmeza que hizo que todos en el pit lane se giraran. La voz de Toto estaba cargada de una autoridad inquebrantable, y sus ojos se encontraban fríos y decididos. Jos intentó zafarse, pero Toto no soltaba su muñeca. La mano de Toto apretaba con una fuerza que iba más allá de lo necesario para simplemente detener el golpe. Era como si estuviera tratando de evitar que la furia de Jos se desbordara de manera destructiva. Jos, sorprendido y enfurecido, trató de retirar su mano, pero la resistencia de Toto fue suficiente para que el gesto de violencia se desvaneciera.
Max, aún tembloroso, dejó caer sus brazos lentamente.
La sensación de protección y la mirada firme de Toto estaban grabadas en su mente. Toto miró a Max, su expresión cambiando de dura a una de preocupación genuina. El niño no estaba solo, y Toto parecía ser consciente de la vulnerabilidad que había presenciado.
Finalmente, Jos se dio por vencido, su rostro se tornó rojo de rabia y humillación. Sin una palabra más, se dio la vuelta y se alejó. La tensión en el aire se disipó lentamente, y Toto se inclinó hacia Max.
"Estás bien, ¿verdad?" preguntó Toto, su voz ahora suave y calmada.
Max asintió, aún sin poder articular muchas palabras. Toto le ofreció una pequeña sonrisa reconfortante. Sin decir más, Toto se giró hacia el grupo de asistentes y comenzó a hablar con ellos, alejándose de la escena.
El incidente dejó una marca imborrable en Max. Durante los años siguientes, mientras Max ascendía en el mundo del automovilismo, la imagen de Toto deteniendo a su padre se quedó grabada en su memoria
Años más tarde, cuando Toto se convirtió en su jefe de pista y pareja, Max se dio cuenta de que la figura de protección que había experimentado en ese momento había influido más de lo que podría haber imaginado.
Toto, sin saberlo, había jugado un papel crucial en la vida de Max mucho antes de que sus caminos se cruzaran nuevamente.
El acto de valentía y empatía había ofrecido a Max un modelo de comportamiento y una lección silenciosa sobre el tipo de persona que deseaba convertirse. Max entendió que Toto había estado allí, en su momento más vulnerable, y eso formó una conexión profunda y duradera entre ellos.
La escena en el pit lane, el enfrentamiento con su padre, y la intervención de Toto se convirtieron en una lección sobre la verdadera fuerza y la protección, una lección que Max llevaba consigo mientras continuaba su camino en el mundo del automovilismo.
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A year in Mercedes WOLFFTAPPEN
FanficPequeños one shots sin seguimiento (algunos) de este ship todo esquizofrénico