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Capítulo    7.

Miro el calendario. Estaba bastante frustrado. 16 de Agosto. Debía volver a Berlín como tenía planeado pero no quería dejar sola a Karla. Karla se a recuperado al cien por ciento. A estado haciendo ejercicios. La acompañe a hacer las compras y le enseñe como usar la cocina. Ella estaba bastante feliz. Nunca pensé que ella seria tan feliz con comida. Ahora ella se pasaba pensando en cocinar y hacer postres. No pude tocarla para nada, incluso cuando lo intento ella simplemente escapa. Me acercó de apoco a Karla. La agarro de la cadera y ella chilla. Me mira en seguida y pude ver que estaba comiéndose un chocolate. Me río. Me acercó para besarle pero ella se niega. No quiere. Bufo molesto.

—Pronto me iré a Berlín, me ignoras de esta forma y me molesta. —Me quejó.

—¿Te vas a Berlín?, ¿cuando?.

—El lunes que viene. —Respondo serio.

Ella parpadea para luego bufar.

—Pues que te vaya bien. —Dice desinteresada.

—No quiero que saltes de un puente otra vez, no quiero estupideces. —La regaño.

—En mi defensa, no tenía planeado saltar de un puente. —Se defiende cruzándose de brazos.

—Una despedida apropiada pido.

Ella me mira y luego sonríe. Asiente. Se aleja para ir a la cocina. Se pone un delantal de cocina. No me gustaba verla así. Me recordaba a mi madre antes de que mi padre se fuera de casa. La loca idea de que Karla este embarazada me pasa por la cabeza. Era imposible porqué ella tiene aquel palito en brazo obviamente de mi marca. Este anticonceptivo era muy efectivo y no tenía que temer a una sorpresita. La miro algo tenso.

—te gusta la-.

No la dejo terminar de hablar.

—Comeré lo que cocines, saldré a revisar algo y vuelvo. —Digo de mala gana.

Ella me mira. Sus ojos me mira molesta.

—Pues vete, ni al caso quería cocinarte algo que te gustara. —Se enoja y me da la espalda.

Se cruza de brazos. Me iba a ir. Me giro a último momento para ir a ella. Le robo un beso. Ella se queja pero se sonrojo mucho. Me río para seguir besándola. La subo a la isla de la cocina. Los besos eran suaves y ella llevaba el control de apoco. Mi linda caprichito. Rompe el beso jadeando. Beso levemente la comisura de sus labios.

—No tengo una comida en favorito, créeme que me muero por que cocines para mi.

Ella besa todo mi rostro. Era realmente hermoso este momento. La abrazo y nos quedamos así unos minutos.

—Ya vete, no pierdas tiempo. Vete luego para que vuelvas luego. —Sonríe dulcemente.

—No le abras la puerta a ni un hombre. No quiero a ninguno dentro de casa. —Advierto.

—Esta bien señor esposo. —Rueda los ojos.

Me río para asentir. Beso su cuello.

—Voy a comprar un jodido anillo para que sea creíble.

—No me gustas los anillos muy lujosos. Algo sencillo. —Responde tranquila.

Acarició sus piernas y asiento.

—Si esta bien. Algo caro que se vea sencillo. —Me río.

—Una vez una señora se compró un anillo muy barato pensando que era de juguete, pero era un anillo de muchos billones de dólares. Era un anillo de los años donde la gente no se bañaba y tenía prejuicios contra las mujeres que no eran monjas. —Sonríe divertida.

CaprichoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora