𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 18

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☆●~**El Despertar de la Ira**~●☆

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☆●~**El Despertar de la Ira**~●☆

La luz del amanecer se filtraba a través de las cortinas del lujoso dormitorio real, desdibujando las sombras con un resplandor tenue. Aegon y Aelycent yacían plácidamente en la cama, sumidos en un sueño profundo y ajeno a la tormenta que se acercaba. La fina sábana que los cubría apenas ocultaba la desnudez de sus cuerpos, revelando la intimidad de su descanso, ya dos meses habían pasado desde que se casaron y el plan del té de luna seguían consiguiendolo.

La puerta del dormitorio se abrió de golpe, y el estrépito de la entrada hizo eco en las paredes. Otto y Alicent, sus rostros torcidos por la furia, entraron sin previo aviso. Otto, con pasos firmes y decididos, lideraba la marcha mientras Alicent, con una expresión de indignación ardiente, lo seguía de cerca.

-¡Despierten! -exclamó Alicent, con un tono que cortaba el aire como un cuchillo. La voz de la reina retumbó en el cuarto, arrastrando a Aegon y Aelycent de su sueño.

Ambos jóvenes se despertaron con un sobresalto, sus ojos atónitos encontrando los rostros enardecidos de su madre y abuelo de Aegon. Aegon trató de recomponerse rápidamente, sus mejillas sonrojadas de vergüenza al darse cuenta de que estaban en el centro de una confrontación inesperada. Aelycent, con el rostro pálido y tembloroso, intentó cubrirse con la sábana mientras se sentaba en la cama.

-¿Qué sucede? -preguntó Aegon, su voz llena de confusión y somnolencia.

-¿Qué sucede? -repitió Alicent, su voz cargada de desdén-. ¡Lo que sucede es que llevamos semanas esperando una explicación! ¿Cómo te atreves a ignorar tus responsabilidades mientras el reino está en juego?

¡No hemos hecho nada malo! -respondió Aegon, poniéndose una túnica con rapidez y acercándose a sus padres con una mezcla de desafío y desesperación.

-Creen que pagarle a una sirvienta por té de luna no es nada!-Grita Alicent, Ante esa acusación el rostro de ambos peliblancos palidecieron.

Otto, con una mirada implacable, se acercó a los jóvenes. La furia en sus ojos era palpable, y con un movimiento brusco, tomó a Aegon y Aelycent por los rostros, forzándolos a mirarlo directamente.

-Escuchen bien -dijo Otto con una voz grave y autoritaria-. La estabilidad del reino no puede estar en manos de sus caprichos. ¡Necesitan tener un heredero, y lo necesitan ahora!

Aegon intentó zafarse, pero la presión en su rostro lo mantenía fijo. -Pero no estamos listos. Necesitamos tiempo para...

-¡No hay tiempo! -interrumpió Otto con firmeza-. Cada día que pasa sin un heredero pone en riesgo el futuro del reino. No podemos seguir esperando, ni ustedes pueden seguir evadiendo su deber.

Aelycent, aún temblando, intentó intervenir. -Pero no es solo cuestión de voluntad, también necesitamos...

-¡No hay excusas! -exclamó Alicent, su voz cargada de desesperación y enojo-. La corona necesita una línea de sucesión sólida, y ustedes son los responsables de garantizarla. No es negociable.

-Somos demasiado jóvenes, madre....-Dice Aelycent con un hilo de voz.

-Eso no es un maldito problema!-El grito de Otto resonó.

La presión en la habitación era palpable, cada palabra de Otto y Alicent resonando como un martillo en el yunque. Aegon y Aelycent se miraron, sus expresiones llenas de un miedo impotente mientras enfrentaban la dura realidad de sus responsabilidades.

-Nosotros... -comenzó Aegon, con un suspiro resignado-. Lo haremos. Haremos lo que sea necesario.

Otto aflojó su agarre, pero su mirada seguía siendo dura e implacable. -Así es como debe ser. No hay más margen para discusiones. El futuro del reino depende de ustedes.

Alicent asintió, su expresión un reflejo de la misma determinación feroz. -Ahora, vístanse y prepárense. Las obligaciones no esperan, y la corona no puede permitirse más demoras.

Mientras Otto y Alicent se retiraban, dejando a Aegon y Aelycent en la cama, la tensión en el aire era palpable. Los jóvenes príncipes se quedaron en silencio, sabiendo que el peso de sus decisiones futuras ahora no solo caía sobre sus hombros, sino también sobre el futuro de todo el reino.

☆●~** "Risas en la Penumbra"**~●☆

La habitación, bañada por la luz temblorosa de las velas, se sentía asfixiante después del duro regaño de Alicent y Otto. Aegon y Aelycent se encontraban en un rincón apartado, sus rostros reflejaban la misma mezcla de tristeza y frustración. El eco de las palabras de sus padres aún resonaba en el aire, haciendo que el ambiente fuera denso y silencioso.

Aegon, con las manos en su largo cabello peinandolo, evitaba el contacto visual, mientras Aelycent jugueteaba con el dobladillo de la sábana que los cubría, su mente claramente preocupada. Un sentimiento de desánimo envolvía la habitación, cada uno atrapado en sus pensamientos.

De repente, Aegon, con un suspiro profundo, se acercó a Aelycent. Sin decir una palabra, la besó con suavidad, un gesto que, aunque breve, cargaba un inmenso consuelo. Sus labios se separaron, y él, con un atisbo de sonrisa, murmuró:

-Al menos el bebé no saldrá bien bonito, ¿verdad?, tu y yo estamos bien hermosos

La frase, cargada de una ligera ironía, rompió el silencio pesado. Aelycent lo miró, con reproche por el tono humorístico en medio de su tristeza. La combinación inesperada de cariño y broma hizo que sus labios se curvaran en una sonrisa, que rápidamente se convirtió en risa.

-Hija de nadie...-Dice Aelycent graciosamente

-Hijo de nadie...-Aegon le sigue con chiste, y ambos dijeron su frase al unísono

Aegon se unió a ella, su risa sincera y contagiosa. El sonido de sus carcajadas llenó la habitación, despejando por un momento la nube de tensión. Aelycent, con los ojos brillantes y aún riendo, sintió cómo la presión y el estrés de la reprimenda se desvanecían lentamente.

Mientras las risas se calmaban, Aegon tomó la mano de Aelycent, entrelazando sus dedos con un gesto lleno de ternura. La conexión entre ellos se sentía más fuerte que nunca, y en medio de las risas y la ligereza, encontraron un pequeño refugio de felicidad.

La habitación, que antes parecía un lugar de tristeza, ahora estaba llena de una calidez renovada. Aunque las preocupaciones seguían presentes, la risa compartida les recordó que podían enfrentar cualquier adversidad juntos, con amor y un toque de humor.

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𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃    ~|𝐀𝐞𝐠𝐨𝐧 𝐈𝐈 𝐓𝐚𝐫𝐠𝐚𝐫𝐲𝐞𝐧 & 𝐇𝐎𝐓𝐃|~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora