XV

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La alfa era una tonta, la más tonta de todas, ¿Cómo no podía preocuparse por una herida como esa? Pero si no paraba de sangrar, tampoco se veía alarmante pero eso que importaba ¡Qué estaba sangrando joder! Y se le ocurría sentirse orgullosa de sanar rápido, vaya inepta.

Morgan salió de la habitación por un momento dejando a la alfa quieta en la habitación esperando a que le dieran una nueva orden porque no pensaba desobedecer a Morgan por ningún motivo. 

Cuando la omega entró a la habitación sus ojos brillaban en la oscuridad, sin si que se diera cuenta se habían vuelto de un azul intenso. Pronto no podría soportar más, se transformaría y seguro que le echaría la culpa a Lang, no era lo mejor que podía suceder, no, claro que no, si eso pasaba perdería todo el progreso que llevaba con ella.

— Morgan, deberías descansar un poco, siéntate y duerme.

La omega presionó la herida para hacer callar a Lang, que no tenía ganas de soportar sus palabrerías en ese momento.

— ¡Duele, duele, duele!

— Entonces solo guarda silencio y déjame ayudarte, te lo debo. —Utilizando una venda improvisada y un poco de agua limpia hizo su mejor trabajo para curar la herida, pudo haberle pedido ayuda a su mamá pero en ese momento ella en verdad quería ayudar a Lang por su propia mano. — Esto con suerte hará que te duela un poco menos.

— Gracias... y Morgan, tú no me debes nada, lo que hice hoy, lo que hago ahora y lo que haré en el futuro, es y será solo para ti, para que estés feliz.

Si con eso las mejillas de Morgan no se hubieran colorado estaríamos hablando de que nos encontraríamos frente a un extraterrestre, un monstruo o algo peor porque no era posible que a palabras tan lindas una persona no apartara la mirada y con una sonrisa en el rostro agradeciera.

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— Ella es buena, es lo que necesitas.

— Papá, ya no sé qué hacer. — Confesó Lang.

— Morgan ahora está en nuestra casa, están juntas más tiempo, tú estás por volverte la alfa de la manada.

— Y estamos en crisis, hay cazadores cerca, ¡Me atacaron y no pude hacer nada! No podré hacer nada si vienen aquí, papá, cuando los veo aún me aterro.

— Lang, ambos somos personas simples, tontos si quieres llamarnos así, lo sabemos desde que somos unos niños, pero tenemos algo muy importante, somos fuertes, no nos rendimos con nada, ni siquiera con una humana que aún no se acostumbra mucho a esto.

— No bromees. — Contestó un tanto molesta. —Papá, me hirieron ¿Y si Morgan hubiera estado ahí? No la habría podido defender, habría pasado lo mismo que ese día con mamá.

El hombre hizo una breve pausa, necesitaba pensar que decir, para él, las palabras también eran difíciles pero sabía que su hija las necesitaba más que nada en el mundo.

— No fue ni nunca será tu culpa, ese fue mi error y solo lo pagaré con la muerte, hija por favor, no te lastimes de esa manera.

— Yo... no estoy lista para ser la alfa de la manada. — Sollozó, su rostro se bañaba en lágrimas y aunque lo intentaba evitar con el alma simplemente no dejaban de salir.

— Tienes todo para ser la alfa, solamente no lo ves, pronto te darás cuenta, yo fui igual que tú.

— Tú eres mucho mejor de lo que soy.

— Hija, serás mucho mejor de lo que yo nunca siguiera soñaré ser.

No era verdad, Lang sabía que su papá solo la amaba demasiado, que no se permitiría lastimar a su única hija, pero era mentira, falso, una basura.

Poco ConvencionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora