XXVI

280 30 1
                                    


Mary tomó una botella de vino, sabía que le dolería el estómago después, que importaba, ahora no la tenía a ella y por primera vez en la vida había dicho abiertamente que amaba a Nara, se lo había dicho a alguien que no fuera la propia Nara por supuesto, y ahora sentía que se le estallaba el corazón.

Había defraudado a la mujer de su vida , no había podido proteger a Lang y eso no se lo podría perdonar jamás.

— Me iré ahora. —Anunció. — Que ya me quedé demasiado y tú debes prepararte.

— ¿Estarás bien?

— He estado peor niña, no te preocupes.

— Esa no fue mi pregunta.

Pero Mary no pensaba responder a eso, a nada más, había sido suficiente por un día y para el resto de su vida, y hablando de un vampiro eso suponía bastante.

— Volveré después, mañana quizá, Morgan, escúchame, todo saldrá bien, incluso ahora que te da tanto miedo, no te preocupes, esto será lo mejor y si no lo es me encargaré de que cambie.

<<>><<>><<>><<>><<>><<>><<>>

— Después solo hay unas escaleras, si vamos los tres juntos no podrán detenernos. — Anunció Lang, tenía su plan más que listo. — Sé que muchas personas atacaron la aldea pero ninguna parece estar cerca, saldremos en punto de las 3, solo tendremos una hora para salir de aquí antes de que vuelva el ruido.

— ¿Y el beta secuestrado? —Samuel no se permitiría dejar a nadie atrás, en realidad ninguno de los presentes lo haría pero no estaba de más recordarlo.

— No creo que este aquí, no tendría sentido alejarlo de nosotros a menos de que sepa información, o tal vez solo quieren hacernos pensar que está muerto. — O en realidad estaba muerto pero preferían no pensar en eso.

Eloy estaba callado y atento a lo que dijera la alfa, su nueva alfa y la hija de su mejor amigo, pensarlo de esa manera le resultaba más doloroso.

— Me quedaré si es necesario. — Murmuró. — Si eso los deja escapar a ustedes dos.

— No, simplemente no, los tres nos iremos, tus hijos te esperan en casa, Dana moriría si algo te pasa. — El regaño fue por parte de Lang pero bien podría haber sido el mismísimo Samuel quien lo dijera.

— Dana entenderá porque ya es mayor, y si no lo entiende tendrá que hacerlo y los pequeños estarán bien, los tienen a ustedes. —El hombre bufó, estaba cansado, estaba viejo, o al menos viejo para esas situaciones. Tan solo un mes atrás pensaba que se retiraría pronto y pasaría el resto de sus días entrenando a los jóvenes, eso era algo pacifico, pero ahora tenía que pelear con un grupo de cazadores que aún no sabían que querían, eso era un gran cambio de planes. — Ustedes son el futuro de la manada y si me tengo que quedar atrás para que la manada esté a salvo entonces lo haré, esa es mi labor.

— Tu labor ahora mismo es obedecerme y no hacer estupideces. — Se quejó Lang.

Claro que el beta no estaba dispuesto a escuchar esa orden, que si tenía que ser muy estricto con las reglas, Lang no era la alfa todavía, no había tenido su ceremonia, no tenía ninguna obligación con ella.

Cualquiera de esos tres era lo suficientemente fuertes como para romper los barrotes de la celda, ya lo habían intentado antes y funcionó, solo tenían que esperar el momento perfecto para poder huir sin bajas.

— ¿Tienes miedo? — Samuel nunca preguntaba eso, él era valiente y daba su vida por la manada pero, muchos cazadores, que podían perder a su maestro, a su amiga, eso daba miedo y aunque dar la vida por una causa tan noble era una cosa, el pensar en que no volvería ver a sus padres también era un factor importante que lo hacía tragar pesado.

Lang no respondió, no sentía nada, tenía miedo, sí, pero no por ella, por su manada, ¿Eso contaba como tener miedo? Morir no le importaba tanto porque no tenía a nadie, pero dejar a la manada completamente sola, asustada. Y aunque Morgan la quisiera fuera de su vida también le preocupaba que los más puristas quisieran acabar con ella y su madre por ser un par de humanas.

— Creo que todos tenemos miedo, miedo de no poder cumplir con nuestras responsabilidades, de perder a los que queremos. —Eloy era la voz del tiempo, por eso Samuel no se atrevió a interrumpirlo pese que la pregunta era originalmente para su amiga. — Pero somos licántropos, el miedo no puede detenernos, somos nobles y fuertes.

— Y los elegidos de la Luna. — Murmuraron ambos muchachos, esa frase siempre la decían antes de comenzar a entrenar, no era nada en especial, lo habían creado cuando tenían 6 años, era un mantra de niños pequeños, cansados de golpearse pero que, sin saber muy bien porque tenían claro que querían seguir entrenando.

— No sabía que recordabas eso. — Y era normal, Eloy había dejado de entrenas a Lang hacía muchos años, cuando su padre tomó ese papel, desde ese momento los chicos solo lo decían cuando estaban juntos como una broma infantil pues, en reaidad les daba verguenza que alguien los escuchara decir algo tan tonto.

— Claro que lo recuerdo, me encantaba escucharlos repetírselo, me decían lo fuertes que eran sin darse cuenta.

— Éramos tontos. — Aseguró Samuel. — Y estábamos muy cansados, solíamos decir que recitar eso nos daba fuerza, eso o cualquier conción que nos dejaras escuchar.

— Le he dedicado la mitad de mi vida a entrenas a los jóvenes para que sepan pelear y defenderse, siempre es difícil, no importa que tan fuertes u orgullosos sean, el dejar tu día a día por una rutina militar no es agradable. —El beta se levantó del suelo, estaba cansado de estar cansado, de quedarse abajo, sabía que ese era el momento donde debía darles fuerza a esos dos para que salieran a salvo, para que regresaran a casa y buscaran ayuda, por eso él debía ser el líder. — Pero ustedes no se quejaban, y claro que era difícil, eran niños, y aun así dejaban su alma en el entrenamiento.

— Bueno, no es que tuviéramos muchas opciones. —Se burló Lang. — Desde que nací estuve condenada a esto, lo mismo Dana.

— No, no lo estuvieron, tu madre no quería dejarte entrenar desde tan pequeña, quería que vivieras una vida tranquila hasta tu adolescencia, pero tú te levantaste desde bien pequeña, tal vez nos equivocamos en muchas cosas Lang, tal vez tu padre debió ser más cariñoso pero debes entenderlo, él jamás pudo dejar el dolor atrás, perder a tu madre lo destrozó.

— ¿Y se supone que eso no podía afectarme a mí? ¿Nunca pensaron en eso?

— El creyó que si entrenabas no podrían hacerte lo mismo a ti, y es que tú tenías algo que a tu padre le aterraba.

— ¿Un cerebro de nuez? — Se burló Samuel pera aligerar un poco el ambiente.

— No, la capacidad de perdonar, Lang no guarda rencor y eso te puede hacer una gran líder o una muy torpe, una que pierda la vida por perdonar a quien no merece.

— Pues estoy segura que no perdonaré jamás a quien me arrebató a mi padre.

Poco ConvencionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora