Capítulo 5: El Camino del Exilio

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Creus avanzaba por el bosque, sus heridas aún frescas y su mente llena de dudas. Cada paso que daba lo alejaba más del campamento rebelde y de sus antiguos compañeros. La noche era oscura y silenciosa, y el frío comenzaba a calar en sus huesos.

Mientras caminaba, Creus recordó las palabras de Thorne sobre la redención y la justicia. Aunque no estaba de acuerdo con su decisión, sabía que debía encontrar su propio camino. Decidido a no dejarse vencer por la desesperación, se propuso buscar un nuevo propósito.

Después de varias horas de caminata, Creus llegó a un pequeño claro donde decidió descansar. Encendió una pequeña hoguera y se sentó a reflexionar. Sabía que no podía regresar al campamento, pero tampoco podía quedarse solo en el bosque indefinidamente. Necesitaba un plan.

Al amanecer, Creus continuó su viaje, decidido a encontrar respuestas. Mientras avanzaba, se encontró con un anciano ermitaño que vivía en una cabaña aislada. El anciano, llamado Einar, lo recibió con amabilidad y le ofreció refugio y comida.

Durante su estancia con Einar, Creus aprendió valiosas lecciones sobre la vida y la naturaleza. El anciano le enseñó técnicas de supervivencia y le habló sobre la importancia de la paz interior. Creus comenzó a encontrar un sentido de calma y propósito en su nueva vida.

Sin embargo, su tranquilidad se vio interrumpida cuando un grupo de mercenarios llegó a la cabaña de Einar, buscando a Creus. Habían sido enviados por el enemigo para capturarlo y obtener información sobre los rebeldes.

Creus, con la ayuda de Einar, logró escapar de los mercenarios, pero sabía que no podía seguir huyendo. Decidió que era hora de enfrentar su destino y regresar al campamento rebelde para advertirles del peligro inminente.

Con renovada determinación, Creus emprendió el camino de regreso, sabiendo que su misión no había terminado. Estaba dispuesto a luchar por la justicia y proteger a sus compañeros, sin importar el costo.

Mientras se acercaba al campamento, Creus notó señales de actividad enemiga en los alrededores. Los mercenarios no estaban lejos, y el tiempo apremiaba. Aceleró el paso, ignorando el dolor de sus heridas y el cansancio que lo invadía.

Finalmente, llegó al campamento rebelde. Los guardias lo miraron con sorpresa y desconfianza, pero Creus no perdió tiempo en explicaciones. “¡Thorne! ¡Todos están en peligro! Los mercenarios vienen hacia aquí. Debemos prepararnos para un ataque.”

Thorne salió de su tienda, su rostro serio. “Creus, ¿qué estás diciendo?”

“Los mercenarios me siguieron hasta la cabaña de Einar. Están buscando información sobre nosotros. Debemos actuar rápido.”

Thorne asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. “¡A las armas! ¡Prepárense para defender el campamento!”

Los rebeldes se movilizaron rápidamente, tomando sus posiciones y preparándose para el combate. Creus, a pesar de sus heridas, se unió a ellos, decidido a proteger a sus compañeros.

La batalla fue feroz. Los mercenarios atacaron con fuerza, pero los rebeldes, liderados por Thorne y Creus, lucharon con valentía y determinación. A medida que la lucha continuaba, Creus demostró su habilidad y coraje, ganándose el respeto de sus compañeros.

Creus se encontraba en el centro de la batalla, su espadón brillando bajo la luz de la luna. Cada golpe que daba era preciso y letal, pero también sentía el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. A su alrededor, los gritos de sus compañeros heridos resonaban en la noche.

Uno de los rebeldes, un joven llamado Lian, cayó cerca de Creus, herido en la pierna. “¡Creus, ayúdame!” gritó, su voz llena de dolor. Creus se lanzó hacia él, bloqueando un ataque enemigo con su escudo y levantando a Lian del suelo. “¡Aguanta, Lian! Te sacaré de aquí.”

Con esfuerzo, Creus llevó a Lian a un lugar seguro detrás de las líneas de defensa. “Quédate aquí y no te muevas,” le dijo, antes de volver al frente de batalla. Sabía que cada segundo contaba y que no podía permitirse el lujo de descansar.

La batalla continuó, y Creus vio a otro compañero, una guerrera llamada Aria, luchando contra dos mercenarios a la vez. Aria era una de las mejores espadachines del campamento, pero estaba claramente superada. Creus corrió hacia ella, derribando a uno de los mercenarios con un golpe certero. “¡Aria, cuidado!” gritó, mientras bloqueaba el ataque del segundo mercenario.

Juntos, Creus y Aria lograron repeler a los enemigos, pero no sin costo. Aria tenía una herida profunda en el brazo, y Creus estaba agotado. “Gracias, Creus,” dijo Aria, jadeando. “No sé si hubiera podido con ellos sola.”

“Estamos en esto juntos,” respondió Creus, ayudándola a retirarse a una posición más segura. “No dejaremos que nos derroten.”

Finalmente, después de una larga y agotadora batalla, los rebeldes lograron repeler a los mercenarios. El campamento estaba a salvo, pero las pérdidas fueron significativas. Creus, exhausto pero aliviado, se acercó a Thorne.

“Gracias por regresar, Creus,” dijo Thorne, su voz llena de gratitud. “Has demostrado tu valía una vez más.”

Creus asintió, sintiendo una mezcla de orgullo y tristeza. “No podía dejarlos solos. Somos una familia, y debemos protegernos mutuamente.”

Thorne puso una mano en su hombro. “Tienes razón. Y aunque no siempre estemos de acuerdo, debemos confiar en que cada uno de nosotros hará lo correcto.”

Creus miró a su alrededor, viendo a sus compañeros heridos pero vivos. Sabía que el camino por delante sería difícil, pero estaba dispuesto a enfrentarlo y debía tomar una difícil decisión

Two Coins And One SideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora