A year in Mercedes WOLFFTAPPEN

agua

Era una tarde de verano en Brackley, y el sol brillaba con una intensidad insoportable. Max Verstappen, , se encontraba en la habitación que compartía con Toto  La temperatura en la habitación era casi agobiante, y Max se retorcía en la cama, buscando un poco de alivio.

Con su pelaje suave brillando bajo la luz del sol, Max se levantó y decidió que no podía soportar más. Con movimientos elegantes y felinos, se acercó a la cama donde Toto estaba dormido. Era un hombre alto, de cabello oscuro y mirada intensa, y siempre parecía tener un aura de calma que atraía a Max.

"Hey, Toto," murmuró Max, apoyándose en su pecho. "¿Puedes despertar un momento?"

Toto abrió un ojo, sonriendo al ver a Max acurrucado contra él. "¿Qué pasa, cariño? ¿Demasiado calor para ti?"

Max suspiró, su cuerpo caliente pegándose al de Toto. "Sí, estoy que ardo. No sé qué hacer para sentirme mejor."

Toto sonrió, acariciando suavemente el pelo de Max. "Podrías intentar beber un poco de agua, o... podrías venir a nadar conmigo."

Max lo miró con un brillo en sus ojos. "¿Nadar? Suena genial, pero... ¿hay algo más refrescante?"

La expresión de Toto se iluminó. "¿Qué tal una bañera fría? Siempre funciona."

Max se sentó en la cama, con su cola de gato moviéndose de un lado a otro, indeciso. "Suena bien, pero... también me apetece el calor. Es complicado."

"Vamos a probar la bañera, al menos," insistió Toto, levantándose y estirándose. "Te prometo que no te arrepentirás."

Max lo siguió, dejando que su instinto animal le guiara. Una vez en el baño, Toto llenó la bañera con agua fría. Max se acercó, olfateando el aire y sintiendo cómo el vapor del agua fresca contrastaba con el calor de su cuerpo.

"Esto debería ayudar," dijo Toto, mientras Max se deslizaba lentamente dentro de la bañera.

El agua fría lo envolvió y, por un momento, Max cerró los ojos, disfrutando de la sensación. "Ahhh, esto es perfecto," suspiró, sintiendo cómo su cuerpo comenzaba a relajarse. Pero su lado felino no podía evitar el impulso de salir, de huir del agua

"¿Ves? Te lo dije," rió Toto, sentándose al borde de la bañera. "Siempre he pensado que deberías tener una piscina en casa."

"Sí, pero… me gusta esto." Max chapoteó un poco, salpicando a Toto. "¡Mira, ahora estás mojado!"

"Te va a costar caro, Verstappen," le advirtió Toto, con una sonrisa traviesa.

"¿Caro? ¿Qué vas a hacer? ¿Vas a castigarme por ser un gato travieso?" Max se reía mientras jugaba con el agua, dejando que sus instintos se desataran por un momento.

"Tal vez solo debería dejarte ahí y dejar que aprendas," dijo Toto, haciendo un gesto de indiferencia mientras intentaba evitar que el agua lo alcanzara.

Max no se dejó intimidar y, con un rápido movimiento, se lanzó hacia adelante, empujando a Toto al agua. "¡Sorpresa!" gritó, riendo a carcajadas mientras veía a Toto caer y sostenerse de su pierna, pero aún así se mojó

Toto emergió del agua, con el cabello empapado y una expresión divertida en su rostro. "Vas a pagar por eso, Max," dijo, y en un instante, estaba dentro de la bañera con él.

"¡No, Toto, no!" Max intentó escapar, pero Toto lo atrapó, arrastrándolo de nuevo al agua. Ambos rieron a carcajadas, mientras el calor del verano se desvanecía, reemplazado por el frescor del agua y la alegría de su conexión.

Después de un rato de juego, Toto se calmó, mirándolo fijamente. "Sabes, a veces me asusta un poco lo que eres capaz de hacer, pero me encanta."

Max se sintió vulnerable por un momento, su lado felino aún juguetón pero agradecido por la sinceridad de Toto. "Eres lo mejor que me ha pasado. Sin ti, este calor me volvería loco."

"Siempre estaré aquí para ti, incluso en los días más calurosos," respondió Toto, acariciando la mejilla de Max. "Eres mi gatito favorito."

Max sonrió, sintiendo una calidez diferente en su pecho, una mezcla de amor y seguridad. "Te prometo que no te decepcionaré."

Y así, en esa bañera, con el sol brillando a través de la ventana, los dos compartieron un momento de paz, riendo, jugando y disfrutando del simple hecho de estar juntos. En el mundo de la Fórmula 1, donde la velocidad y la competencia eran la norma, encontraban su refugio en lo cotidiano y en lo especial de su amor.