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Capítulo 38.

Ronan estaba ahí cruzado de brazos mirándome. Me miraba con tal seriedad.

—¿Te vas a escapar así como si nada?.

—Dame opciones. —Le pido tensa.

Lo miro a los ojos. Seco mis lágrimas con brusquedad.

—No existen opciones. Karla debes ser fuerte.

—¡No!. —Grite fuerte.

Cubro mi boca y trato de relajarme. Doy vueltas sintiéndome mareada. Quiero vomitar. El me abraza y tira de mi. Acabamos en mi sofá. Sentada entre sus piernas de espalda a el. Me abrazaba con firmeza. Yo solo sollozaba.

—Déjame ir.

—Tienes miedo, te entiendo cariño. —Besa mi cabeza. — Pero escapar no es la solución.

—Es el camino. —Lo contradigo.

El se ríe y yo igual. Era risa mezclada con llanto. Lo miro para relajar mi cuerpo. Mis manos a su rostro y lo acarició. El deja su rostro en mi hombro.

—Karla.

—No me hagas esto, no hoy…te lo suplicó. —Pido.

—¿Qué harás cuando no tengas dinero?.

—El dinero no es todo Ronan.

—Karla. Atlas ama gastar y tu no…es por eso que te abandono a pesar que te ama. No eres completamente el tipo de mujer que el desea. —Finaliza.

Mis lágrimas caían.

—Podría besar mil labios y los mil de ellos no sabría como los de Atlas. —Sollozo.

—Podría abrazar a mil personas, pero ninguno me darían el mismo calor que trasmites tu Karla. —Ronan besa mi mejilla.

Mis mejillas empapadas de lágrimas. Mi corazón a mil por ciento. Mi cuerpo entre los brazos de donde solo ahora podría sentirme protegida. Sabía dentro de mí que Ronan tiene razón. Me acomodó entre sus brazos.

—Podrías tan solo…ser fuerte hoy y te recompensare. —Pide.

—Espero la recompensa sea tan valiosa como hoy. —Respondo.

Me da un sonoro beso en mis mejillas. Me río y acabé estado sentada con mis piernas sobre las piernas de él y mi cuerpo de lado del suyo. Parecía como cuando toman en brazos a un bebé. Me llenaba de besos y yo reía igual llenándolo de besos. Acabamos en un fuerte abrazo que necesitaba.

—Karla.

—¿Si?.

—Gracias por existir.

—Gracias a ti por venir por mi.

Lo miro al rostro. El me miraba y sonríe. Unas horas después ya vestida más digna. Me pidió Ronan que cuidase del hijo pequeño de su abogado favorito. El era un muchacho padre soltero y su criatura tiene poco que nació. Acepte gustosa cuidar del pequeño. Apenas tiene un mes de nacido y es tan hermoso. Ahora mismo estaba sentada con el en mis brazos. Sentada en el sofá de la sala especial que acomodaron hoy. Acariciaba sus mejillas.

—Wow, ¿no pensé que serías tan rápida?. —Hablan desde la puerta.

Levanto la vista. Alan estaba cruzado de brazos sonriendo. Se veía cambiado…bastante. Ahora ni accesorios ni nada tenía puesto. Llevaba un simple pantalón de tela azulado oscuro, una camisa blanca, una chaqueta del mismo color del pantalón. Se veía semi-formal. Aparte de que ahora se veía mucho más serio y maduro.

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