XLII

224 30 3
                                    

— No te vuelvas a acercar a mi pueblo, mucho menos a mi.

David asintió, es que ahora tenía un verdadero respeto por Lang, tolerancia por lo menos, no podía seguir creyendo en Yilan, toda esa mierda, tantas menitras pudriendole el cerebro desde que era un niño cuando el verdaero villano siempre fue el hombre que los crió a él y a su hermana, carajo, su hermana, no permitiría que Ángela participara en un genocidio como lo sería matar a un grupo de personas solo por estar vulnerables.

— Te lo prometí, no volverás a verme— El joven sacó el antídoto de la bolsa interna de su chaqueta, era su forma de pedir disculpas más que una recompenza por sacarlo del pueblo. — No puedes morir.

— ¿Qué significa eso?

— Que salgan de aquí lo antes posible.

— ¿Es una amenaza?

— Una advertencia. — David agachó la cabeza y suspiró pesadamente. — Toma eso en dosis pequeñas, por lo menos tres a lo largo de una semana, si lo tomas de golpe te puedes intoxicar.

— Ya claro. — Comentó con burla. — Seguro me muero si lo tomo rápido.

— Si, en resumen, puede ser una reacción adversa que reaccione con el veneno, solo potenciaría el efecto, te puedes morir.

— ¿Por qué te creería?

— ¿En verdad eres tonta? ¿Por qué te daría un antídoto y te diría cómo usarlo si quisiera hacerte algo?

— Podrías simplemente darme más veneno.

— Tienes un gran olfato, solo utilizalo si no me crees. — David tenía que caminar unos 7 kilómetros hasta su auto, lo dejó así de lejos para asegurarse de que no lo encontraran los licántropos por accidente así que le quedaba una caminata en medio del bosque un tanto larga si se tomaba en cuenta de que era media noche. — Lang, ten mi palabra de que jamás volveré a acercarme a tu familia.

— No te preocupes, ya no me queda familia.

— Te queda Morgan.

<<>><<>><<>><<>><<>><<>><<>><<>><<>><<>><<>>

Lang pasó el resto de la noche recostada en su cama, mirando al techo tratando de perdonar a David ¿Era posible? ¿Debía hacerlo? En definitiva no quería, es que aún podía ver el cuerpo de su padre entre sus brazos. No lo haría.

Pero no era sinónimo de no agradecerle el antídoto, también esa tregua de unas horas le había hecho leer lo que su papá jamás pudo decirle a la cara.

— Lang ¿Puedo pasar?

— No, lárgate.

— Ya sé que no estuviste aquí, escuché cuando saliste. — Imposible, había sido cuidadosa, no debía de poder haberla escuchado. — Estabas refunfuñando porque "te mandé a tu cuarto"

— No es verdad.

La puerta se abrió sin importar la muy mal hecha "barricada" conformada por una pila de ropa sucia que había lanzado para según ella poder detener a una licántropa que fácilmente podría tirar la puerta.

Lang estaba poniéndose la pijama a toda velocidad para tratar de engañar a Morgan, lo único que logró fue que la encontraran semi desnuda tratando de ponerse los pantalones. La humana ni siquiera se sorprendió, sabía que seguramente la alfa estaría haciendo una jugada similar, sin embargo hubo algo que en definitiva, lo hermosa que era su alfa la dejó sin aliento.

.

.

.

¿¡SU ALFA!?

Qué mierda acababa de pensar.

Pero en verdad que Lang era muy... muy hermosa, tanto que brillaba entre todos, ojalá ella pudiera verlo.

— ¿Qué me ves?

— Nada. — Dijo apresurandose a apartar la mirada. — Te veías linda, en realidad no, es que eres linda.

Ambas se sonrojaron, maldición, que en verdad actuaban como niñas.

— Basta con eso. — Mejor que mejor, no querían seguir en un tema del cual no tenían idea de cómo manejar.

— ¿A dónde fuiste? Pudiste ponerte en peligro.

— Pero no lo hice, estoy a salvo.

— ¿En verdad no me perdonarás jamás verdad?

— Eres fácil de perdonar en comparación de otros. — Es que claro, si la ponía a par de David era fácil darse cuenta de que las acciones de Morgan no significaban nada.

No le había hecho nada malo, solo era una niña asustada dando patadas buscando una solución, pero ahora se veía tan decidida a ayudar que ya no solo era la comparación con David, es que en verdad quería perdonarla.

— ¿Qué significa eso?

— Nada, nada importante.

Morgan suspiró pesado, pensando en todas las tonterías que había hecho, se quemaba el cerebro con eso así que mejor solo entró a la habitación saltando la pila de ropa que "impedía" el paso y se recostó en la cama.

— ¿Has pensando sobre la hemodiálisis?

— Te dije que no lo haría. — Aún menos con una nueva solución en manos, literalmente"

— Podría salvarte la vida.

— Lo voy a lograr por mi cuenta, te lo aseguro.

Morgan palmeó el colchón esperando que Lang entendiera, y por supuesto que con esos instintos de lobo su gran reacción fue dar un salto a la cama para acomodarse cerca de la omega pues pese a todo, incluso hasta ese momento el beso del auto seguía moviendo cada fibra de su interior y ansiaba más de eso.

— Ojalá digas la verdad, en verdad.

— ¿Y si no fuera así? ¿Si muriera hoy mismo?

— Creo que tan solo ya no podría.

— ¿No podrías liderar la manada?

— No podría seguir con mi vida. — Morgan se flechó en los ojos de la alfa, quería ver que era lo que en realidad sentían por la otra, porque si todo era tal como se imaginaba... carajo, sus mundos enteros se pondrían a danzar de la alegría de poder tenerse la una a la otra.

— No digas tonterías. — Bufó apartando la mirada, si la mantenía seguro que la volvía a besar.

— No son tonterías, tú eres la tonta aquí.

Morgan tomó el rostro de Lang entre manos y le robó ese beso que ambas ansiaban, le robó ese momento que hizo a Lang darse cuenta que en verdad deseaba vivir.

Poco ConvencionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora