— Solo fueron un par de horas, deja de preocuparte, yo manejaré de noche para llegar.
Con el orgullo en la mano, brazos cruzados y una fingida indiferencia, Lang veía a la ventana, muy digna ella pero con lentes negros para que no se notara lo mucho, MUCHO que había llorado en la mañana.
La alfa se sintió por un segundo, por ese bonito momento con Morgan, que tenía a alguien de verdad, sintió que la omega, la que se supone sería su omega y el amor de su vida en verdad la quería y pese a todo, pese a saber que no era así no podía odiarla. No importaba todo lo que hubiera sucedido, al menos no en su cabeza, no podía darle importancia a lo malo cuando lo bueno, ese momento en especifico con la omega era lo único que la mantenía de pie.
— Llegaremos temprano. — Respondió en algo similar a una orden pero que no llegaba a tener fuerza.
— Si, lo haremos. — Estaban mejor, de aquello no había duda, porque ahora ese pequeño espacio que era el auto no se sentía como una jaula, dejó de ser un lugar para convertirse en un momento único que ambas estaban disfrutando. — Pondré algo de música ¿Te parece?
La alfa asintió sin despegar la mirada de la ventana, si lo hacía estaba segura que lloraría una vez más.
— Te ayudaré a bajar. — En efecto, Morgan había tenido que conducir más del par de horas que se imaginó, terminó conduciendo por la noche un total de 6 por un camino en lo absoluto iluminado, que maldito peligro, eso era algo que debía reportarse a la policía, de no ser por sus nuevos ojos dotados con el don de la visión nocturna seguro que hubiera sufrido un accidente.
— Puedo hacerlo, hoy no me siento tan débil.
— No significa que no necesites ayuda, sigues...
— Ya lo sé, el olor, yo también puedo sentirlo.
Lang se apoyó del hombro de la omega, en realidad si la necesitaba y por mucho que siguiera intentando engañarse no podía hacerlo. Era verdad que se sentía mejor, pero su cuerpo no lo estaba, lo que en realidad estaba sintiendo era la proximidad con Morgan, la calma que un mate puede generar.
— Lo bueno es que llegamos temprano ¿No?
— Tenemos que pasar a la cita. — El rostro de Lang cambió, sus facciones se endurecieron pues sería estúpido pensar que no estaba asustada, pero sin importar su precioso día con Morgan, sin importar su propia vida, ya estaba decidida.
Para entrar al concejo no se usaba la vista, sería ridículo, eran licántropos, el olfato era todo, por eso podían ocultar un gran centro de reuniones en el medio de unos cuantos edificios viejos que fungian de mercado, todo lleno de olores y sonidos diferentes para confundir a extraños e intrusos ¿Quién diría que en medio de que en medio de ese mercado de ciudad estaba el centro de reunión de licántropos más grande de la región?
Un puestecillo no más grande que el tamaño de una puerta dónde se venden verduras no olía como debía, el característico aroma de las plantas se desvanecía en sus paredes de pintura nueva. La primera impresión de Lang fue pensar que se trataba de una remodelación, pero al acercarse y notar que una caja de frutas germinando estaba justo en la puerta para alejar aún más los olores ya no pudo dejar de sospechar, y al ver que la joven que atendía era una licantropa bueno, entendía que tenía su destino frente a ella.
<<>><<>><<>><<>><<>><<>><<>><<>><<>>
No era un lugar que fuera mágico o tuviera que salir de una mente muy imaginativa como Morgan había pensado, en realidad el interior del centro dónde se encontraba el concejo era una oficina cualquiera, de no ser porque para entrar habían tenido que "identificarse" como licántropos y los guardias de la entrada, nada del otro mundo si lo analizaba.
— Las esperan en la sala tres. — Comentó un joven vestido de traje, un oficinista sin duda alguna.
Lang llevaba la delantera como la alfa que era, pero quien tenía el gafete de Invitada era Morgan así que tampoco podía alejarse mucho y eso la frustraba.
— Nunca había venido aquí. — Murmuró Lang, ahora que había decidido ignorar esos sentimientos encontrados y mejor fundirse con sus recientes recuerdos de Morgan abrazándola, quería poder tener una conversación medianamente normal tal cual la omega intentaba últimamente. — Bueno, papá me presentó al resto de las manadas cuando nací pero no recuerdo, además, se mudan cada pocos años para estar seguros siempre.
— Pues en realidad parece algo bastante normal, por como lo habías contado me imaginé que estaríamos en el medio del bosque en una cueva, con grandes pilares y los alfas encima de ellos, con sus túnicas, viéndonos hacia abajo, o ya que sé, un aro de fuego para ponernos aprueba.
Lang tuvo que detenerse un momento para observar detenidamente a la omega, su cara era un bendito laberinto ¿Cómo carajo Morgan había llegado a esa conclusión?
— Pero... sabes que somos civilizados, ¿Qué pasó en tu cabeza? — Bromeó.
— Oh, no digas tonterías, son seres mitológicos que utilizan rituales mágicos, no puedes juzgarme en lo absoluto por creer que esto sería mágico, o me dirás que el ritual para convertirme en la luna de la manada fue muy normal, porque yo no recuerdo haber ido a una oficina para nada.
— Bueno, ya, ya, hace muchos años si era algo similar a lo que te imaginabas, los alfas se reunían en viejos sistemas de cavernas para poder tratar temas de las manadas de manera secreta y segura, pero con el tiempo las manadas crecieron tanto que fue necesario que este centro de control llegara a las ciudades y se modernizarse un poco, si no todos estaríamos separados, probablemente muertos.
Les hubiera encantado seguir hablando como si nada, pero estaban justo en la puerta de la sala tres con muchos más trabajadores pasando a su alrededor en los pasillos apurados, centrados en sus trabajos, así que, no estorbarían más y tampoco harían esperar a los alfas.
Y carajo, no había nada interesante pensó Morgan, esa también era una habitación normal y corriente, con su mesa y sus sillas de oficina, todo normal, oh exceptuando esos 5 alfas gigantes que ya las esperaban.
Por mero instinto Alaia se irguió para verse igual de grande, que lo era, medía su imponente 1.85, no era tan grande, cabe recalcar, que en esa habitación había alfas que rozaban los dos metros, pero tampoco era pequeña.
— Buenos días Morgan, esperamos que el trayecto haya sido ameno. — Una alfa, varón, tendría alrededor de 35 años, pelo blanco y ojos claros. — Soy el alfa Ulva de la manada Albus.
— Claw de la manada nubilus. — Era una mujer, tendría unos 28 años y a pesar de ello de un cabello canoso.
— Mi nombre es Alkilab de la manada de arabs, un placer. — Un alfa más pequeño que los demás y mucho más grande en edad, parecía tener alrededor de 60 años lo cual era raro para los licantropos.
— Yo represento a la manada de Chanco, me llamo Khaan. — Un alfa muy joven, tenía casi la edad de las chicas, apenas un año mayor a lo mucho.
—Pahala de Pallipes. — Un hombre moreno de ojos brillantes, estaba a la espera de Morgan, quería conocer más de ella porque nunca en sus 37 años había visto una situación similar en la que una manada no tuviera alfa pero si luna.
Morgan no entendía nada de nada, todos parecían amables pero sus miradas constantes le decían a gritos que querían más información de la que tenían, y como buenos líderes que eran, preferían que todo fuera lo más pacífico posible, aunque cabe recalcar tenían sus recelo con la humana, porque si, si sabían de su condición gracias a una carta de Boria, el padre de Lang, antes de morir.
Para la propia Lang las cosas eran diferentes, a ella no le interesaba el pasado, el nombre, la vida ni la existencia de ninguno de los alfas presentes, lo que ella quería no había cambiado así que, cuanto antes la dejaran hablar para poder salvar a su manada, mejor.
— Mi nombre es Morgan, la luna de la manada Baileyi, aunque eso ya lo saben, además me acompaña la futura alfa de la manada, hija de Boris, Lang a quien, si se le da permiso, le encantaría hablar aquí como una más de la mesa. — Guión 100% ensayado por ambas cuando iban en el auto.
ESTÁS LEYENDO
Poco Convencional
Ciencia Ficción¿Quién ha de creer que los mundos de fantasía existen? Claro que Morgan no lo creía, ni cualquier persona normal hasta que una chica torpe llegó como estampida a su vida diciéndole "Te amo" " Estamos hechas la una para la otra" Y aunque eso no era...