XXXV

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— ¿¡Qué fue eso!? Tienes que explicarme. — Al detenerse en un hotel de paso en la noche y ver que la alfa fue a dormir, Morgan aprovechó para llamar a Dana para pedirle explicaciones, necesitaba saber que era lo que en realidad tenía Lang.

— ¿Cómo mierda piensas que sé de lo que me estás hablando?

— Lang está muy mal, verdaderamente mal, pero quiere ir a toda costa al concejo ¿Qué pasará ahí?

— El concejo es un grupo de alfas de diferentes manadas, unidos para protegerse y ayudarse en las malas, Lang quiere pedir ayuda porque no nos podemos defender solos en este momento.

— ¡Eso no me explica porque está tan mal! — Dana quitó el teléfono de su oído, Morgan acababa de despertarla y lo que menos quería era que le gritaran.

— Puedes olerlo tú misma, creo que es suficiente explicación.

— ¿Estará bien?

— No tengo idea.

Morgan colgó, esa beta no le daría información que ni siquiera ella tenía, además tanto ella como su voz se escuchaba más dormida que despierta, con trabajo comprendía las palabras, no tenía caso que siguiera en la llamada.

¿Qué podía hacer? Lang no quería hablarle, es que ¿Cómo siquiera se atrevía a preguntarle algo cuando la había lastimado tanto? Lo entendía perfectamente... pero... no podía dejarla sola, mucho menos en ese momento.

A la mañana siguiente la primera en despertarse fue Morgan, no recordaba como había llegado a la cama pero ahí estaba, abrazando a Lang con su cabeza escondida en la almohada. En cualquier otro contexto probablemente hubiera huido de ahí, no porque se tratara de Lang, más bien por no recordar nada, pero ver a la alfa tranquila y sobre todo, descansando, la hizo mantenerse bien quieta para que pudiera dormir por lo menos una hora más.

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— ¡Ya es tarde Morgan! ¿¡Por qué no me despertaste!?

— Lang, estabas descansando de verdad por una vez, no pensaba despertarte solo para llenarte de estrés.

Y vaya que estaba descansando, un gran sueño reparador abrazada de Morgan.

— Debo llegar al concejo y no me estás ayudando.

La alfa, con su terquedad insaciable trató de levantarse corriendo para, 1 vestirse, 2 tomar sus cosas y 3 salir por su cuenta, ya no perdería más el tiempo,se inventaría alguna excusa para entrar a ver al concejo pues sin Morgan le sería muy difícil, pero estaba segura que no imposible. Claro que su debilidad no le ayudó, por ello Morgan, sin utilizar fuerza la empujó sobre la cama para que se sentara.

— ¿¡Qué estás haciendo Morgan!?

— Lang ¿Qué te está pasando? necesitas hablar conmigo.

— No necesito hablar con nadie, mucho menos contigo.

— No estás bien, debes descansar, puedes hablar conmigo, lo que sea que esté pasando te escucharé. — ¿Qué más podía hacer? no estaba bien seguir obligandola, si no funcionaba no podía hacer nada, además, claro que le dolía el rechazo que sabía, se merecía.

— ¿A tí que te importa? Déjame levantarme, tengo que pedir ayuda para la manada.

— Tú sabes que no puedes ir sin mí, aún no eres la alfa.

— YO SOY LA ALFA, NO TE ATREVAS A DECIR ESO. — Pero su grito ni siquiera tenía fuerza, más bien se estaba recordando quien era, tratando de darle forma a lo que quedaba de ella, todos esos chachitos amontonados pegados de ser algo . — Soy la alfa de la manada porque nadie más quiere serlo.

— No eres la alfa porque quieres serlo Lang, y porque todos te respetan como tal, pero estás muy débil, si no descansas no lograrás nada.

— Si llego al concejo estarán bien, todos, podrás regresar con tú mamá a tus estudios o lo que sea que quieras hacer y los demás en la manda estarán seguros tendrás tu vida normal de nuevo, podrás olvidarte de todo esto, te lo juro, pero me debes de ayudar a llegar, solo eso te pido. — Su súplica era sincera, de corazón quería que todos tuvieran la mejor vida posible, porque eso le correspondía, porque ese mismo corazón que les deseaba lo mejor estaba dispuesto a apagarse por lo demás.

— ¿Y tú? ¿Cuando piensas en ti?

— Cuando los demás estén seguros podré descansar.

Morgan, que de tonta no tenía nada (Ni siquiera convirtiéndose en licántropa había perdido sus capacidades, porque los demás que conocía tenían una cualidad en común, eran unos tontos, en especial Lang por supuesto y nada de esto dicho por ella, era una condición sabida por los propios licántropos, que ahora, de alguna manera se había convertido en un signo de mucha honra, hasta cierto punto pues algunas veces Lang exageraba) sospechó de la sutileza de esa frase.

— ¿Qué es lo que en verdad te está pasando Lang?

La alfa, que pese su cerebro de chorlito se dió cuenta que Morgan ya sospechaba algo, se paralizó para poder pensar que podía responder y así alejar la atención de ella.

— Escuchame, antes de lograr escapar, pude hablar con David, le dije que pensara lo que estaba haciendo porque algo me parecía raro, luego me pasó esto. — Se señaló a sí misma, especialmente sus piernas. — Por eso ahora que no puedo hacer nada necesito estar segura de que todos puedan estar bien a pesar de todo.

— Eso no me dice nada. — Claro, excepto que nunca había dicho lo de David, era otra cosa que tener en cuenta. — No es algo que no supiera ya, te preocupan los demás, lo sé desde que te conocí, pero ahora necesito saber qué es lo que está pasando en tu cabeza de verdad.

— Solo dejame ayudarlos a todos ahora que puedo.

Solo pudo escuchar a Lang diciendo que quería morir.

— Vas a estar bien Lang.

Ya sea por instinto o una verdadera emoción que la sobrepasó, Morgan obligó a Lang a recostarse en la cama de ese hotel de carretera en el que habían pasado la noche, solo un segundo después aprovechó la confusión de la alfa para recostarse también en esa cama vieja y abrazar a Lang cual serpiente apretando a su presa.

— ¡Déjame levantarme Morgan! ¡Tenemos que llegar al concejo!.

— Descansa un poco más, todo va a estar bien.

— ¡NO, NADA VA A ESTAR BIEN! ¡TODOS VAN A MORIR SI NO HAGO ALGO! ¡Todo es mi culpa! Mi culpa.

— No es verdad Lang, nada de esto es tú culpa. — La alfa estaba usando todo lo que le quedaba de fuerza a su cuerpo para luchar y patalear buscando un hueco en el agarre de Morgan que pudiera usar como ruta de escape, nada, con su poca fuerza podría tal vez zafarse de un humano. Pero Morgan ya no era una humana.

— Van a estar bien, te lo juro, todos lo estaremos, cuidaré a la manada con mi vida Lang, con mi vida si es necesario, pero ahora necesito que descanses para que tú estés bien, y cuando te recuperes nos puedas cuidar.

— SUELTAME, SUELTAME DE UNA VEZ, NO TIENES IDEA DE LO QUE DICES. — Lang ya no solo peleaba para este punto, poco podía hacer si se retorcía como lombriz, así que empezó a tratar de golpear a Morgan, por lo menos la sacaría de juicio y así la soltaría.

— Estoy para ti, te lo aseguro, no me iré a ningún lado.

Santa madre, Morgan esperaba una respuesta a ese comentario, lo sabía pues había visto el rostro de la alfa deformarse de una mueca de rabia al dolor más puro en cuestión de un instante, ¿Pero ver a Lang llorar de esa manera? En definitiva no lo esperaba.

Un llanto profundo, uno que rasgaba los pulmones de la alfa los cuales solo trataban de obtener un poco más de aire pues todo se estaba escapando en los gritos de frustración. Las lágrimas se habían convertido en el material de su rostro y por más que Morgan trataba de limpiarlas con el dobladillo de su playera no se daba abasto.

— Te lo juro Lang, vamos a estar bien, todos, tú también.

— No. — Sus brazos, que hasta hace un momento se trataban de armas diseñadas para escapar de esa situación ahora estaban bien agarrados, fundidos en un abrazo con la omega en un abrazo que buscaba llenar cada parte que había quedado vacía dentro del corazón de la morena.  

Poco ConvencionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora