Agradecimiento Inesperado

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Max estaba en la cocina, un lugar inusualmente tranquilo para los momentos que había pasado últimamente. La casa tenía un aire diferente después de aquella tarde; la tensión había desaparecido, reemplazada por un entendimiento nuevo y, por alguna extraña razón, un deseo de retribuir el favor. Toto estaba en la sala, viendo televisión, ajeno a lo que Max estaba planeando.

Max se había tomado el día para pensar en cómo podría agradecer a Toto por la intensa experiencia que ambos habían compartido. Aunque no era exactamente la forma más convencional de mostrar gratitud, estaba decidido a hacerlo. Ya había decidido cómo iba a devolver el favor, y lo único que necesitaba ahora era prepararse mentalmente para lo que iba a hacer.

Con una sonrisa decidida, Max se dirigió al baño y se preparó para el encuentro. Buscó en su cajón y sacó algunos artículos que había escondido para ocasiones especiales. La pomada y el lubricante estaban listos. Aunque no estaba seguro de cómo Toto iba a reaccionar, sabía que debía hacerlo bien para que la experiencia fuera placentera para ambos.

Max se vistió con cuidado, eligiendo un conjunto que sabía que a Toto le gustaba. Se miró en el espejo y ajustó su ropa. Al salir del baño, se dirigió a la sala con la intención de no perder el ritmo. Toto estaba en el sofá, absorto en un programa de televisión. Max se acercó con paso decidido, su corazón palpitando con anticipación.

—Hola, Toto —dijo Max, tratando de sonar casual.

Toto levantó la vista del televisor y le sonrió.

—Hola, Max. ¿Qué pasa?

Max se sentó a su lado en el sofá, intentando no mostrar su nerviosismo.

—Nada, solo… pensaba en lo que pasó el otro día —dijo Max, girándose para mirarlo a los ojos—. Quería agradecerte por todo lo que hiciste.

Toto frunció el ceño, un poco confundido por la seriedad en la voz de Max.

—No tienes que agradecerme por eso —dijo Toto, con un tono tranquilo—. Solo estaba haciendo lo que creí que era necesario.

Max sonrió, sintiendo un calor en sus mejillas. Se inclinó hacia Toto y puso una mano sobre su pierna, mirando con intensidad.

—Lo sé, pero quiero hacerlo de alguna manera que te guste —dijo Max—. Quiero mostrarte cuánto significó para mí.

Toto lo miró con curiosidad, levantándose un poco para mirar mejor a Max.

—¿Y cómo piensas hacer eso?

Max no pudo evitar sonreír, sintiendo el pulso en su garganta. Se inclinó hacia adelante y susurró en el oído de Toto.

—Déjame mostrarte.

Sin esperar una respuesta, Max comenzó a moverse lentamente hacia abajo, desabrochando los pantalones de Toto con movimientos suaves y deliberados. Toto observó en silencio, su mirada fija en Max mientras este se movía con una precisión casi reverencial. Max sabía exactamente lo que hacía, y aunque el nerviosismo lo recorría, también había una profunda determinación en su actitud.

Finalmente, Max logró desabrochar los pantalones y bajar la cremallera, revelando el miembro de Toto, ya erecto y palpitante. Max se tomó un momento para admirar el tamaño y la forma antes de inclinarse hacia adelante.

—Espero que esto te guste —dijo Max, su voz llena de una mezcla de confianza y nerviosismo.

Tomó el miembro de Toto en sus manos, acariciándolo suavemente antes de inclinarse y besarlo con un toque ligero. Luego, tomó la cabeza en su boca, probando el sabor salado mientras se movía lentamente hacia abajo. La sensación de calor y textura lo hizo gemir, y Max lo sintió a través de su propia boca. Toto emitió un suspiro de placer, su cuerpo tensándose al sentir el calor y la suavidad de Max alrededor de él.

Max comenzó a moverse con un ritmo lento pero constante, alternando entre lamer y succionar con suavidad. Miraba a Toto de vez en cuando, buscando señales de lo que le gustaba y lo que no. Toto, a su vez, parecía estar disfrutando cada momento, sus respiraciones volviéndose más profundas y sus gemidos más frecuentes. Max podía sentir el control que tenía sobre la situación, y eso solo aumentaba su determinación de hacerlo bien.

—Mmm, Max… —murmuró Toto, su voz entrecortada—. Esto se siente increíble.

Max sonrió alrededor del miembro de Toto, aumentando la velocidad y la presión de sus movimientos. Sabía que Toto estaba cerca de alcanzar el clímax, y Max se esforzó por intensificar la experiencia. Sus movimientos eran firmes pero cuidadosos, tratando de ofrecer todo el placer posible.

A medida que Toto se acercaba al clímax, Max lo sentía en cada fibra de su ser. El miembro de Toto se endureció aún más, y Max supo que estaba a punto de llegar al punto máximo. Max continuó con el mismo ritmo, sintiendo cómo Toto se tensaba más, sus gemidos convirtiéndose en gritos de placer.

Finalmente, Toto llegó al clímax, y Max sintió la oleada cálida en su boca. Se mantuvo firme, tragando y saboreando cada gota mientras Toto se recuperaba lentamente. Cuando Toto finalmente se relajó, Max se levantó y se limpió la boca con una servilleta. Se acomodó a su lado en el sofá, su rostro ligeramente sonrojado pero con una sonrisa satisfecha.

Toto lo miró, sus ojos llenos de una mezcla de sorpresa y satisfacción.

—Wow, Max… —dijo Toto, aún respirando con dificultad—. No tenía idea de que esto era lo que tenías en mente.

Max se encogió de hombros, su sonrisa no desapareciendo.

—Quería hacer algo especial para ti. Solo pensé que esto podría ser una forma de mostrarte cuánto aprecio lo que hiciste por mí.

Toto lo miró con una expresión de ternura y orgullo.

—Lo aprecio, Max. Realmente. Fue… inesperado, pero muy bien hecho.

Max se acurrucó contra Toto, sintiendo una cálida satisfacción al ver la expresión en su rostro. Sabía que había hecho lo correcto, y aunque la situación había sido un poco atrevida, el resultado había valido la pena. Mientras se acomodaban en el sofá, Max sabía que su relación con Toto había cambiado para mejor, y que había encontrado una nueva forma de conectarse y comunicarse.

A year in Mercedes WOLFFTAPPEN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora