Lang había sido muy optimista toda su vida, quizá por su ingenuidad o por lo torpe que era, pero siempre había sido así, desde chiquitita, a su madre le daba mucha risa aquello, se daba cuenta que todos en la manda la querían y ella en verdad los quería a todos, decía que cuando fuera grande se aseguraría de que todos vivieran bien y cuando su madre se reía, cuando le decía que ya todos eran felices en el pueblo entonces gritaba con singular alegría que se encargaría de que fuera aún mejor.
Siempre tenía una sonrisa sin importarle nada, ni las burlas de sus amigos llamándola tonta, ni siquiera el dolor después de entrenamientos que parecían infiernos. Su madre se encargó de que así fuera. Pero ya no estaba su madre, ni esa sonrisa perpetua, ni su padre, ni su mundo, ni nada de nada.
— ¡Por la santa Luna! ¡Despertaste! Sabía que estabas bien. — El abrazo de Samuel casi le saca un pulmón pero al menos así sabía que su beta estaba a salvo.
— Lo estoy, suéltame.
— ¿Te lastimaron? Cuando regresaste inconsciente me asusté.
— Solo les di de mi sangre, luego no recuerdo nada.
— Tenemos que pensar cómo salir de aquí.
Salir, debía escapar para regresar a su pueblo, dónde no tenía a nadie, mierda, había perdido todo lo que tenía, todo, su libertad se había ido por una persona que ni siquiera la veía, que estuvo a punto de rechazarla.
No quería seguir sintiendo eso, no quería sentir más, ya había cumplido con su responsabilidad al defender a todos, no les debía nada. ¿¡Cómo le iba a deber algo a la gente que la había traicionado!? Los cazadores sabían perfectamente donde atacar, alguien tenía que habérselos dicho, no era cuestión de suerte ¡La habían engañado! Estúpidos, ahora ya ni siquiera tenía a su papá.
La alfa comenzó a llorar sin poder detenerse, quería a su papá, quería un abrazo, quería verlo en su ceremonia, que la viera convertirse en una gran alfa, tan solo lo quería con ella. En cambio estaba tirada en el suelo cubierta con su sangre y lamentándose de lo miserable que era su vida.
— En verdad lo siento Lang, sabes que tu padre no solo era el alfa de la manada, en verdad era como otro padre para mí, me dio la confianza de ser tu beta, de luchar por el puesto y jamás me juzgo, no me imagino lo que debes estar sintiendo.
Y más lágrimas, después de perder a su madre, de ver como la mataban su papá había sido su único sostén, estúpida, y con su nueva rebeldía lo trataba mal, huía de él, solo quería crecer, no lastimarlo pero ahora no estaba para pedirle perdón.
— Alfa, también lamento su perdida. — La voz ronca y cansada de aquel hombre la calmó un poco, sabía que el beta de su padre estaba ahí para ella, que si bien no eran muy cercanos al menos aquel hombre aún tenía el aroma a su padre. — Su padre era el más grande alfa que hubiéramos podido desear, pero ahora no es momento para llorar su muerte, debemos salir de aquí a como dé lugar.
— No quiero sus estúpidos pésame, quiero a mi papá ¡Déjenme sola! — El grito retumbó en las cuatro paredes de la celda donde estaban, una vez más el alfa había hablado, así que, como no la podían dejar sola por obvias razones, al menos le dieron su espacio y la dejaron llorar.
No quería dejarlo pasar, no quería calmarse. Su padre merecía una buena despedida, no, la mejor despedida de todas, el funeral de un alfa, quería estar ahí.
— ¡Estás loco! — Se escuchó un grito desde otra habitación, la voz de la cazadora ni siquiera intentaba ser discreta.
Los tres se quedaron en silencio para escuchar mejor pero la discusión no parecía darles nada de información, solo eran un par de hermanos reclamándose quien había tenido la culpa de que las cosas se hubieran salido de control, nada que no supieran ya.
— ¿Sabe que podemos escucharla? — Preguntó Samuel.
— No digan nada más. — Ordenó Lang. — Busquen micrófonos o cámaras, o lo que sea.
— Alfa, sé que está cansada y probablemente bastante triste pero tiene que calmarse. — Aconsejó el beta que creyó esas medidas tontas y plagadas de paranoia.
— Eloy, cállate y hazme caso.
Lang daba bastante miedo.
Tenía sentido, ¿Por qué dejar a tres soldados completamente solos? Sus captores estaban peleando en otra habitación, distraídos, todo parecía perfecto para que escaparan, por eso algo tenía que estar mal, seguro tenían planes.
— No diremos nada por ahora, esperaremos, ellos no nos harán nada si estamos aquí, si obedecemos estaremos bien, escuchen, así sabremos cuando salen, a donde van, usemos eso a nuestro favor.
— ¿Nos quedaremos? — Samuel pensaba que no era la mejor idea, lo dejó saber con un golpe a la pared.
— Es la mejor idea. — Contestó Eloy. — Asegurarnos de que no es una trampa.
— ¿Estás de acuerdo? Saben todo lo que puede pasar.
— Si notamos que las cosas cambian entonces actuaremos pero, en cambio, si nos quedamos incluso podríamos salvar al beta que secuestraron antes. —Respondió Lang, firme, tanto que no parecía que en realidad estuviera en duelo.
La alfa sacó un poco la cabeza de entre los barrotes para observar un poco más el cuarto donde estaba, no había mucho, otra celda a su lado y otras dos frente, todas vacías. Al extremo derecho de esto estaba una puerta y el lugar de donde venían los gritos de los cazadores, pero sobre todo, su única salida.
— ¿Cómo estarán todos en casa? —Murmuró Samuel al beta, en verdad intentó hablar tan bajo como se pudiera para no distraer a Lang, torpe, los sentidos de un alfa no eran tan fáciles de engañar, de cualquier forma Lang decidió no decir nada y escuchar lo que fuera que tuviera que decir su amigo.
— Seguro que están bien.
— Sé que sí pero, están solos, mis padres están solos y la manada se quedó desprotegida, Eloy, esas explosiones fueron muy fuertes, la primera, esa estuvo a solo dos casas de la mía ¿Y si hubo más?
— Niño, no pienses en eso, ellos estarán bien, incluso si no tuvieran a nadie el concejo los ayudarían, ahora preocúpate de salir de aquí.
— No me arrepiento de estar aquí, no me importa estarlo porque lo hice para ayudar a Lang, a mi alfa. —Corrigió. — Pero necesito saber que lo que me dices es verdad.
— He sido el beta de la manada por poco más de treinta años, he estudiado estos protocolos toda una vida, te aseguro que estarán bien.
Treinta años de su vida al servicio de su alfa, una vida, tanto tiempo juntos, tanto que sus ojos lagrimaron, por su culpa el alfa se había expuesto, si tan solo no lo hubieran capturado, pero fue torpe, saltó al peligro solo obedeciendo a sus emociones y había perdido, perdido a su mejor amigo.
— También lo siento Eloy. —Lang miró al beta con verdadera lástima, los dos estaban heridos, mucho más de lo que se permitirían demostrar. — Sé que son amigos desde que nacieron, esto debe de ser igualmente difícil para ti.
— Lo siento mucho alfa, usted no debería verme en este estado. — Hipó mientras intentaba recuperar la serenidad que solía caracterizarlo, la misma seriedad de su hija, de tal palo tal astilla.
— Mírame, yo tampoco pude defenderlo, yo... estoy llena de su sangre, quiero quitarme esto.
El sollozo pasó a ser una verdadera tormenta, Lang ya ni siquiera podía formular palabra, ni permanecer parada, ni cuerda, limpiaba su rostro desesperadamente, sus lágrimas ayudaban con su labor, claro que en la ropa no funcionaba tan bien, ese había sido el peor día de todos los posibles para utilizar una camiseta blanca. Eloy al ver a la joven alfa tan desesperada, llegando incluso al punto de que no podía respirar solo pudo abrazarla, es lo que su padre habría hecho, y por supuesto que Boris también hubiera agradecido que consolara a su hija.
— No es tu culpa, en verdad nada de esto es tu culpa.
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Poco Convencional
Fiksi Ilmiah¿Quién ha de creer que los mundos de fantasía existen? Claro que Morgan no lo creía, ni cualquier persona normal hasta que una chica torpe llegó como estampida a su vida diciéndole "Te amo" " Estamos hechas la una para la otra" Y aunque eso no era...