Capítulo 3: El Forjador de Guerreros

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El sol se alzaba lentamente sobre el horizonte, bañando el campamento rebelde en una luz dorada. Creus, junto con los otros rebeldes, había regresado victorioso de la batalla en la mansión de Sir Gareth. La atmósfera en el campamento era una mezcla de alivio y anticipación. Aunque habían ganado una batalla, la guerra por la libertad apenas comenzaba.

El líder de los rebeldes, un hombre robusto y de mirada penetrante llamado Thorne, se acercó a Creus. “Has demostrado ser valiente y decidido, Creus. Pero si quieres ser verdaderamente útil para nuestra causa, necesitas entrenamiento,” dijo Thorne, su voz firme pero no carente de amabilidad.

Creus asintió, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo. “Estoy listo para aprender, señor.”

Thorne sonrió ligeramente. “Bien. A partir de mañana, entrenarás conmigo. Te haré más fuerte, tanto física como mentalmente. Aprenderás a manejar la espada y a defenderte con un escudo. Pero recuerda, la fuerza no solo reside en los músculos, sino también en la mente y el corazón.”

El primer día de entrenamiento comenzó antes del amanecer. Thorne llevó a Creus a un claro en el bosque, donde el aire fresco de la mañana llenaba sus pulmones. “Hoy empezaremos con lo básico,” dijo Thorne, entregándole a Creus una espada de entrenamiento. “Sujétala firmemente, pero no con demasiada rigidez. La espada debe ser una extensión de tu brazo.”

Creus siguió las instrucciones de Thorne, sintiendo el peso de la espada en su mano. Los primeros días fueron agotadores. Thorne lo sometió a un riguroso régimen de ejercicios físicos: correr, levantar pesas y practicar movimientos básicos de espada. Cada músculo de su cuerpo dolía, pero Creus no se rindió. Sabía que este era el camino hacia su libertad y la de los demás.

El campamento rebelde estaba situado en un valle escondido, rodeado de densos bosques que ofrecían protección natural. Las tiendas de campaña estaban dispuestas en círculos concéntricos, con una gran hoguera en el centro donde los rebeldes se reunían para planificar y compartir historias. El sonido constante del agua de un arroyo cercano proporcionaba una sensación de calma en medio de la tensión de la guerra.

Con el paso de las semanas, Creus comenzó a notar cambios en su cuerpo y mente. Sus músculos se fortalecieron, su resistencia aumentó y su mente se volvió más aguda. Thorne no solo le enseñaba técnicas de combate, sino también estrategias y tácticas. “Un buen guerrero no solo lucha con fuerza, sino con inteligencia,” le recordaba Thorne constantemente.

Un día, durante una sesión de entrenamiento, Thorne le entregó a Creus un espadón. “Quiero que pruebes con esto,” dijo, observando atentamente la reacción de Creus.

Creus tomó el espadón, sintiendo su peso y equilibrio. Al principio, le resultó difícil manejarlo debido a su tamaño y peso, pero pronto se dio cuenta de que se sentía natural en sus manos. “Es pesado, pero me gusta,” dijo Creus, esbozando una sonrisa.

Thorne asintió, satisfecho. “Lo sabía. Tienes la fuerza y la determinación para manejar un espadón. A partir de ahora, este será tu arma principal. Pero también debes aprender a usar la espada y el escudo como armamento secundario. La versatilidad es clave en la batalla.”

El entrenamiento continuó, y Creus se volvió cada vez más hábil con el espadón. Sus movimientos eran fluidos y precisos, y su confianza crecía con cada día que pasaba. Thorne lo empujaba al límite, pero siempre con el objetivo de hacerlo más fuerte y preparado para los desafíos que vendrían.

Cada golpe que daba con el espadón, cada defensa que realizaba con el escudo, era un recordatorio de su nueva vida. La libertad que había ganado no solo le daba felicidad, sino también una razón para luchar. Sentía una afinidad natural con el combate, como si cada movimiento fuera una danza que había nacido para ejecutar.

Una tarde, después de una intensa sesión de entrenamiento, Thorne se acercó a Creus. “Has progresado mucho, Creus. Pero recuerda, la verdadera prueba aún está por venir. Debes estar preparado para enfrentar no solo a los enemigos externos, sino también a los demonios internos.”

Creus asintió, comprendiendo la profundidad de las palabras de Thorne. Sabía que su viaje hacia la libertad no solo implicaba luchar contra los opresores, sino también superar sus propios miedos y dudas.

El entrenamiento diario continuó, y Creus se convirtió en uno de los guerreros más formidables del ejército rebelde. Su habilidad con el espadón era impresionante, y su destreza con la espada y el escudo lo hacía un combatiente versátil y peligroso. Pero más allá de su fuerza física, Creus desarrolló una fortaleza mental y emocional que lo preparó para cualquier desafío.

Finalmente, llegó el día en que Thorne consideró que Creus estaba listo. “Has demostrado ser un verdadero guerrero, Creus. Pero nunca olvides por qué luchas. La libertad no es solo para ti, sino para todos los que han sufrido bajo la opresión.”

Creus asintió, sintiendo una nueva determinación arder en su pecho. Sabía que la batalla por la libertad sería larga y difícil, pero estaba listo para enfrentarla con todo lo que tenía. Con su espadón en mano y su corazón lleno de esperanza, Creus se preparó para el próximo capítulo de su vida, sabiendo que cada paso lo acercaba más a su destino.

Mientras observaba el campamento rebelde, con los guerreros entrenando y las hogueras encendidas, Creus reflexionó sobre su viaje. “Y pensar que llegué aquí hace cuatro años,” murmuró para sí mismo, una sonrisa melancólica en su rostro. “El tiempo pasa rápido. Si no recuerdo mal, debería estar cumpliendo hoy mis 20 años.”

Two Coins And One SideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora