XLIII

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— No quiero estar contigo. — Lang volteó el rostro para que no viera lo sonrojada que estaba por el beso.

— Lo siento, pensé que sentías lo mismo. — Y en verdad lo sentía, Morgan creyó que las cosas habían mejorado, pero no, ella se había equivocado en el pasado y debía pagarlo.

La verdad era solo que las cosas estaban demasiado revueltas en sus cabezas, mucha información, muchos cambios, el miedo que las consumía no daba espacio a nada más.

— Yo... yo no dije que no sintiera lo mismo, solo que aún me duele. — Porque claro que quería seguir besándola hasta que se le acabara la vida

— Todo lo que te hice, de verdad, no puedo estar más arrepentida. — Morgan se sentó en la cama, quería darle su espacio a Lang para que procesara todo lo que estaba pasando.

— Te perdono. — Por supuesto que lo hacía, más después de haber pasado unas cuantas horas con David. — Pero me duele.

— Lang ¿Hay algo que pueda hacer para que estés mejor?

— Solo déjame morir.

— Lo siento, pero no dejaré que hagas eso jamás, ¿Me escuchas? No te dejaré rendirte.

Si tenía familia.

Lang entonces se sintió en una bella encrucijada, una que, sin dudas la volvería loca ¿Debía ahora ella besar a Morgan? Porque en verdad quería hacerlo, lo deseaba, pero hacía menos de 5 minutos, que digo, de 2 minutos la había rechazado.

Que tan importante eran sus principios cuando Morgan la estaba derritiendo, cuando ahora se sentía diferente, cuando en verdad, lo deseaba.

— ¿Puedo abrazarte?

— Claro que puedes Lang, no tienes porque preguntarme.

— ¿Está bien que me cuides así? Yo debería ser la que estuviera organizando todo esto, salvando a la manada, tú solo deberías de relajarte, de estar con tu mamá, de hacer todo lo que querías.

— Bueno, si, pero tú también deberías de estar sana y no lo estás, la vida es así, extraña al final.

Lang apretó su rostro en el cuello de Morgan, aprovechando lo poco o mucho que le quedaban de sus instintos para poder grabarse el aroma de la omega.

— La vida es una mierda.

— Puede ser menos espantosa, solo por favor, salgamos de esto juntas.

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— Saldremos en la mañana, un ataque a plena luz del día es un poco menos probable.

— ¿Es por eso o porque no quieres levantarte? — Lang se había atado en un abrazo/cadena a Morgan, ya llevaban media hora, quizá un poco más, tiradas en la cama.

— Bueno, no creo que pudiera hacerlo aunque quisiera.

— Si puedes. — No, no podía... Pero tampoco quería.

¿Y si hacían un poco más? ¿Y si se atrevían a más?

Lang lentamente viajó su manos debajo de la playera de la omega para acaricias su abdomen suavemente, apreciando lo suave de su piel.

Notando lo mucho que la deseaba.

— No es la primera vez que te veo semidesnuda ¿No es chistoso? — Bromeó Morgan, que si mantenía su atención en el pequeño masaje de Lang se derretiría en ese momento.

Poco ConvencionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora