Capítulo 38: La Segunda Ronda

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El sol, un disco de fuego implacable, ardía en lo alto del cielo mientras los participantes se reunían de nuevo en la arena. La tensión se palpaba en el aire, tan espesa como el polvo que levantaban las miles de pisadas de los espectadores. El director Blad, con su armadura reluciente y una expresión severa, se alzaba sobre la plataforma elevada, listo para anunciar el comienzo de la segunda ronda del torneo.

"¡Bienvenidos de nuevo!" proclamó Blad, su voz poderosa resonando por todo el estadio. "Felicidades a los guerreros que han superado las pruebas de la primera ronda. Sus nombres quedarán grabados en la historia de este torneo."

Una oleada de aplausos se alzó desde las gradas. Creus, con el rostro bañado por el sudor y la adrenalina, sentía un nudo en el estómago al observar la multitud. La victoria sobre Gorak le había costado una buena cantidad de sangre, pero la satisfacción de haber superado la prueba lo impulsaba a seguir adelante. A su lado, Valheim, con un ojo morado y una mueca de dolor, asentía con la cabeza, reconociendo la fuerza de su adversario.

“Ahora,” continuó Blad, “procedemos a emparejar a los valientes guerreros para la segunda ronda. Que la suerte esté de su lado, pues solo uno de ustedes podrá alzarse con el título de Campeón.”

Blad alzó un recipiente de madera, decorado con runas antiguas, y lleno de pergaminos enrollados. Con un gesto teatral, extrajo el primer pergamino y lo leyó en voz alta:

“Primera batalla: Aldric, el elfo de la luna, contra Valheim, el bárbaro del norte.”

La multitud, expectante, coreó el nombre de los guerreros. Valheim, con la mirada fija en Aldric, no podía dejar de sentir una mezcla de respeto y rivalidad hacia el elfo. Aldric, con una sonrisa irónica, parecía tranquilo, como si la batalla ya estuviera decidida.

“Segunda batalla: Gorak, el hijo del Rey Orco, contra Creus, el protector del reino humano.”

Un murmullo de sorpresa recorrió el estadio al oír que Gorak, un oponente tan formidable, seguía en el torneo. Creus, con una sensación de alivio, sintió que una pesada carga se levantaba de sus hombros. La batalla contra el orco había sido una prueba de fuego, y su cuerpo aún ardía por las heridas.

“Tercera batalla: Lyria, la hija del Rey de los Enanos, contra Fenris, el lobo plateado.”

Lyria, con su armadura de hierro brillante y un brillo de determinación en los ojos, se encontró con la mirada de Fenris, el hijo del Rey Humano. Un silencio de hielo se instaló en la arena, como si un presagio de un combate épico fuera a desarrollarse.

“Cuarta batalla: Thalindra, la elfa oscura, contra Astra, la reina de las olas.”

La multitud se contuvo el aliento al oír este emparejamiento. Thalindra, una figura de sombras y magia, observaba a Astra, la sirena, con una expresión fría y calculadora. Astra, con un movimiento fluido, se quitó la capucha, revelando su rostro de una belleza inquietante, y sus ojos, como dos zafiros brillantes, se posaron en Thalindra.

"Que comience la segunda ronda!" anunció Blad, con un gesto de su mano.

Primera Batalla: Aldric contra Valheim

Valheim se dirigió a la arena, con paso firme, pero sus pensamientos estaban en otra parte. Recordaba la mirada de su madre, llena de preocupación, al despedirlo para participar en el torneo. Recordaba sus sueños de gloria, de convertirse en un héroe de su pueblo. ¿Pero a qué precio?

Aldric, ya en la arena, observaba a Valheim con un ojo crítico. El bárbaro, con su fuerza bruta y sus hachas de doble filo, era un oponente formidable. Pero Aldric confiaba en la velocidad de sus ataques y en la precisión de sus flechas.

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