casamiento

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El día de la boda de Max y Toto llegó radiante en el amplio descampado francés donde se había montado un festín digno de una celebración tan especial. Las decoraciones estaban por todas partes: guirnaldas de flores blancas y rosas adornaban los árboles y las mesas, y el aroma de la comida y las flores llenaba el aire.

Max, vestido con un elegante traje negro con detalles en azul marino, brillaba con una sonrisa que apenas podía ocultar la felicidad que sentía. Toto, en un traje gris claro con una corbata azul que combinaba perfectamente con el atuendo de Max, parecía igualmente emocionado, aunque un poco abrumado por el entusiasmo de la jornada.

Sophie, la madre de Max, no se separaba de su hijo ni un segundo. Se la podía ver moviéndose a su alrededor con una energía inagotable, ajustando el chal de Max, asegurándose de que su cabello estuviera perfecto, y dirigiéndolo de un lado a otro. Max, aunque claramente disfrutaba de la atención, también se mostraba un poco agotado por el constante tira y afloja.

“¡Max, ven aquí! Déjame ver si todo está bien”, decía Sophie mientras arrastraba a Max hacia un grupo de parientes que aún no lo habían visto. “Este es tu primo Hugo, ¿recuerdas? Y este es el amigo de tu papá, el que no veías desde hace años.”

Mientras tanto, Toto se encontraba en una lucha constante por mantener el contacto con su esposo. Cada vez que lograba acercarse a Max, Sophie aparecía de nuevo, llevándolo hacia algún rincón del campo. Toto se limitaba a observar con una sonrisa amorosa y una mirada de paciencia infinita. Cada vez que tenía la oportunidad, se acercaba a Max para robarle un beso rápido o acariciar su mejilla.

“Te ves increíble”, le susurraba Toto con ternura mientras le daba un pequeño beso en la oreja.

Max sonreía de vuelta, sus ojos brillando con una mezcla de amor y diversión. “Gracias, amor. No puedo creer que ya estamos aquí. Es perfecto.”

Finalmente, el momento de la ceremonia se acercaba. Los invitados se acomodaron en sus sillas, y los murmullos emocionados se convirtieron en un silencio expectante. La música comenzó a sonar, y Max y Toto se dirigieron al altar, rodeados por el aroma de las flores y la cálida luz del sol.

La ceremonia fue sencilla pero profunda. Las palabras del oficiante resonaban con sinceridad mientras Max y Toto se miraban con una intensidad que hacía que todos los presentes sintieran la magia del momento. Las promesas se intercambiaron con una genuina emoción, y al final, cuando los dos se besaron para sellar su unión, un aplauso alegre llenó el aire.

Ahora era el turno del tradicional lanzamiento del ramo. Max, con una sonrisa traviesa, se acercó a Checo, que estaba a un lado del escenario, rodeado de un grupo de mujeres ansiosas por capturar el ramo.

“¡Checo, aquí tienes!” dijo Max, entregándole el ramo con una risa alegre. “¡Corre y haz que las chicas se diviertan!”

Checo recibió el ramo con una mezcla de sorpresa y diversión, y antes de que pudiera reaccionar, Max ya estaba corriendo hacia el otro lado del campo. Las mujeres comenzaron a correr tras él, riendo y gritando mientras Checo trataba de mantener el ramo fuera de su alcance.

“¡No me lo van a quitar!” gritaba Checo mientras zigzagueaba entre los invitados, el ramo en una mano y el micrófono en la otra. “¡Este ramo es como mi asiento en Red Bull, nadie me lo quita!”

Al darse cuenta de que las mujeres estaban acercándose demasiado, Checo hizo un movimiento audaz y, para sorpresa de todos, subió a los brazos de Lewis Hamilton. Lewis, con una mezcla de risa y sorpresa, lo levantó hacia el cielo, tratando de evitar que las mujeres lo atraparan.

“¡Checo, baja de ahí!” gritaba Max desde el otro lado del campo, riendo mientras observaba la escena. “¡Vamos, no te hagas el difícil!”

Lewis, con una sonrisa amplia, hacía todo lo posible por mantener a Checo fuera del alcance, mientras Checo agitaba el ramo en el aire, como un trofeo de guerra.

Finalmente, después de una serie de giros y carreras frenéticas, Checo descendió de los brazos de Lewis y, con un gesto teatral, lanzó el ramo hacia el grupo de mujeres. Las risas y los gritos llenaron el aire mientras las mujeres competían por atraparlo.

La celebración continuó con una mezclade baile, comida y más risas. La pista de baile se llenó de invitados que se movían al ritmo de la música, y la atmósfera se tornó aún más festiva a medida que avanzaba la noche.

Sophie, por fin, pareció relajarse un poco y se unió a la pista de baile con un entusiasmo contagioso. Max, finalmente libre de los constantes jaloneos de su madre, se acercó a Toto, quien lo abrazó y lo giró con gracia, llevándolo a la pista.

“¡Finalmente!” dijo Toto con una sonrisa satisfecha. “Parece que ahora tenemos un poco de paz.”

Max rió y se acurrucó contra él, disfrutando del momento de tranquilidad después de tanto ajetreo. “Sí, ha sido un día increíble. No podría haberlo imaginado mejor.”

Mientras tanto, Checo, que finalmente había entregado el ramo y se había unido a la fiesta, seguía bromeando con los invitados y haciendo que todos se rieran con sus ocurrencias. Lewis, que se había convertido en el héroe del día al mantener a Checo a salvo del ataque de las mujeres, se movía por el campo con una sonrisa satisfecha.

El banquete estaba en pleno apogeo, con platos deliciosos y brindis alegres. Los discursos, llenos de cariño y buenos deseos, resonaban a través del campo, y los ojos brillaban con lágrimas de felicidad y amor.

Al final de la noche, cuando las luces comenzaron a parpadear suavemente y el aire se enfrió un poco, Max y Toto se tomaron un momento para sí mismos. Se alejaron de la pista de baile y se sentaron en un rincón tranquilo del campo, rodeados de luces tenues y el suave murmullo de la celebración que continuaba a lo lejos.

“¿Cómo te sientes?” preguntó Toto, mirando a Max con una ternura que hacía que su corazón latiera más rápido.

Max sonrió y se apoyó en el hombro de Toto. “Siento que estamos en un sueño del que no quiero despertar. Todo ha sido perfecto.”

Toto le besó la frente y lo abrazó con fuerza. “Lo ha sido, Max. Y lo mejor es que esto es solo el comienzo.”

Mientras la noche avanzaba y los invitados seguían disfrutando de la fiesta, Max y Toto compartieron un momento de paz y felicidad, sabiendo que habían comenzado un nuevo capítulo en sus vidas, lleno de amor y promesas para el futuro.

A year in Mercedes WOLFFTAPPEN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora