II

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— ¿Sabes que esto dejará de funcionar cuando cumplas los 21 verdad? Cuando tengas tu rango real no podré decirte princesa nunca más. — Se burló Mary al tener en mano la correa manejando a su mejor amiga. — ¿Pero sabes que es lo bueno? Que no puedes responderme de ninguna manera, así que ahora vayamos a dar un pequeño paseo princesita.

Lang se cansó de las burlas así que se sentó y negó a caminar más.

— Vamos, te estoy haciendo un favor, me sacaste de mi propia fiesta, al menos colabora. Pero la mujer lobo no soportaría más humillaciones por un día, suficiente tenía con ser torpe, con sus amigos burlándose de ella por ir a la escuela en sábado, con su propia estupidez que la acechaba como la peor de sus enemigos, todo para seguir con aquella farsa.

Hasta que nuevamente sintió ese olor a flores que la descontroló, buscó por todos lados pero no vio nada así que corrió arrastrando por el suelo a la pobre Mary que no logró poner resistencia a tiempo. La vio, la chica estaba sentada en la entrada de la casa viendo fijamente a la luna.

— Oh, hola Morgan, pensé que estarías adentro. — Comenzó Mary con un intento muy forzado de no mostrar su falta de aire por la arrastrada que acababa de sufrir. La chica no respondió, tenía la mirada perdida en los ojos de Lang.

— ¿¡Por qué carajo tienes un lobo!? — Gritó asustada.

— ¿Qué? ¿Un lobo? Vamos no seas tonta, solo es un perro grande, es inofensiva, se llama princesa. 

Mary desvió la mirada por un momento, estaba tan nerviosa de que descubrieran a su amiga que no lo pudo evitar, pero fue eso, solo un momento, para cunado volvió la mirada a la loba esta yacía en el suelo con las patas arriba y una sonrisa tonta esperando que Morgan rascara su estómago.

— Por favor Lan... princesa. — Corrigió de inmediato. —No puedes ser tan fácil.

— Pues viéndola así, sí parece un perrito adorable.

— ¿Podrías quedarte con ella? Yo quiero seguir en la fiesta y parece que tú ya estás un poco cansada. 

Morgan lo dudó bastante, ese "enorme perro" no paraba de mirarla, se sentía incluso acosada, pero su pelaje era suave y le parecía mejor estar acompañada que mantenerse solo con la luz de la luna. Tomó la correa sin darle demasiada importancia, el perro café y manchas negras gigante se recargó en ella, Morgan no hizo nada, se limitó a acariciar la enorme cabeza porque se sintió cómoda.

— Eres un osito de peluche princesa. — A Lang no le encantó ser llamada así pero no importaba pues le parecía hipnotizaste la voz de Morgan. — ¿Quieres dar un paseo? Podemos caminar un rato.

Lang se levantó de inmediato e intentó correr hasta la puerta del patio, no le importaba el paseo, solo quería pasar tiempo con esa humana. Seguramente su padre la mataría cuando descubriese que su luna era una humana, pronto estaría al frente de su manada. Poco le importaba justo en ese momento.

— Estás muy contenta. —Sonrió alegre. — Pero siento que princesa no es un buen nombre para ti. La luna esa noche era en verdad preciosa, Lang no tenía la mínima duda de que Morgan era su mate, es que la diosa se lo estaba confirmando, su luna y la próxima luna de la manada y eso le encantaba, el olor de la chica era encantador, su personalidad era alegre y era mucho muy hermosa.

La fiesta terminó, los pocos en pie regresaban a sus casas, el resto habían caído desmayados. Mary era la excepción, el alcohol no hacía ningún efecto en ella y al ser un ser nocturno ella estaba como nueva. Se preocupó ya que no tenía información de Morgan, era su amiga desde hacía poco tiempo, quizá haberla dejado con Lang no había sido la mejor de sus ideas. De pronto escuchó un aullido no muy lejos de su casa, eso definitivamente no era una buena señal, el problema podía ser verdaderamente grande si un hombre lobo se atrevía a llamar a su manada.

El panorama no se veía nada bien, Morgan estaba en el suelo sangrando, inconsciente, en cambio Lang solo sangraba por una herida en su cabeza, ella sanaría rápidamente, no importaba en lo absoluto pero una humana, ella no lo haría.

— ¿Qué sucedió?— Un cazador, eso creo, no vi lo que sucedió no me dio tiempo, me atacó primero a mí, me arroyó un auto, en lo que tardé en regresar ella estaba así.

— ¿Qué le hicieron a Morgan?

— ¡Qué no lo sé carajo! —Esos eran los momentos en los que Lang en verdad parecía una alfa, donde tenía el poder con el que dirigiría la manada.

— Ella no se ve nada bien, necesita un hospital.

— No tiene tiempo. — La miró asustada, acababa de conocer a su luna y no pensaba perderla ese mismo día. No bajo la luz de la propia diosa. De la poca sangre que seguía escurriendo de la cabeza una gota cayó directamente en una de las heridas abiertas de Morgan. Lang sabía a la perfección la reacción de la sangre de un alfa, esta puede convertir a simples humanos en betas para nuevas manadas, que en la actualidad los hombres lobos prácticamente no lo hicieran era otra cosa, esa noche sería la excepción.

Lo malo es que también sabía que la primera transformación de un hombre lobo se le puede llamar vistosa y para una humana cuyo cuerpo no está adaptado al cambio podía llegar a ser muy dolorosa. 

 — Bueno, supongo que eso es mejor que morir. — Se jactó Lang al escuchar los huesos de Morgan romperse y reacomodarse.

— No digas idioteces, ayúdala. — Obviamente un vampiro no tenía idea de lo que significaba esa transformación.

— No puedo hacer nada, es un proceso que ella debe pasar.

Ambas se quedaron en silencio observando la transformación completa de Morgan pues solo podían esperar.

— Lang. — Interrumpió Mary.

— ¿Si?

— ¿Puedes ponerte ropa? Comienza a ser incomodo verte desnuda.

— Claro, eso debería ser un punto.

— Y destruiste la ropa que te presté, me debes dinero. En vez de buscar ropa Lang cambió de forma nuevamente, era más fácil controlar a un hombre lobo recién transformado siendo otro lobo. Con su pelaje bicolor y esos imponentes ojos rojos señal clara de que era alfa esperó a que finalizara la transformación para poder controlarla  en caso de que se alterara. Pero entonces Lang la vio, esa hermosa loba café manchada, esta no podía pararse del suelo, seguro aun dolía. Caminó hasta ponerse frente a la cabeza de Morgan y con su hocico intentó que esta levantara la mirada, pero sus ojos no eran amarillos como lo serían los de un beta, eran de un hermoso azul, un azul lleno de terror pues Morgan no entendía nada de los que estaba sucediendo.

Al tener esa forma ambas debían poder tener la capacidad de comunicarse pero por más que Lang intentaba calmar a Morgan, a pesar de que intentaba hablarle el terror puro imposibilitaba a Morgan a escuchar las palabras de Lang. El pequeño lobo corrió desesperado intentando huir de sí misma hasta algún sitio lejos de no sabía dónde. Lang la siguió y en poco tiempo la atrapó tirándola al suelo y colocándose encima para tranquilizarla, lamió con ternura su nariz para hacerla calmar lo que se tradujo en Morgan desmayada en el suelo poco a poco volviendo a su forma humana.

Poco ConvencionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora