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Capítulo 5.

Suspiró con las donas en un paquete. Entrando a el cuarto privado de Karla pude verla. Esa mirada destruida. La enfermera cruzada de brazos.

—Entiende Karla, Francisco es mucho mejor que tu. Nunca deviste salir de donde te metieron tus padres. Eres una molestía y con solo verte repugnan.

Parpadeó. Salgo para caminar y llegar con el jefe de enfermería. El al verme palidece. Este hospital es mío. Todo esto es mío y no soportaré la insolencia de esa mujer.

—Te llevare con la mujer que quiero que despidas. —Le hago seña para que me siga.

El lo hace en silenció. Llegando al cuarto karla estaba acurrucada llorando. Señale a la enfermera.

—Renata sal del cuarto.

—Señor, conozco a la paciente.

—Estas despedida. Ahora largo de aquí. —Ordenó.

Ella me miraba en shock. Camino hasta Karla. Ella al verme trato de controlarse pero no podía. Sabía que ella no podía controlarse. Intentaba ser madura pero lo único maduro en ella es el cuerpo. Me encantaba su cuerpo, su actitud de niña buena y educada aún que no le conviene mucho. Acarició su mejilla. Beso sus labios y sonrío.

—Traje tus donas.

—Mis donas. —Su voz temblorosa.

Se acomoda en la camilla. Se va la mujer del cuarto. Karla y yo quedamos solos. Mientras estábamos solos. Karla se puso a comer. Se veía bastante desanimada. ¿Acaso realmente le hará bien un perro de compañía?. Aún es muy pronto para traer a traerle uno.









⪩╒༻Dos Días Después༺╕⪨








Narra Karla.








Suspiró mirando la ventana. Hoy me daban de alta y estaba impaciente. Atlas viene a verme pero se le notaba mucho que le desagradaba que otro hombre se me acerque. Apesar que hace pocos días estamos juntos, no fue para nada bonito que me explotara de tal manera.

—No pensé que por tu culpa despidieran a mi prima.

Me giro para ver a Francisco. Muerdo mi labio queriendo golpearlo hasta una pulgada de su vida. Debo guardar la calma. Cálmate karla, la agresividad no es la clave.

—Pensé que no caerias tan bajo, como para venderte a un proxeneta.

La agresión no es la clave, es la solución. Tomé mi florero y se lo lance.

—¡Karla!.

Se queja furioso. Casi le cae en la cabeza pero se rompió en el marco de la puerta.

—Bastarda.

—¿Y tu?. Al menos mi madre si me reconoce como su hija, a ti te niega por completo. —Sonrío burlesca.

Se me acerca. Me tenso un poco. Agarran por detrás del cuello a Francisco.

—Creí haber advertido, que no me gustaba que toquen o miren lo que es mío. —Atlas habla con una voz carente de humanidad.

El silencio que se causo en este momento me dejo nerviosa. Francisco trata de darse vuelta pero Atlas hace un movimiento que hizo un horrible "crack". Me quedo en silenció y una corriente de electricidad pasó por toda mi espina dorsal. Ver la cara de Francisco volverse a una de dolor total.

—Mira mocoso, no tengo paciencia al explicar que no me gusta que miren o toquen lo que es mío. —Atlas lanza a Francisco aún lado.

Francisco empieza a llorar fuerte de dolor gritaba lleno de dolor. Miro a Atlas. El miraba el jarrón roto.

CaprichoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora