rubia

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Era un día nublado en el centro de operaciones de Mercedes. Max , el piloto estrella de Red Bull, había pasado la tarde revisando los últimos videos de la carrera. Mientras tanto, Toto , el astuto director del equipo Mercedes, estaba en su oficina, concentrado en sus notas. La atmósfera era tensa; no solo por la competencia entre los dos equipos, sino por lo que se avecinaba entre ellos.

Max entró de golpe, su rostro un torbellino de emociones. "¡Toto!" exclamó, cerrando la puerta con un golpe que resonó en toda la oficina. Toto levantó la vista, notando la rabia en los ojos de su amante.

"¿Qué sucede, Max?" preguntó Toto, tratando de mantener la calma mientras su corazón latía más rápido.

"Vi ese video," dijo Max, cruzando los brazos con frustración. "Ese donde estás tan cerca de esa rubia. ¿Qué te pasa? ¿Estás buscando un nuevo piloto o qué?"

Toto arqueó una ceja, sorprendido. "¿De qué hablas? Sabes que es solo una imagen de una gala. Estábamos en un evento de patrocinadores, no tiene nada que ver con nosotros."

"¿No tiene nada que ver?" Max se acercó, la tensión entre ellos palpable. "¿Vas a decirme que no sabes cómo se ve eso desde afuera?"

Toto se levantó, dejando sus papeles a un lado. "¿Acaso estás celoso?" La sonrisa de Toto era desafiante, pero había un matiz de preocupación en su voz.

Max soltó un suspiro, sus manos apretándose en puños. "No se trata de celos. Se trata de que yo te elijo a ti, y no quiero que te vean con otra persona así. No importa quién sea."

"Max, eres mi prioridad. Lo sabes," dijo Toto, acercándose un poco más, buscando la mirada de su pareja. "Pero no puedo vivir en una burbuja solo por lo que piensen los demás."

"Pero a veces creo que no te importa lo que siento," respondió Max, su voz más suave, pero con un dejo de descontento. "No sé si puedo soportar esta presión."

Toto lo miró fijamente, comprendiendo que había que cambiar la dinámica. Se acercó un paso más, capturando la atención de Max. "Dime, ¿realmente crees que alguien podría hacerme sentir como tú lo haces? Eres todo lo que quiero."

Max lo miró a los ojos, buscando sinceridad. La intensidad de la conversación comenzó a calmar sus nervios, aunque aún sentía una chispa de celos. "Solo... quiero que seas consciente de lo que significas para mí."

Toto sonrió, suavemente, y dio un paso más cerca. "Vamos a resolver esto. Pero necesito que me digas lo que realmente piensas."

"Está bien," admitió Max, bajando la mirada por un momento. "Me molesta que parezcas tan cómodo con esa chica. Y no quiero que nadie, ni un maldito periodista, nos separe."

"Max," dijo Toto, levantando el mentón de Max para forzar el contacto visual. "Eres el único en mi vida. La competencia es solo eso: competencia. No hay nada más."

La cercanía comenzó a crear un calor palpable. Max sintió cómo la tensión se transformaba en algo diferente, una mezcla de pasión y deseo. "Lo sé, pero a veces me vuelvo loco."

"¿Te gustaría hacer algo al respecto?" preguntó Toto, sus ojos centelleando con picardía. "Tal vez... dejemos de hablar de otros y centrémonos en nosotros."

Max sonrió, sintiendo cómo su enojo se desvanecía. "¿A dónde quieres llegar con eso?"

Toto se acercó aún más, sus labios casi rozando los de Max. "A algo que te haga olvidar cualquier duda."

La electricidad en el aire se intensificó, y Max, sin pensarlo, tomó la iniciativa y besó a Toto con una intensidad que había estado reprimida. Fue un beso cargado de emociones, de inseguridades y de promesas no dichas. Toto respondió con fervor, sus manos atrapando la nuca de Max, profundizando el contacto.

"Esto es lo que quiero," murmuró Max entre besos, sintiendo cómo la tensión se convertía en pura necesidad.

"Entonces no lo olvides," dijo Toto, su voz un susurro caliente. "No hay nadie más."

En ese momento, el mundo exterior desapareció. La oficina, el ruido del trabajo, los problemas de la carrera, todo se desvaneció. Solo quedaban ellos, atrapados en su propio universo. Max empujó a Toto hacia la mesa de trabajo, sintiendo cómo la adrenalina del momento los envolvía.

"¿Aquí? En medio de todo esto?" preguntó Toto, su voz un susurro atrevido.

"Sí, aquí," dijo Max, su mirada llena de desafío. "Si no puedes ver lo que hay entre nosotros, déjame hacerte sentirlo."

Toto sonrió, el brillo en sus ojos revelando su deseo. "Entonces, hazlo."

Max lo tomó por la cintura, empujándolo hacia la mesa. La pasión se encendió, y mientras sus labios se encontraban nuevamente, Toto se dejó llevar, olvidándose del mundo exterior. Los documentos y las herramientas de trabajo se volvieron un mero telón de fondo, mientras sus cuerpos se movían al unísono.

Las manos de Max exploraban, mientras la respiración de Toto se volvía más pesada. "Quiero que sientas que esto es real," dijo Max, retirándose un momento para mirarlo a los ojos. "Que eres solo mío."

Toto sonrió, sus labios entreabiertos. "Y tú eres mío, Max. Siempre."

Y así, en el corazón de la competencia, encontraron su refugio en la pasión. El día continuó, pero para ellos, el tiempo se detuvo. El drama se desvaneció y la conexión se volvió el único motor que necesitaban.

A year in Mercedes WOLFFTAPPEN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora