𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 10

512 39 12
                                    



¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



**Capítulo: La Fiesta de Medianoche**

La ciudad dormía bajo un manto de quietud, solo perturbado por el sonido lejano de los pasos de dos figuras que se escurrían con la intención de romper la monotonía de su doloroso compromiso. Aegon y Aelycent, atrapados en el torbellino de una tristeza implacable, se dirigieron a la Calle de Seda con una determinación que desafiaba la noche.

A medida que se acercaban a la taberna que solían frecuentar, la brisa fresca de la madrugada parecía llevar consigo el eco de sus risas pasadas. La calle estaba vacía y silenciosa, con las luces de los faroles parpadeando tenuemente, como si fueran las últimas guardianas de su libertad. Aegon empujó la puerta de la taberna con familiaridad, y al instante el cálido resplandor interior les recibió como un viejo amigo.

El tabernero, al ver a los dos jóvenes, levantó una ceja, pero sin decir nada les sirvió una botella de vino y dos copas, como si entendiera que esta noche requería un trato especial. Aegon y Aelycent tomaron lugar en su mesa habitual, alejados del resto de los clientes, que ya se habían ido a sus hogares. La oscuridad del local se convirtió en su refugio temporal.

La botella se descorchó con un sonido satisfactorio, y el primer sorbo del vino tinto se deslizó por sus gargantas, calentando sus cuerpos y despertando una chispa de energía que había estado dormida. Las primeras risas comenzaron a surgir, tímidas pero prometedoras, y pronto la atmósfera en la taberna se llenó de la calidez de sus antiguas bromas y recuerdos.

-A nuestro pasado libre -dijo Aegon levantando su copa.

-Y a nuestro futuro imaginario -respondió Aelycent, brindando con él.

Las horas pasaron entre copas de vino y conversaciones cada vez más desinhibidas. El vino, como una llave maestra, desbloqueaba una burbuja de libertad donde podían hablar de sus deseos más secretos y de la desesperación de su situación. Con cada copa, el ambiente se volvía más festivo, y sus movimientos se volvían más sueltos. Aegon se levantó y comenzó a cantar una canción que había sido su favorita de la infancia, y Aelycent se unió a él con una voz desafinada pero alegre.

-¿Te imaginas si pudiéramos simplemente huir? -preguntó Aelycent, sus ojos brillando con una mezcla de tristeza y esperanza mientras giraba en su silla-. ¿Dejarlo todo atrás y empezar de nuevo en algún lugar lejano?

-¿Dónde viviríamos? -respondió Aegon con una risa-. ¿En una cabaña en el bosque, rodeados de lobos y ciervos?

-¡Exacto! -exclamó Aelycent, riendo-. Seríamos libres, sin ningún compromiso que nos atrape.

Aegon se rió y se inclinó hacia adelante, su rostro iluminado por una chispa de determinación.

-Quizás no podamos huir de nuestro destino, pero al menos podemos imaginarlo -dijo-. Imaginar un futuro diferente, uno donde no estemos atrapados en las decisiones de otros.

𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃    ~|𝐀𝐞𝐠𝐨𝐧 𝐈𝐈 𝐓𝐚𝐫𝐠𝐚𝐫𝐲𝐞𝐧 & 𝐇𝐎𝐓𝐃|~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora