Después del golpe hubo un ruido extremadamente agudo y fuerte, los inmovilizó a todos excepto a los humanos que parecían ser inmunes, no lo escuchaban, luego nada, no estaba ahí ninguno de los cazadores, tampoco Lang, Samuel ni el beta de la manada. Intentaron rastrearlos usando su olfato pero tampoco hubo suerte, al parecer habían usado una clase de hierba para eliminar su rastro. Por supuesto que el miedo irracional a girar la cabeza y ver el cadáver del alfa latía con fuerza en las dos chicas pero, por mucho que supieran que precisamente, eso era un miedo irracional no había poder que las hiciera mirar en esa dirección.
Dana cayó de rodillas al suelo, derrotada, frustrada, acababa de demostrar que todos los años de entrenamiento y el honor de su familia no servían para nada, era una perdedora que había dejado que se llevaran a su padre frente a ella y ni siquiera así pudo hacer nada, no tenía derecho a llamarse beta.
La ciudad se veía igual de derrotada que ellas, las casas que había explotado reunían a las personas del pueblo que intentaban ayudar a los heridos y rescatar lo que fuera rescatable. Los guardias retomaban posiciones para hacer un control de daños, debían encontrar a su alfa para darle la información, debían, debían pero ahora ni siquiera tenían un alfa, su cadáver yacía en el suelo, inerte, con un mar bajó su cuerpo. ¡Pero por la luna! Si su rostro se veía tan asustado, asustado de perder a su única hija, asustado de no poder proteger a su manada, impotente como nadie en el pueblo podía experimentar ¿Y todo para qué? Su sacrificio no había valido nada, igual habían secuestrado a su hija.
— ¿E-estás bien? — Preguntó Dana. Después de estar unos minutos intentando formular palabras sin éxito lo logró aunque la frase no fuera más que un murmuro que se tropezaba consigo mismo.
— No lo sé.
Los murmullos de que la humana que había traído su alfa era la responsable de ese desastre no intentaban siquiera ser discretos y pronto se convirtieron en la voz de la mayoría. Morgan estaba acorralada frente a una manada de licántropos enojados que buscaban al responsables
— ¡Cálmense todos! — Gritó Dana.
"Nuestro alfa está muerto" "¿Dónde está Lang?" Se escuchaba en la multitud.
— Lang fue secuestrada. — Esa fue la primera frase de Morgan, no lo suavizó, no se atrevió a tartamudear, solo lo dijo, y dejó a todos en silencio.
"Por eso no debe haber humanos aquí"
— ¡Silencio! Ella no es más un humano, lo saben, su olor es diferente.
"En la casa del alfa hay una humana, yo la vi"
— El alfa y Lang estuvieron de acuerdo, no podemos interferir en esa decisión. —Dana solo la defendía porque sabía que nadie más lo haría, ella tenía la obligación de cuidarla, era su deber y al parecer, lo único que podía hacer, por lo menos mantendría lo poco que le quedaba de honor protegiendo la última orden de su alfa. Ya tenía claro que en cuanto recuperaran a Lang pediría ella misma su castigo, el peor castigo. —Necesitaremos hacer una ceremonia lo antes posible.
— ¿De qué hablas Dana? — La extrañada voz de Morgan solo le dejó aún más claro a Dana de que debía seguir a su lado mientras pudiera, que seguro que si la dejaba sola la manada se la comería viva, y si eso pasaba, el último y más recóndito trozo de su honor moriría con ella.
— Morgan, eres la Luna de la manada, tiene que estar al frente de ella.
— ¿Eres idiota verdad? Algo te dio muy duro en la cabeza si crees que yo, YO, podría siquiera pensar en hacerme cargo de esto.
— No creo que puedas hacerlo, sé que debes de.
— Seguro hay alguien mucho más preparado que yo. — Argumentó, que querer salir a salvar a inocentes era una cosa y otra muy distinta ahora ser líder de una banda de locos.

ESTÁS LEYENDO
Poco Convencional
Ciencia Ficción¿Quién ha de creer que los mundos de fantasía existen? Claro que Morgan no lo creía, ni cualquier persona normal hasta que una chica torpe llegó como estampida a su vida diciéndole "Te amo" " Estamos hechas la una para la otra" Y aunque eso no era...