III

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— Tu padre nos mandó a buscarte cuando escuchó tu aullido. — Estoy bien ahora, estaba asustada, lo siento Samuel.Samuel era su mano derecha, su beta de confianza y su amigo desde que eran un par de cachorros. Y también era su más grande dolor de cabeza.— Nuestra futura alfa asustada, no tenemos futuro. — Tres minutos tardó en comenzar a molestarla.— Dile al resto que regrese, que hablen con mi padre y calmen las cosas y tú quédate conmigo, necesitaré ayuda.— ¿Ayuda con qué?— Nada, una cosita de nada, solo... — Era difícil para Lang explicar lo que sucedía "Si Samuel, tendrás que ayudarme a buscar la casa de una chica que no conoces, por cierto cuando vuelvas tendremos que ir a decirle a mi padre que por fin encontré a mi luna, si, si mi luna, la que lleva un par de años insistiéndome que busque, la encontré como una humana" — Bueno, solo, lleva a mi amiga a su casa, pasó una mala noche, cuando vuelvas ve a descansar.Lang se cubrió con la bata que le habían dado para no andar desnuda por las calles que seguramente alguien llamaría a la policía.— ¿Solo esto alfa? — Calla tonto, que el alfa es mi padre, por ahora al menos, después hablaré contigo, por ahora volveré con Mary, tengo que hablar con ella.

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— Y es humana.

— Si, si lo es.

— Y también es mi mate.— Así es, tu mate, tú misma lo dijiste.— ¡PERO ES HUMANA!Lang estaba a punto de volver loca a Mary, no paraba de hablar repitiéndose y balbuceando, entendía que el padre de Lang podía ser algo intenso ¿Cómo no lo sería cuando dirigía a tanta gente? Pero eso no era excusa para tener a su primogénita arrancándose los cabellos frente a ella.— Bueno, ya no tanto.— No me recuerdes es que exploto, lo juro.— Antes que nada perro, debes hablar con ella, le cambiaste la vida bastante, después preocúpate por tu padre.— Mierda, es verdad, ella, tengo que hablar con ella, ni siquiera lo había pensado.— Ve a su casa, yo sé dónde vive, te puedo acompañar.— Hablar con mi mate. — El sonrojo de Lang fue inevitable.

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Le dolía todo el cuerpo a más no poder y no podía recordar nada de la noche, nada excepto un par de ojos rojos frente a ella que a pesar de ser en verdad aterradores le causaban una calma y una paz que solo recordarla la hacía olvidar un poco el dolor.— Morgan ¿Estás mejor amor?— Algo mamá, gracias. — Respondió sin mucho ánimo.— ¿Quieres que te lleve al hospital? Pronto comenzará mi turno.— No ma, estaré bien, solo quiero descansar. —No importaba que tanto fuese a insistir su madre, Morgan simplemente no tenía intenciones de levantarse de esa cama pronto.Le regaló una mirada a su madre para despedirse junto con una sonrisa cansada lo que provocó un efecto completamente adverso al que se imaginaba.— ¿Usas pupilentes? ¿A qué clase de fiesta fuiste ayer?— No uso esa clase de lentillas mamá ¿De qué hablas?Su madre caminó a los pies de la cama para poder verla mejor, su hija tenía razón, Morgan no usaba pupilentes.— Lo siento, es solo que podría jurar vi tus ojos de un color azul intenso.Azul, que tonterías, sus ojos eran color marrón. Su madre salió, llegaría tarde a trabajar si no lo hacía así que dejó a su hija tranquila pare descansar.El timbre de su casa sonaba como un pájaro moribundo, debían cambiarlo pronto. Se levantó de la cama a pesar de lo mucho que dolían sus huesos. Se enojó al ver que simplemente era Mary con alguien más detrás de ella escondida como un cachorro asustado.— Hola Morgan, ayer me preocupé por ti así que vengo a saber cómo estás.— Estoy bien Mary ¿Quieres pasar? — Preguntó por mero compromiso, en realidad deseaba que se fuera.— No era una pregunta, necesito hacerlo, venimos a hablar contigo. — Se molestó aún más al escuchar eso ¿Por qué no simplemente la dejaban en paz? — ¿Venimos? Mira Mary, en realidad hoy no me siento con ánimos de hablar con nadie, siento que me van a explotar los oídos.— ¿Y puedes oler todo a tu alrededor, cierto? — Habló la chica saliendo de su escondite detrás de Mary. —Necesito hablarte un poco sobre eso, pero necesitamos entrar, sería mejor si nadie escucha.Morgan no pudo resistirse, sintió una atracción natural a la voz de aquella chica, era diferente, sonaba suave, como terciopelo pero fuerte y con poder al mismo tiempo. Abrió la puerta por completo para que ambas entraran a su casa, las observó fijamente dándose cuanta así que Mary estaba despreocupada, incluso con una sonrisa burlona en cambio la otra chica parecía estar a punto de confesar un crimen.— Entonces ¿De qué quieren hablar? —Se cruzó de brazos.Pero ninguna de las dos respondió, ambas chicas solo se miraron a los ojos pero se mantuvieron en silencio.— Lang ¿Piensas hablar o irás primero con tu padre? —La tal Lang se asustó, golpeó el hombro de su amiga y con todo el valor que pudo reunir miró a Morgan.— No sé cómo decirte esto. — Tartamudeo. — Vamos, no tengo más, no hay opción. — Se siguió repitiendo para darse valor comenzando a molestar a las otras dos. —Bueno el día de ayer nos conocimos, yo me veía diferente, bastante en realidad, básicamente era un lobo, pero eso no importa ahora, luego pues me acariciaste y fuimos de paseo y esas cosas pero después nos atacaron y tuve que convertirte en licántropo para que no murieras porque eres mi mate.

Ninguna de las chicas entendieron nada, Lang no podía ser más estúpida si se trataba de expresarse. 

Solo entonces Morgan se dio cuenta de que había dejado entrar a su casa a una completa loca.

Poco ConvencionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora