I LOVE YOU, BOY | YOONMIN

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Capítulo 19: Cumpleaños (parte 1)

Los días posteriores al celo fueron un torbellino emocional para Yoongi y Jimin. Ambos intentaron seguir con su rutina diaria, fingiendo que todo era normal, pero cada encuentro, cada mirada, estaba teñido de una tensión que ambos intentaban ignorar. En apariencia, nada había cambiado: compartían las mismas actividades, cuidaban de los niños, y hablaban de las cosas cotidianas y triviales que ocupaban sus días. Pero cuando llegaba la noche, la fachada se desmoronaba. Yoongi se encontraba solo en su cama una vez más, mirando al techo, sintiendo un vacío que no podía llenar, sin importar cuánto lo intentara. Su lobo, inquieto, gruñía en su interior, exigiendo algo que Yoongi sabía perfectamente, pero que se negaba a aceptar.

El beso, los abrazos, las caricias suaves de aquellas noches… eran cosas que Yoongi no podía borrar de su mente. Sabía que nunca debió cruzar esos límites con Jimin, pero ahora, era demasiado tarde. Lo peor de todo era que, muy en el fondo, no estaba arrepentido. Había algo en esos momentos que lo hacía sentirse menos solo, menos roto. Pero admitirlo sería aceptar que algo había cambiado, y Yoongi no estaba listo para eso. El grito de Yena lo sacó de su ensimismamiento. La niña, con su inagotable energía, corrío hacia él con su tablet en la mano, sus ojos brillando de emoción. Al llegar a su lado, le mostró la pantalla con entusiasmo, donde aparecía una imagen de una colorida torta de cumpleaños.

—Papá, ¡mira esta torta! Quiero llevarla al salón el día de mi cumpleaños —dijo, sus ojos llenos de ilusión.

Yoongi se agachó a su altura, forzando una sonrisa para corresponder al entusiasmo de su hija. La imagen de la torta era adorable, llena de colores vibrantes y decorada con personajes de dibujos animados. Yena le hablaba rápidamente, con la emoción de una niña que está planeando el mejor día de su vida.

—Podemos comprarla y llevar algunas cosas al salón, siempre y cuando tu maestra lo permita —respondió Yoongi, tratando de sonar tan entusiasmado como ella. —También podemos preparar unas bolsitas con dulces para tus compañeros.

Yena asintió rápidamente, su alegría era contagiosa. Luego, en un tono más suave y casi tímido, añadió:

—En casa… me gustaría que festejemos con una pequeña torta… y después ver una película en el cuarto de cine.

Yoongi no había entrado allí desde la muerte de su esposa.

—C-claro. Haremos lo que tú quieras para tu cumpleaños —dijo, esforzándose por mantener su voz firme.

Yena, ajena a la tormenta de emociones que se agitaba dentro de su padre, saltó de alegría y corrió de vuelta a su habitación. Yoongi se quedó en el lugar, su sonrisa desvaneciéndose lentamente. Sus pensamientos volvieron al cuarto de cine, a las noches felices que había pasado allí, y a la profunda tristeza que lo embargaba cada vez que recordaba que esos momentos eran ahora solo eso: recuerdos.

La idea de volver a entrar en ese lugar, de revivir esos recuerdos, era casi insoportable. Pero cuando pensó en la felicidad de la niña, en cómo su pequeña hija se merecía todo el amor y la alegría del mundo, supo que no podía dejar que su dolor le robara ese momento. Suspiró, decidido a hacer lo que fuera necesario para darle a Yena el cumpleaños que deseaba.

Sabía que el dolor no desaparecería repentinamente, que la ausencia de su esposa siempre estaría allí, como una sombra que lo seguía a todas partes. Pero también sabía que tenía que seguir adelante, por Yena, por Jihoo… y quizás, muy en el fondo, por Jimin también. Aunque aún no sabía cómo encajar a Jimin en su vida, ni qué significaba realmente lo que había ocurrido entre ellos.

Con un último suspiro, Yoongi se enderezó y se dirigió a su oficina, tratando de dejar atrás los pensamientos que lo atormentaban. Pero incluso mientras se ocupaba en su trabajo, la imagen de Jimin, la idea del cuarto de cine, y el peso del pasado continuaron rondando en su mente, recordándole que, aunque intentara evitarlo, algunas cosas no podían ser ignoradas para siempre.