Dana no era la única que se sentía responsable de alguna manera, es que Samuel no había podido hacer nada desde que regresaron, su cuerpo se había paralizado porque era mentira eso de que él que no había escuchado lo que le decía aquel hombre a Lang, incluso había visto cómo le inyectaba algo y luego a su alfa despomarse.
No podía decir nada, es que tenía miedo, miedo de que algo le sucediera a él o al resto, y no podía controlarlo, en verdad que no podía.
"Yo maté a tú mamá" Samuel estaba aterrado de esa frase porque el día que sucedió esa trajedia casi muere también.
Sabía lo necesario que era decir algo al respecto pero los traumas del pasado lo estaban atormentando y la simple idea de abrir la boca la hacía temblar de miedo.
En definitiva no merecía ser el beta, no estaba a la altura, es que veía a Dana, tan centrada y haciendo de todo para que no se cayera la manada entera, estaba haciendo todo sola pues su padre era viejo (Que en realidad no era así, el beta tendría unos 50 años, pero para una manada, específicamente para ser un beta, bueno, eso si que era ser grande) y estaba muy cansado después de escapar, se había replanteado muchas cosas en la vida, quería pasar sus años con sus hijos y no arriesgando la vida, que ya había cumplido su labor, solo con eso le quedó más que claro que Dana sería la futura beta, no podía ni siquiera compararse, ¿Cómo llegó a pensar que podía ponerse a al altura de alguien como Dana?
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Nara era una madre sensacional, al menos así lo recordaba Lang, siempre jugaba con ella, era amorosa y brillaba con cada sonrisa.
Por eso cuando le dijo que se escondiera debajo de la cama con ese rostro muerto su corazón se detuvo. Era muy pequeña y desobedecer a su mamá no era una opción viable, eso no significaba que no quisiera hacerlo, correr con su padre, sabía que llegaría perfectamente, era la más rápida de todos sus amigos, debía hacerlo, pero el grito tan imponente que le dio su mamá la obligó a esconderse debajo de la cama tan rápido como pudo.
Ella no escuchaba nada así que no tenía sentido el actuar de su mamá, era solo una pequeña y si bien sus instintos eran más que privilegiados seguía siendo muy inocente.
Después del silencio fue la patada, la que rompió la puerta de su habitación, es que por el amor de la Luna, compartía habitación con sus padres de lo pequeña que era, que cuando intentó dormir sola corrió llorando a la cama de sus padres.
Su mamá tenía una botella en la mano, con su fuerza debía de ser más que suficiente, un humano no podía pelear contra un licántropo, y en definitiva esa persona olía como un humano. Un humano lleno de sangre.
— Aléjate de aquí antes de que salgas herido.
— ¡TÚ PROMETISTE QUE SALVARÍAS A MI HIJA!
— Te dije que lo intentaría, ella estaba muy enferma. — En verdad la había intentado ayudar, pero cuando ese hombre observó a Nara cortarse la palma de la mano para obtener un poco de sangre salió corriendo de ahí, no quería que su hija fuese un monstruo y ni siquiera se detuvo a preguntar qué era lo que en realidad estaba pasando.
Después de eso Lang ya no podía recordar nada, era una mancha de sangre que su mente se había encargado de eliminar, recordaba un olor fétido y poco más, eso se había convertido en una única pesadilla recurrente, el paralizarse, y ahora que apenas y podía recordar el rostro de su madre se convertía en un tormento más.
Comenzó a temblar, aún en su inconsciencia su cuerpo estaba funcionando y con ello la pesadilla ya mencionada, el terror que crujía sus huesos ahora era como un perpetuo bucle.
— ¿Cuándo vas a despertar Lang? — La alfa no podía escuchar nada de lo que estaba ocurriendo en realidad pero desde hacía tres días Morgan no se había despegado del cuarto un segundo.
Todos descubrieron que cuando estaban juntas Lang mejoraba visiblemente, asumieron que al ser mates de alguna manera la estaba ayudando por lo que, hasta que despertara no se separaría de esa cama por orden de Dana.
Y sin la orden hubiera sido lo mismo, Morgan no quería separarse de Lang, porque había entendido las tonterías que había hecho y ahora quería compensarlo de alguna manera.
Las enormes mejoras de las que hablaban se podrían traducir como Lang acercándose a Morgan para poder tener un contacto piel con piel, cuando eso sucedía su semblante se volvía el de una pequeña en sus siesta a punto de despertar.
Claro que no se puede creer que la situación se trataba de una bella durmiente, aquí ya habían intentado el beso de amor verdadero para despertarla (En secreto claro porque a Morgan le daba mucha vergüenza aceptar que lo había hecho cuando nadie estaba viendo) pero nada, una pequeña sonrisa en labios de la alfa y ya, aunque por lo menos, el saber que si le había gustado ese pequeño beso había sido lindo.
A Dana se le había ocurrido que el revivir los sonidos y los olores podría funcionar para despertarla así que, con los recuerdos de su padre y de Samuel habían hecho lo que podían y una vez más nada, muecas de augusto de la alfa. Otra idea más fue escuchar un pedido de ayuda de Morgan, que si su mate estaba en peligro despertará inmediatamente a auxiliarla, nada de nada, ya no tenían más ideas y poco a poco el llamar a un doctor humano se veía mucho más factible.
— Te cambiaré de ropa, llevas algunos días con esa pijama. — A Morgan le gustaba anunciarle todo lo que haría a Lang, que ella no sabía su podía escucharla, prefería pensar que si por lo que no estaba de más decírselo. — Que hoy volverán esos tres angelitos a visitarte y te verás muy guapa.
Lang era grande por lo que cambiarla resultaba complicado, o al menos eso pensaba Morgan antes, ahora con su nueva fuerza sobrehumana las cosas le resultaban más sencillas, incluso había roto un par de vasos de agua por no poder controlarse.
Terminó de cambiarla y la admiró por un momento, pese a que su madre aseguraba que cada día estaba mejor el color de su piel le decía lo contrario, parecía enferma, como muerta. Daba miedo.
Leia entró de una patada a la habitación asustando a Morgan, tanto que ni siquiera le dió tiempo de detener a la pequeña de que saltara en el estómago de la alfa.
— No, espera. — Con un brazo levantó a la niña para quitarla del cuerpo de Lang.
Regañarla no era una opción, que era una niña licántropa, no había regla en el mundo a la que respetaran, de cualquier manera poco importó cuando ambas vieron a la alfa luchar desesperada por la falta de aire. Morgan corrió a socorrerla, no es que pudiera hacer demasiado, no hasta que Lang comenzó a vomitar asustando a la pequeña que pensó había matado a su amiga.
Morgan se encargó de que Lang no se ahogara con su vómito mientras escuchaba el llanto de Leia contándole lo que había sucedido a sus hermanitos y a Dana que no tardó ni dos segundos en llegar corriendo a ayudar a la omega.
Ayudar hasta que ambas vieron como los ojos de la alfa se abrían un poco.
— ¡Lang!
— Maldición espera, no grites, necesito escuchar. — Morgan quería saber si la alfa lograría decir algo o solo era una especie de reflejo.
— La alfa despertó. — Murmuró a sus adentros, su amiga estaba bien, había vuelto.
— No creí que un salto al estómago en verdad la ayudara. — Rió la omega, prefería tomarse las cosas con humor en ese momento que todo se seguía viendo tan gris, estaba segura de que eso sería lo mismo que haría Lang en su situación. Y no se equivocaba.
Dana reflexionó unos segundo lo que debían hacer, le ardí, le quemaba en el pecho tener que aceptarlo, pero corrió para buscar a la mamá de Morgan, que la mujer seguro ayudaba más que ella y Morgan juntas.

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Poco Convencional
Science Fiction¿Quién ha de creer que los mundos de fantasía existen? Claro que Morgan no lo creía, ni cualquier persona normal hasta que una chica torpe llegó como estampida a su vida diciéndole "Te amo" " Estamos hechas la una para la otra" Y aunque eso no era...