binder (2/3)

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El sol en Qatar ardía como un fuego eterno, un espectáculo implacable de calor que hacía parecer que el asfalto de la pista de Fórmula 1 se derretía bajo las llantas.

El Gran Premio de Qatar estaba en su punto álgido, y Max Verstappen, el piloto estrella de Mercedes, estaba en plena lucha por mantenerse competitivo. Pero el calor no solo era un enemigo para su coche, sino también para Max mismo.

Max había hecho lo que podía para adaptarse a las circunstancias extremas del día. Como piloto trans, el binder que usaba para su transición era una parte esencial de su vida diaria, pero también era un desafío en condiciones tan extremas.

El calor estaba intensificando el dolor y la incomodidad, y Max estaba tratando de concentrarse en la carrera mientras lidiaba con una sensación de ardor en su pecho que se hacía cada vez más insoportable.

"¡Vamos, Max! ¡Mantén el ritmo!", gritaba Toto Wolff desde el pit wall, su rostro preocupado bajo el sombrero de visera que protegía sus ojos del sol abrasador. Toto era más que el CEO de Mercedes para Max; era su pareja, su apoyo incondicional en la pista y fuera de ella. Sabía perfectamente el esfuerzo que Max estaba haciendo no solo para rendir al más alto nivel, sino también para lidiar con las dificultades adicionales que venían con su transición.

En la vuelta 32, Max sintió que el dolor en su pecho se volvía agudo. El calor había hecho que el binder se adhiriera a su piel de una manera casi abrasiva, y la sensación de ardor era casi insoportable. Max apretó los dientes y trató de ignorarlo, pero su concentración comenzaba a flaquear.

"¡Max, ¿todo bien?!", le preguntó Toto a través de la radio del equipo, su voz cargada de ansiedad.

"Sí, sí. Solo un poco de calor", respondió Max, intentando mantener la calma.

Pero no era solo el calor; era el dolor punzante que se intensificaba con cada curva que tomaba. Max estaba haciendo todo lo posible por mantenerse en la pista, pero el sufrimiento era evidente en su rostro. Las vueltas estaban pasando, y la posición de Max en la carrera estaba cayendo. No era una cuestión de habilidad; era una cuestión de resistencia física y emocional.

Finalmente, la carrera terminó y Max cruzó la línea de meta en una decepcionante 15ª posición. La bandera a cuadros ondeaba y el estruendoso rugido de los motores se desvanecía en la distancia, pero para Max, el verdadero desafío apenas comenzaba.

Cuando Max llegó al pit lane, Toto estaba esperando junto a los médicos del equipo. El dolor en el rostro de Max era evidente, sus ojos brillaban con una mezcla de agotamiento y lágrimas contenidas. Toto se acercó rápidamente, con una expresión de preocupación profunda.

"Max, ¿cómo estás? ¿Qué te pasa?", preguntó Toto con voz suave, pero llena de angustia.

Max no pudo contener más las lágrimas. "El binder... me quema, Toto. No puedo soportarlo más", dijo entre sollozos. Su voz estaba cargada de desesperación, y Toto se sintió destrozado al ver a su pareja en ese estado.

"Vamos a resolver esto", dijo Toto con firmeza. "Te voy a llevar al hospitality, allí hay un médico que puede ayudarte."

Max asintió débilmente, y Toto lo rodeó con un brazo protectivo mientras caminaban hacia el hospitality. El calor todavía era insoportable fuera de los edificios, pero el alivio de entrar en un ambiente más fresco era palpable.

En el hospitality, el médico del equipo fue rápido en examinar a Max. El binder había causado irritación severa en la piel de Max, y el calor había agravado la situación. Mientras el médico trabajaba en el tratamiento de las quemaduras, Toto se quedó a su lado, sosteniéndole la mano y murmurándole palabras de consuelo.

"Lo siento tanto, Max. No debí dejarte correr en estas condiciones. Nunca quise que esto te pasara", dijo Toto con voz entrecortada.

"No es culpa tuya, Toto", respondió Max, con una voz temblorosa. "Sabías que lo intentaría, y lo hice. Solo... es difícil a veces."

Toto lo miró con ternura, sus ojos reflejaban una mezcla de amor y preocupación. "Lo sé, cariño. Lo sé. Eres increíblemente valiente, y estoy tan orgulloso de ti. Vamos a salir de esto juntos, ¿de acuerdo?"

Max asintió, intentando calmarse mientras el médico terminaba de vendarle la piel irritada. Toto no se movió de su lado ni un segundo, y cuando el médico finalmente terminó, Toto ayudó a Max a levantarse con cuidado.

"¿Quieres ir a descansar un poco? Lo importante ahora es que te recuperes", sugirió Toto, tratando de hacer que Max se sintiera un poco mejor.

Max asintió, y juntos se dirigieron hacia la zona de descanso del hospitality. La carrera había sido un fracaso en términos de resultados, pero Toto estaba decidido a asegurarse de que Max supiera que no estaba solo en esto. A pesar de la decepción de no haber puntuado, Toto estaba convencido de que el verdadero éxito radicaba en estar allí para Max en los momentos más difíciles.

En el hotel, cuando finalmente se acomodaron en su habitación, Toto se aseguró de que Max tuviera todo lo que necesitaba. Preparó una bebida refrescante y se sentó junto a él, sin dejar de abrazarlo.

"Lo hiciste muy bien hoy, Max. No dejes que un mal día te haga dudar de todo lo que has logrado", le dijo Toto suavemente.

Max se apoyó en el pecho de Toto, sintiendo la calidez y el amor que siempre encontraba en él. "Gracias, Toto. Necesitaba escuchar eso."

Toto besó la frente de Max con ternura. "Siempre estaré aquí para ti, en los buenos y malos momentos. Eres mi campeón, no solo en la pista, sino en la vida."

Y así, con el corazón aún un poco adolorido pero reconfortado por el apoyo incondicional de Toto, Max comenzó a aceptar que, aunque la carrera no había salido como esperaba, su verdadera victoria era tener a alguien a su lado que lo entendía y lo amaba sin reservas.

A year in Mercedes WOLFFTAPPEN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora