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Capítulo 44.

La palabra estaba buena. Hablaba como Timoteo fue usado por dios a pesar que no tenía los grandes conocimientos. Era usado y el estaba a disposición de Dios. Normalmente no me interesaba este tipo de palabras pero con Karla a mi lado era otro conocimientos que me entregaba. Trato de buscar más cercanía en Karla. No sé pudo. Estaba a punto de dar el término al culto y yo estaba ansioso. Quería a Karla conmigo de vuelta.

—Lo siento hermanos, pero siento de dios que debemos ayudar a una pareja, que antes eran matrimonio y se separaron. —Habla el pastor.

Miro a Karla y ella se toca el pecho. Sus lágrimas caen. Miro al pastor quien nos mira. Dios me está dando la oportunidad. Miro a Karla.

—Por favor. —Pido.

Ella me mira y vi vergüenza.

—Hija hazme caso, escuche tus oraciones y son como un incienso agradable a mi.

Quede congelado. Miro al pastor quien hablo. Karla toma mi mano. Fuimos y delante al altar estábamos parados. El hombre empieza a llorar. Se nos acerca y Karla se arrodilla. Le sigo sin soltar su mano. El primero pone sus manos en los hombros de Karla.

—Hija te escuche y lloré cuando llorabas. Tu dolor era mi dolor. —Habla el pastor para Karla. — Se cuantas lágrimas derramaste por tu camino. Aún así nunca me negaste. Jamás dejaste de lado lo que sembraron tus padres espirituales.

Karla se quiebra. Y yo sentía el dolor de ella.

—Dios perdóname, perdóname por lo que hice. —Ruega Karla.

—Eres libre de todo pecado, estoy aquí para darte un nuevo renacer y nueva vida. Por Yo soy el camino, y la verdad, y la vida.

Mis ojos se abren con sorpresa. Karla lloraba desconsolada. Luego que el pastor orara por ella. Se levantó para ganarse detrás de nosotros. Miraba a Karla con ansiedad. Necesitaba verla. Ella me mira y yo le sonrío.

—Te amo. —Confieso.

—Perdóname.

—Perdóname Karla. Por todo el mal que te hice.

—Yo ya te perdone Atlas, pero te amo y eso es por lo que me duele.

—Somos dos Karla. Me duele fallarte y dios nos unirá nuevamente. Quiero que este renacer nos haga más unidos de lo que éramos.

—Va a ser doloroso.

—¿Más doloroso de lo que ya fue?, lo dudo por qué cada vez te amo más.

Ella sonríe. El pastor junto a la pastora y mis pastores de mi iglesia empiezan a orar por nosotros. Llevo las manos de Karla con las mías. Escuchaba sus oraciones. Karla era la que más me tocaba en mi corazón. ¿Qué hombre no amaría a una mujer que ora por el bien de él?, ¿Qué tipo de hombre no valoraría a su esposa si es tan de voto con él?. «Un hombre que no conoce a dios no valora lo de Dios». Karla es hija de Dios y yo fui tomado por misericordia de Dios como su hijo. Ahora mi deber como hijo es cuidar lo que Dios mi padre me da. Cuando la gente decía que dios no hace milagros, lo dudo. Dios sí hace milagros, los hizo conmigo y con Karla. Dios me dio a una mujer por esposa, me dio todo y yo aquí estoy. Lamentaba las veces que le fui infiel, las veces que mate a gente por odio y celos. Sabía que dios tiene un largo trato conmigo y que voy a sufrir mucho por mis pecados, que debo pagar. Mientras Karla este a mi lado se que podré con todo.

—Amén. —Dijimos todos al unísono.

Me levanto para ver a Karla. Ella sonríe y yo sonrío para abrazarla. Ella me abraza con fuerza. La suelto de apoco y beso su frente. Ella sonríe tan brillante. Nos separamos y recibimos el brazo de los pastores. Cuando otro pastor de otra iglesia me abraza me tense.

CaprichoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora