La Fractura del Trono
La grieta en la relación entre Aegon y Aelycent había ido creciendo con cada día que pasaba, alimentada por la creciente distancia emocional y las tensiones políticas que asolaban los reinos. El embarazo de Aelycent estaba llegando a su fin, y aunque el hecho de que sus hijos nacieran pronto debería haber sido motivo de alegría, la tristeza se había convertido en su compañera constante. Cada día parecía ser una prueba de su fortaleza, pero su voluntad de mantenerse fuerte por el bien de sus hijos no la distraía de la amarga realidad que la rodeaba.
Aelycent había pasado el día junto a su madre, Alicent, que estaba ocupada en tratar las heridas que había sufrido durante el reciente ataque de los pueblerinos. La severidad de la violencia contra los miembros de la familia real no solo había causado daño físico, sino también una herida emocional profunda que la familia de Aegon estaba teniendo dificultad en superar. Alicent, en su propia forma de fortaleza, había decidido ir a una de las casas de campo para recuperarse, dejando a Aelycent sola en sus aposentos, sin saber cuándo regresaría.
Al estar sola, con sus hijos bajo el cuidado de las septas, Aelycent decidió tomarse un momento para ella misma. Se dirigió a su bañera, una pieza elegante de mármol blanco que se encontraba en un rincón apartado de sus aposentos. Con movimientos automáticos, se despojó de sus ropas y se sumergió en el agua tibia. Su vientre, grande y prominente debido al avanzado estado de su embarazo, sobresalía mientras ella se recostaba en la tina. La sensación del agua caliente contra su piel le ofrecía una breve comodidad, pero las lágrimas seguían fluyendo en silencio, mezclándose con el agua que la rodeaba.
Aelycent miró el techo de su habitación, el cual parecía alejado e indiferente a su dolor. Sus pensamientos eran un tumulto de confusión y tristeza. La relación con Aegon, que alguna vez había sido una fuente de amor y compañía, ahora parecía tan distante como los propios reinos que gobernaban. Cada vez que pensaba en él, sentía una profunda tristeza que no podía ser consolada. Aegon había cambiado, y no para mejor. La influencia de Larys Strong había calado hondo, volviéndolo más distante y manipulado por la ambición y la ira. La noticia de que Rhaenyra tenía nuevos dragones solo había añadido leña al fuego de su irritación.
En el corazón del castillo, Aegon estaba en una de las salas de consejo, rodeado por sus asesores y miembros de la corte. Su mente estaba en constante agitación, tratando de encontrar una manera de abordar la creciente amenaza de Rhaenyra. La noticia de los nuevos dragones de Rhaenyra era como una daga en su pecho, un recordatorio constante de su desventaja y la creciente amenaza que representaba. Cada día parecía traer nuevas complicaciones, y Aegon, ya irritado por la distancia emocional con Aelycent, se encontraba cada vez más a la deriva en un mar de frustración y rabia.
En medio de una discusión estratégica, Aegon se sobresaltó al ver que un nuevo dragón, más grande y majestuoso que cualquiera que hubiera visto antes, surcaba el cielo. Su corazón se aceleró mientras observaba el imponente vuelo de la bestia, y su mente inmediatamente se dirigió a Dragonstone. Sabía que la aparición de este nuevo dragón solo podía significar una mayor fortaleza en el bando de Rhaenyra.
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𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 ~|𝐀𝐞𝐠𝐨𝐧 𝐈𝐈 𝐓𝐚𝐫𝐠𝐚𝐫𝐲𝐞𝐧 & 𝐇𝐎𝐓𝐃|~
Fanfiction~"Como todos los Targaryen, nuestro amor es unión de fuego y sangre, de pasión y poder."~