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Capítulo  6.


Ya van dos semanas. La misma rutina desde ese día. Dormir juntos, el se levanta temprano, entrena, vuelve a la casa. Desayuna conmigo. Se va a trabajar. Me quedo sola y pido comida por Internet usando mi dinero. No se como usar la cocina eléctrica que el tiene y me da miedo a hecharlo a perder. Atlas vuelve como a las siete o ocho y se enfurruña conmigo en la cama. Me deja tranquila luego de verme muy cansada y pedimos de comer alguna cosa. Se duerme entre mis brazos y luego me duermo yo. Mis cosas el mismo dijo que las puso a lavar, secar y las doblo en mi cuarto de ropa. Ayer me trajo muchas volsas de ropa interior y vestidos incluso faldas con varios pares de zapatillas y tacones junto a plataformas de calzar. Estaba en el cielo aún que no me gustaba este modo de vida.

Atlas no le gusta que salga de casa sola o si salimos no le gusta estar con mucha gente. Su celular lo usa y mayormente me llama para preguntarme que hago o que quiero hacer. Atlas esta realmente dominando mi vida y no me deja elegir o opinar. Si el lo dijo eso se hace y yo no puedo negarme. Si me niego no le interesa. El sexo no está mal solo que me molesta que el ahora quiere que sea la dominante, cosa que no logró hacerlo bien y acaba siempre tomando él, el mandó de la situación. Suspiró molesta al recordar que ya pronto llegara.

—Debería buscar una forma de perder el tiempo. —Susurró mirando aburrida la casa.

La limpie demasiado a profundidad la casa y más limpia no puede estar la pobre. La puerta de la entrada se abre y yo me volteo a ver. Atlas estaba ahí entrando como si nada en su rutina. Yo miro hacía el frente y saco mi celular. Mi celular fue arrebatado de mis manos por Atlas. Me giro a quejarme pero me besa. Sus labios. Maldigo esos labios tan besables y dueños de mis más lujuriosos deseos. Podría pasarme todo un día besandolos pero Atlas no se conformaría con solo besarme.

—Te vez hermosa. —Susurra rompiendo el beso.

Lo miro confundida. Lo huelo un poco y ya supe porqué. No me sorprendió para nada que estuviera con otra mujer.

—Aja.

—¿Pasa algo?, nunca me recibes y hoy lo has hecho. —Se da la vuelta en el sofá para ganarse enfrente de mi.

—Nada, solo que limpie la casa.

—¿Tomamos un baño juntos?. —Sonríe.

—No gracias.

El me mira serio y luego me acorrala.

—¿Alguien entro a la casa?, ¿por eso has limpiado todo a profundidad?.

—No. —Niego confundida.

—No te creo.

—No me creas, ni al cabo que tendré que declararte con insistencia que te soy fiel. Soy fiel solo por una cláusula.

—Si no lo estuviera no estarías viva. —Su mirada se endurece.

—Estaría vivita sabes. Porqué no te hubiera habierto las piernas a ti. —Digo molesta.

—Agradece que fui yo y no otro degenerado.

—Matarlo antes que le de algo tan preciado, tienes suerte que esa noche solo me deje llevar porqué eras guapo. Me hubiera guardado para mí lo de ser virgen. —Le digo molesta.

—Pues dudo que otro hombre te trate como yo. —Me miraba molestó.

—Otro hombre no existiría, me repugnan los hombres y tu me recuerdas el porqué. —Le digo furiosa.

Me trato de escapar de su acorralamiento. Me dio ansiedad el no poder escapar. Muevo su brazo pero no da a torcer.

—Te vas a lamentar de lo que acabas de decir.

CaprichoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora