𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 45

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*El dolor en la penumbra*

La noche se cernía sobre el castillo con un manto de oscuridad denso y ominoso. Aelycent, en el umbral del dolor y la desesperación, se enfrentaba a uno de los momentos más difíciles de su vida. El trabajo de parto había comenzado con una intensidad abrumadora, pero lo que debería haber sido un proceso natural se había convertido en una agonía prolongada. El bebé, aparentemente decidido a no venir al mundo, se mantenía en un estado de posición complicada, negándose a salir. Cada contracción era una ola de dolor insoportable que sacudía el cuerpo de Aelycent, y la angustia en su rostro era evidente.

En medio de esta tormenta emocional, Jaehaerys, el hijo mayor de Aelycent y Aegon, estaba en la habitación, presenciando la desesperación y el miedo que invadían el lugar. El pequeño, apenas capaz de entender la magnitud de la situación, estaba aterrorizado por el estado de su madre y la inminente llegada de su hermano. La confusión y la impotencia se reflejaban en sus ojos mientras veía a las sirvientas y los guardias moverse frenéticamente alrededor de la cama de su madre. Sin embargo, cuando la situación se volvió abrumadora, Jaehaerys se aferró a la mano de su madre con una fuerza sorprendente para su edad, intentando ofrecerle consuelo a pesar de su propio terror.

Mami, por favor, no te rindas. Estoy aquí contigo. Lo haremos juntos,” decía con voz temblorosa, tratando de infundir esperanza en la situación desesperada.

El tumulto en la habitación era ensordecedor: gritos de dolor de Aelycent, instrucciones urgentes de las sirvientas, y el constante ir y venir de los guardias que trataban de mantener el orden. Jaehaerys, incapaz de comprender plenamente la gravedad de la situación, intentó defender a su madre de la multitud de sirvientas y guardias que se movían alrededor de ella. Su pequeño cuerpo se interponía entre ellos y su madre, luchando con una valentía inocente que solo un niño podría tener. Cada vez que alguien intentaba apartarlo, él se mantenía firme, aferrado a la mano de su madre, sus lágrimas mezclándose con el sudor en su rostro.

Aelycent, a pesar de su dolor, sentía el consuelo en la presencia de su hijo mayor. Su mano, pequeña y temblorosa, era un ancla en medio de su tormento. Aunque la presencia de Jaehaerys no aliviaba el dolor físico, le daba una razón para seguir luchando. El temor por la vida de su bebé y su propio bienestar era abrumador, y la falta de la compañía de su esposo la hacía sentir aún más desamparada. Aelycent necesitaba a Aegon más que nunca, no solo por su apoyo emocional, sino también porque su ausencia en ese momento crucial se sentía como una traición.

Aegon, completamente ajeno a la gravedad de la situación que se desarrollaba en el castillo, estaba sumido en una borrachera autodestructiva. En el salón del trono, rodeado por sus guardias y su bebida, el rey estaba inmerso en un mundo de oscuridad y desesperación personal. La noticia del complicado parto de Aelycent nunca llegó a sus oídos; Larys Strong, sabiendo bien la magnitud de la situación y la forma en que podría afectar a Aegon, había decidido guardar silencio, maliciosamente aprovechando la oportunidad para exacerbar el sufrimiento de la reina y, al mismo tiempo, profundizar la crisis en la familia real.

Mientras tanto, en la habitación de Aelycent, la situación se volvía cada vez más desesperada. Las sirvientas y los médicos luchaban contra la dificultad del parto, tratando de encontrar una solución que pudiera salvar a Aelycent y a su bebé. Los gritos de dolor se convirtieron en un lamento constante, y la angustia en el rostro de Jaehaerys era palpable mientras sostenía la mano de su madre, rogando con la mirada que el sufrimiento cesara.

El tiempo parecía desmoronarse en una agonía interminable. Aelycent, con la fuerza de voluntad agotada y el cuerpo desgarrado por el dolor, luchaba por mantenerse consciente mientras las olas de contracciones intensas la golpeaban. Jaehaerys, mientras tanto, se mantenía firme junto a ella, su pequeño cuerpo temblando mientras trataba de ser un rayo de esperanza en medio del caos.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, el grito desgarrador de un recién nacido llenó la habitación. El bebé había llegado al mundo, pero no sin un precio. Aelycent, exhausta y desolada, fue recibida con una mezcla de alivio y tristeza. El dolor de la labor de parto había sido inmenso, y el agotamiento la había llevado al límite de sus fuerzas. Aunque el bebé estaba finalmente en sus brazos, la tristeza en sus ojos y el sentimiento de traición por la ausencia de Aegon se mantenían.

La habitación estaba llena de un silencio tenso después del grito inicial del bebé. Jaehaerys, con el corazón aún agitado, miraba con asombro y miedo mientras las sirvientas y los médicos se ocupaban del recién nacido y de su madre. La situación seguía siendo precaria, y la ausencia de Aegon en el momento crítico subrayaba la profunda fractura en su relación. Aelycent, mientras tanto, se aferraba a su hijo menor con la esperanza de que, a pesar de todo, el amor y la familia aún podrían ofrecerle un rayo de luz en medio de la oscuridad.

La indiferencia de Aegon, producto de la manipulación de Larys, dejaba una herida aún más profunda en la ya fracturada vida de Aelycent, y el eco de esa noche dolorosa resonaría en la historia de la familia real para siempre.


















♡--AUTOR NOTE--♡

HOLAAAAAAA, NO ME MATENNNNNN.

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BYEEEEE
Vayan a leer mis otros ficcccs plis

𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃    ~|𝐀𝐞𝐠𝐨𝐧 𝐈𝐈 𝐓𝐚𝐫𝐠𝐚𝐫𝐲𝐞𝐧 & 𝐇𝐎𝐓𝐃|~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora