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Los dos betas no tardaron en entrar a la habitación, es que los ruidos de los pequeños quejándose y molestando se volvieron imposibles de ignorar.

Con solo ver a su hermana mayor los trillizos se comportaron, que no querían que los regañaran, aunque nada de eso quitaba la impotencia de tener a Lang tan cerca y no poder hacer nada al respecto para que estuviera mejor.

— ¿En verdad se pondrá mejor? — Preguntó Leia, una voz suave llena de inocencia que le rompió el corazón a los tres jóvenes adultos ¿Cómo se supone que se respondía a eso?

— Vámonos a casa niños, seguro papá querrá estar con nosotros.

— Iré contigo. — Se ofreció Samuel. — Tenemos muchas cosas de las que hablar aún.

Morgan se quedó parada, a decir verdad no tenía la menor intención en ir a escuchar cómo habían matado a personas para poder escapar, ni de todos sus planes para defenderse, los cuales, como no, tenían más muertes.

¿Qué debía hacer? ¿Es qué lo que sentía era parte de sus instintos? Pensar en Lang era confuso en verdad.

Estaba tan absorta en esa idea que el lapso de tiempo entre los planes de irse de los betas y el salir de la habitación no quedó registrado en su memoria, para ella simplemente desaparecieron dejándola a solas con la alfa.

Lang parecía tranquila mientras "dormía" pensar que cuando despertara tendría que afrontar la realidad era triste, Morgan no quería que la alfa siguiera sufriendo, pero sabía lo difícil (O más bien imposible) que eso sucediera.

Se sentó en la orilla de la cama para observarla, observar su mayor confusión, observar lo que hacía sentir su mente desbordar.

— Lo siento. — Era una completa idiota todo el tiempo, insoportable, solo estaba asustada. — En verdad lo siento. — No, no podía permitirse perderla, tenía que disculparse, debía, debía.

Su llanto era desgarrador, no quería perderla, no quería ser una completa estúpida para siempre en la memoria de Lang, no lo soportaría.

Le tenía terror al cambio, por eso le costaba tanto trabajo entender lo que le sucedía, la última vez que había cambiado algo en su vida perdió a su papá, ahora era al revés, no se permitiría perder a Lang por no poder aceptar el cambio.

— Por favor perdóname, por favor.

El rostro de la alfa se frunció, podía sentir a Morgan, que una bofetada no la despertaba, pero su mate removía cosas en su estómago, en su corazón que nadie más podía.

— Por favor, por favor Lang, perdón. — Su pecho se desgarraba, estaba en verdad arrepentida, asustada, ni siquiera podía abrir los ojos, y aunque pudiera, sus ojos estaban cristalizados por tanto llanto.

Lang se removió en la cama, no había despertado, mucho menos estaba consciente y aún así se movía por instinto, tomó el brazo de la omega y lo abrazó con cuidado.

Como pudo, Morgan limpió sus lágrimas para poder observar lo que Lang acababa de hacer, era imposible de creer que incluso en su estado reaccionara a el llanto, pero no podía negar algo que estaba viendo. Lang tenía una sonrisa en el rostro.

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— No tengo idea, en verdad, sabes que me encantaría poder ayudar, y haré todo lo que esté en mis manos, pero no sé qué es lo que tiene Lang.

Mary había resultado en la última esperanza de Dana, es que con todos sus años de vida era quien más probablemente supiera lo que estaba sucediendo.

— Mierda, pensé que tú tendrías una solución.

— Dana, confía en la madre de Morgan, sé que es humana y eso te cuesta trabajo, pero esa mujer no va a lastimarlos.

Mary estaba agradecida de que la humana no solo no hubiese huido al enterarse de todo en lo que se había envuelto su hija, es que además estaba dispuesta a entender y ayudar, más de lo que estaba Morgan en un principio sin duda alguna. Además, sabía que Lang no estaba sola, que no la dejarían caer y eso le llenaba el pecho, que de no poder cumplir su promesa una vez más seguro no se lo perdonaría.

— No puedo confiar en alguien que no me da resultados. — Se excusó para no mostrar lo preocupada que estaba en realidad, es que nadie podía decirle nada y por supuesto que no involucraría a más humanos, no podía arriesgarse a que alguno estuviese involucrado y solo empeorara las cosas.

— Claro que no te da resultados, estamos hablando de que está atendiendo a una especie diferente y aun así la mantiene estable.

— ¡DEBERÍA HACER MÁS!

— No puede, sabes que no puede, por favor deja de rugir y confía, no puedes hacer más, Dana, por favor, solo tienes que calmarte.

— No puedo. — Rompió en llanto, con su mundo desmoronado. — En verdad no puedo, yo lo arruiné, soy una estúpida, por favor, solo necesito que Lang mejore, es lo único que puedo hacer.

— Nada de esto es tu culpa Dana, tienes que dejar de pensar en ello. — Era su culpa, sabía que era su culpa, el paralizarse como una principiante, no, no podía.

Su única misión en la vida se convirtió en lo único que no pudo hacer, arruinó todo y por eso ahora se odiaba, y por supuesto que al ver a Lang postrada en cama solo le recordaba su error.

Mary, con sus ya mencionados dotes maternales abrazó a la licántropa, que dejara salir todo lo que tenía dentro, lo que la atormentaba, el miedo, que todo iba a pasar, después de 200 años era lo que le había quedado más claro.

Poco ConvencionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora