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~■**El Peso del Trono**■~
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Las semanas habían pasado y, en el palacio de los Targaryen, la rutina parecía haber regresado, aunque el peso de la reciente coronación de Aegon aún se sentía en el aire. En sus aposentos, Aelycent se encontraba en un rincón tranquilo, la luz de la tarde filtrándose a través de los delicados cortinajes, bañando la habitación con una luz dorada y suave. Su hija Jaehaera estaba dormida profundamente en su regazo, su respiración calmada y serena en contraste con el tumulto exterior. Aelycent acariciaba con ternura el cabello de la niña, intentando encontrar consuelo en ese momento de paz.
Aegon, con su porte regio y una ligera sombra de cansancio en su rostro, se acercó a ella. El rey inclinó su cabeza y, con un gesto lleno de afecto, la besó en la frente. Su mirada se dirigió a la niña en brazos, y luego, con un tono cálido pero preocupado, le preguntó:
-¿Dónde está Jaehaerys?
Aelycent levantó la vista, encontrando en los ojos de su esposo una mezcla de ternura y determinación. Su voz era suave, pero había una nota de tristeza subyacente:
-Está en la biblioteca, estudiando. Aelycent, todavía sosteniendo a Jaehaera en su regazo, observaba con atención cómo Aegon miraba la ventana sobre una mesa cercana. La atmósfera parecía cargada de un conflicto silencioso.
Finalmente, Aelycent rompió el silencio con una preocupación que había estado en su mente durante días:
-Aegon, he estado pensando mucho en Jaehaerys últimamente. Creo que tal vez no quiere ser rey.
Aegon, que estaba concentrado en la ventana, levantó la vista y frunció el ceño. Su rostro, antes sereno, empezó a mostrar signos de incomodidad.
-¿A qué te refieres? -preguntó, su voz tensa y cargada de incertidumbre.
Aelycent dejó escapar un suspiro, intentando articular sus pensamientos con delicadeza:
-Es algo muy grande el es solo un niño. No parece entusiasmado ni interesado en las responsabilidades que conlleva ser rey. Quizás no siente el peso de la corona como nosotros lo hacemos. Me preocupa que esté forzado a algo que no desea.
