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— No quiero quedarme aquí. — Se quejó con Morgan. — De verdad que no quiero.

— Vas a proteger a los que más lo necesitan, Lang, piensa que eso es algo bueno.

— ¿Y tú? Tú no sabes pelear pero te vas a ir, ¿Eso no es injusto?

La manada necesitaba una seguridad, por eso Morgan era indispensable, todos estarían seguros ¿No? La verdad es que ambas estaban aterradas, y seguro que no eran las únicas.

"La casa de seguridad" no era más que unos cuantos sillones en un cuarto sin ventanas, resguardado por una puerta de acero, todo en medio del pueblo, horrible para mantener a un montón de niños llorando de miedo, pero no había más.

— Regresaré a ayudarte lo antes posible, no te dejaré sola, lo juro. — Morgan tomó el rostro de Lang para tratar de transmitirle a ella también un poco de la seguridad que supuestamente emanaba. — Recuerda lo que te dije por favor, no quiero seguir sin tí, por favor mantente segura.

— Lo intentaré. — Morgan se dió la media vuelta para salir corriendo, porque toda esa adrenalina contenida y el inminente peligro la hacían querer ser más rápida que la luz. — Pero espera... Tú también mantente segura, te lo suplico, tampoco soportaría si te sucede algo.

Lang tomó por la muñeca a la que ahora podía llamar su omega, sintió esa calidez dulce, un amor puro con esa interacción tan simple que culminó en un beso suave y tierno.

— Voy a estar bien, te lo prometo.

— Yo lo sé. — Lang apretó con fuerza la muñeca de Morgan para no dejarla ir, le costaba la idea de no poder protegerla, carajo, esa idea le arrancaba el aliento.

Por eso no la dejaría sin protección.

— Sé que me vas a perdonar por esto en algún momento, espero no te parezca demasiado cliché.

Morgan comenzó a reír bajito, pensó que los chistes de Lang habían vuelto a la normalidad, o tal vez solo era su tontería, pero como fuera, era adorable cuando se comportaba de esa manera.

— No tengo que perdonarte nada, ya te lo dije, tú deberías perdonarme a mi por todo lo que te hice.

— No, no, no, en verdad vas a tener que perdonarme.

Lang soltó un rodillazo directo al estómago de Morgan para sacarle el aire y dejarla sin defensas, tal cual lo predijo, la omega cayó al suelo tratando de respirar, tocándose el pecho desesperada por aire para sus pulmones.

— Te lo dije, me tienes que perdonar, sé que no es como la escena de película, pero unas esposas las romperías de inmediato con tu fuerza, y no soy tan rápida en este momento como para solo empujarte. — La voz de la alfa estaba aterrada, era horrible lo que acababa de hacer, pero no podía detenerse, no ahora que estaba arrastrando a Morgan dentro, justo a un lado de un sillón. — Te regresará el aire en un minuto, aprendí a hacerlo perfecto entrenando con Samuel y Dana, debiste verlo, era muy divertido, pero te lo juro, estarás bien en un momento, por favor no te molestes tanto, te juro que lo hago a la mala.

Nada de eso parecía divertido

Carajo Lang, no era momento para decir esas cosas.

La alfa salió de la habitación, cerró la puerta con la prisa de un lince y se recargó en ella para darse unos segundos para respirar.

Se sentía mejor, una sensación extrañamente familiar entre estar adormecido y un revoloteo en el estómago que le suplicaba por venganza.

Cambió de forma para poder correr más rápido, para ser más fuerte, y para destripar al reputisimo de Yilan, que se lo había ganado a pulso. Le costó mucho trabajo, casi como las primeras veces que se transformó, su cuerpo le rogaba por reposo pero no había tiempo para una cosa tan tonta.

Cayó al suelo, sus cuatro patas apenas podían y mantenerla de pie, pero aún así corrió hasta que sus pulmones dolieron, porque el ejército de Yilan no estaba todavía en el pueblo, muy cerca, si, sin duda, pero todavía no dentro, podía evitarse la tragedia de su propio hogar, nadie tendría que sufrir por algo que solo le correspondía a ella.

Tuvo que detenerse un segundo a respirar, recargó todo su peso en uno de los árboles que estaban en la zona boscosa en la que se encontraba, tenía que planear algo... ¿Creyeron que tenía algo en mente? Para anda, atacar a morir, eso era todo.

— ¿Estás bromeando, no? Porque esto es muy estúpido.

Ufff como la irritaba esa voz.

— No te atrevas a tratar de detenerme Samuel.

— Oh no, tranquila, que no soy solo yo, Dana y Mary vienen para acá, ¿Cuánto tardarán? ¿Un minuto más?

— ¿Cómo supiste?

— Porque cuando me dijeron que te quedaría super que tardaría de escapar, tú jamás podrías dejar a tu pueblo atrás.

— Entonces sabes que tengo que ir.

— Creo que es muy noble que quieras hacerlo, te respetaré por siempre por intentar, pero no te voy a dejar morir así de fácil.

— ¿No vas a obedecerme?

— Tranquila, que mientras no hagas tu ceremonia oficial solo estoy molestando a mi amiga. — No, para nada, pero no dejaría que Lang muriera como una estúpida, y si "molestarla" de esa manera significaba perder la oportunidad de ser el beta de la manada lo haría sin dudar, porque al menos así mantendría viva a su amiga.

— Mira, tengo que hacer esto, no tengo más opciones, sé que Yilan está loco y probablemente aunque me mate no se va a detener, pero también sé que si yo lo mato primero estarán a salvo.

— ¿Y si tu muerte solo se vuelve inutil? ¿Sí así como lo dices, no se detiene?

— Entonces lo habré intentado, por lo menos tendrían un poco más de tiempo para armarse y defenderse, Ulva es un gran alfa, seguro que con él podrían ganar.

Lang, que aún con esa forma gigante de lobo seguro era más rápido que su amigo, se posicionó lista para embestirlo, así se quedaría quieto lo suficiente para darle tiempo de escapar.

El beta se lo imaginaba, sabía que Lang no se detendría, por eso la había seguido, porqué si los alfas son tercos tenían que conocer a Lang para entender a que nivel podía llegar. Y ahora, enfrentandola para salvarle la vida, porque tal vez así podría demostrar que sus errores pasados, los que lo hacían indigno de ese su título de beta tan anhelado, habían sido simples errores de novato y no significaban nada.

— No hagas esto, te lo ruego.

— ¿Tengo otra opción?

— A nosotros, confía en los demás.

— Confío en ustedes con mi vida entera. — Confesó Lang. — Pero jamás podré confiar en Yilan o cualquiera que esté con él.

La grandota echó a correr a toda velocidad para taclear a Samuel, después de un par de pisotones tendría nuevamente un minutillo para seguir corriendo sin parar, así Morgan estaría segura.

Ambos se detuvieron en seco, todo a tan solo unos pasos de aplastar a Samuel, se pasaron en esos sonidos a sus espaldas, pasos tratando de ser discretos, en silencio, cazandolos.

Lang levantó la nariz mientras cubría el cuerpo de Samuel, que tampoco esperó a otra señal antes de comenzar a transformarse.

— ¿Estás listo?

— Quien no lo estás eres tú, Lang.

Ya, ella también lo creía, pero la rabia era más.

Pero esa inquebrantable voluntad, esa manera en la que ocultaba el miedo se fueron a la mierda cuando su sensible olfato le llevó esa peste que hizo sus piernas temblar.

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⏰ Última actualización: Nov 13 ⏰

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